A la clase obrera…

A LA CLASE OBRERA.

A LOS TRABAJADORES DEL PAIS.

A LOS SINDICATOS Y ORGANIZACIONES DEMOCRATICAS.

 

Uno más Uno, viernes 15 de agosto de 1980.

 

En las últimas semanas se han venido desarrollando una serie de acontecimientos en nuestra organización; frente a ellos, diversos medios de comunicación (la prensa, la radio, la televisión, etc.), las autoridades de la Secretaria del Trabajo y Previsión Social, el Congreso del Trabajo y diversos editorialistas han dado sus puntos de vista. Frente a ellos, la planilla de los trabajadores “color naranja” manifestamos ante la base telefonista, a la clase trabajadora y a la opinión pública lo siguiente:

1.- Después de 14 años en que nuestra organización estuvo sometida a un grupo de personas que traficaban con nuestros derechos laborales y habiendo desterrado todo tipo de vida sindical, donde los trabajadores hiciéramos uso de las prácticas democráticas  que dan un verdadero contenido de lucha que todo sindicato debe tener como principio final de su existencia, en 1976 los entonces 22 mil trabajadores telefonistas hicimos valer nuestra decisión de recobrar nuestra organización sindical e iniciar el penoso camino de convertir a nuestro sindicato en un instrumento de lucha para los intereses mediatos e inmediatos de los trabajadores.

Cuatro años han pasado donde ha estado presente la lucha por defender nuestros intereses económicos, mejorar nuestras condiciones laborales y avanzar paralelamente en la construcción de un sindicato democrático. Frente a los diversos problemas laborales como son las revisiones de convenios departamentales y la firma de otros donde no existían; la lucha por aumentos de salario y las revisiones contractuales, además del pronunciamiento de nuestro sindicato frente a los diversos problemas del país, sólo se ha podido conseguir en la medida en que los trabajadores, hemos entendido que la lucha por la democracia es fundamental para mejorar nuestras condiciones de vida y de trabajo. En este proceso hemos  venido  comprendiendo que la fuerza real de los trabajadores está en la organización y las formas de lucha adecuadas para cada periodo de nuestro movimiento, que los representantes sindicales, si bien juegan un papel en cuanto tienen responsabilidad de señalar sus puntos de vista sobre los problemas de nuestra organización, en última instancia son los trabajadores quienes dicen la última palabra y para ello la discusión libre y abierta de las diferentes ideas, de los diferentes puntos de vista y proyectos políticos es la mejor garantía de la defensa de nuestros intereses.

Nos hemos opuestos a que vuelvan los tiempos en que un grupo decida por la voluntad de los trabajadores, nos hemos opuesto a prácticas sindicales que en el pasado sirvieron para someternos vuelvan  a ser aplicadas en nuestra organización. Por ello nos opusimos a que en la convención de 1977, con métodos que nada tuvieron de democráticos, se ampliara el periodo de 2 a 4 años del actual Comité Ejecutivo Nacional, nos opusimos a que se firmara “bajo la responsabilidad” del secretario general la revisión salarial de 1977.

Reprobamos y nos opusimos que bajo cargos inventados y violando los estatutos se sancionaran 79 compañeros, la mayoría de ellos representantes sindicales que han estado jugando un papel importante en la lucha por la democracia sindical y la defensa de nuestros intereses laborales, por el único “delito” de disentir con el Comité Ejecutivo Nacional y Comité Nacional de Vigilancia. Como se ve, la lucha para que sean realmente los trabajadores quienes decidan no ha sido un camino fácil en estos últimos cuatro años de vida sindical en nuestra organización.

2.- En la lucha por conseguir mejores condiciones de vida y hacer frente a la crisis económica, nos hemos visto obligados a recurrir a la huelga, no porque a los trabajadores nos guste, ni porque seamos “subversivos” sino por la negativa  de conceder lo que con justeza reclamamos en las revisiones salariales y contractuales, y la creación de un convenio para las compañeras. Al hacer uso del derecho de huelga, plasmado en nuestra constitución, nos hemos visto obligados a defender este derecho, que no es sólo una bandera de nuestra organización sino de todo el movimiento obrero.

En nuestra lucha por la aplicación y defensa de nuestros intereses laborales así como la defensa del derecho de huelga, hemos contado con pronunciamientos del Congreso del Trabajo y de organizaciones sindicales que se mantienen fuera de él. Esta experiencia nos ha enseñado que frente a los problemas de los trabajadores es necesario recurrir a la solidaridad de todo movimiento obrero sin sectarismos y poniendo por delante los intereses de los trabajadores. El respeto entre las organizaciones sindicales y la solidaridad y la ayuda mutua son básicas para el avance de nuestras conquistas laborales. Así como hacer frente al injusto reparto de la riqueza que priva en el país.

En los estallamientos de huelga, en las movilizaciones que hemos realizado han estado presentes las presiones de todo tipo. En lo interno hemos tenido que vencer la resistencia de algunos representantes sindicales y luchar porque sea respetada la voluntad de los trabajadores, así como manifestamos en contra de aquellos compañeros que, sirviendo a intereses ajenos, se han prestado a prácticas de esquirolaje el seno de nuestra organización; en lo externo hemos tenido que manifestarnos y oponernos a la violación del derecho de huelga.

3.- Por primera vez y después de 18 años, los trabajadores del STRM, entramos en un proceso electoral para elegir a nuestra representación sindical la primera reforma estatutaria promovida por el CEN para ampliar su periodo nada más retardó lo inevitable. Que los trabajadores hicieran uso del voto directo, universal y secreto para nombrar a la dirección sindical de nuestra organización, a pesar de que el ejercicio de este derecho tendría enormes obstáculos que había que vencer:

a) El CNE y el CNV en 1979 promovieron una nueva reforma, que les permitió “por esta única vez” participar en el proceso electoral. Esta reforma, igual a la de 1977, no fue el producto de una amplia discusión en la base y las prácticas antidemocráticas nuevamente se repitieron.

b) Una vez iniciado el proceso electoral, las violaciones a los estatutos y a la convocatoria no se hicieron esperar. No se elaboró el padrón electoral, en lugar de 28 boletas, una para cada puesto sindical como lo marcan los estatutos, solo se presentaron tres en las votaciones, las urnas fueron sacadas de los recintos sindicales y llevadas a los centros de trabajo sin la presencia del represente de la planilla de los trabajadores (“Naranja”) al que no se le consiguió permiso para que estuviera presente en las votaciones, el CEN y el CNV haciendo uso de la representación y la utilizaron para su campaña electoral amén de una cantidad de irregularidades que se cometieron en el mismo proceso.

Bajo estas condiciones no se puede hablar de que en este proceso electoral predominó la democracia. La mayoría de la base manifestó su desconfianza, prueba de ello, fue la abstención aproximada de diez mil trabajadores. Una vez concluida la votación, el CEN proclama su triunfo a la base, ante la base y ante la opinión pública con datos falsos. Posteriormente ocho miembros de la Comisión Nacional Electoral desconocieron el proceso electoral y los seis miembros restantes avalaron dicho proceso. Más tarde, el 26 de julio, el CEN convocó a una reunión de secretarios generales y delegados departamentales con el fin de convencer a la opinión de que la planilla verde había triunfado y descalificar a los ocho miembros de la comisión electoral. Acto seguido se visita al Congreso del Trabajo, al secretario general de la CTM Fidel Velázquez y, al secretario del Trabajo y Previsión Social para solicitar que no intervengan fuerzas extrañas en nuestro sindicato. Lo mismo hacen posteriormente los ocho miembros de la comisión electoral.

La base ha estado ausente en todos estos acontecimientos: “todos proclaman que los trabajadores decidan, sin embargo nadie acude a ellos para que en forma democrática se ventile el problema electoral de nuestra organización “.

La planilla de los trabajadores frente todos estos acontecimientos que se han venido dando en el proceso electoral manifiesta:

1.- Que en las elecciones para elegir al CEN, CNV y presidentes de las comisiones nacionales se violaron flagrantemente nuestros estatutos. Por lo tanto no se puede declarar ninguna planilla triunfadora.

2.- Frente a la comisión nacional electoral que actualmente se encuentra dividida, ni los ocho miembros pueden convocar a nuevas elecciones ni los seis restantes pueden avalar el triunfo de una planilla.

3.- Es la convención, como órgano máximo de gobierno de nuestro sindicato, quien debe tomar las medidas convenientes para llevar adelante un nuevo proceso electoral donde prive la democracia y realmente sean los trabajadores quienes elijan libremente a nuestra próxima representación sindical.

4.- Que los problemas internos de nuestra organización los deciden los trabajadores sin ninguna intromisión extraña venga de donde venga, pues los telefonistas hemos madurado lo suficiente para aceptar ninguna tutela en los asuntos de nuestra organización.

5.- Por lo tanto, la convención debe nombrar una nueva comisión nacional electoral que garantice que las nuevas elecciones se apeguen a lo estipulado en nuestros estatutos, para que el comité electo obtenga el consenso mayoritario de las bases de nuestro sindicato.

Por otra parte, mucho se ha hablado de que nuestro sindicato se encuentra en peligro, la planilla de los trabajadores no duda de esto, la reinstalación de personas ligadas a los representantes sindicales destituidos en 1976 y el sostenimiento en nuestro sindicato de personas que en la pasada huelga se prestaron a prácticas de esquirolaje, ha dado pie que en nuestra organización se desarrolle un grupo de gentes que indudablemente no representan los intereses de los trabajadores sino los del capital.

La forma de oponernos a los peligros que acechan a nuestra organización y por tanto fortalecer a nuestro sindicato sólo podemos encontrarlas en la organización y movilización de los trabajadores. Tener claro que construir un sindicato al servicio de nuestros intereses no puede quedar en manos de un grupo por muy buenas intenciones se tenga que combatir al esquirolaje y a quienes pretenden regresar a los viejos tiempos, solo se puede lograr en la medida que los trabajadores tengan conciencia de lo dañino que representa que nuestro sindicato caiga en manos de esas personas, de ahí la necesidad de hacerle frente en todos los departamentos, centros de trabajo, secciones foráneas e ir fortaleciendo en este proceso a nuestra organización. De ahí la importancia de preservar y profundizar las prácticas democráticas y la condena de todo aquello que para defender intereses de grupo pretendan pasar por encima de la voluntad de los trabajadores.

 

¡¡Por nuevas elecciones democráticas!!

¡A las injerencias extrañas en nuestro sindicato opongamos la organización de los trabajadores!

¡Contra todo tipo de prácticas que lesionen la unidad de nuestra organización!

¡Contra las prácticas de esquirolaje que minan el derecho de huelga y la fortaleza de las organizaciones sindicales!

 

                                 Unidad, democracia y lucha social.

                               Planilla de los trabajadores (Naranja)

 

México D.F. 16 de agosto de 1980.

 

Responsables de la publicación: Oscar Castillo Gómez, Francisco Sandoval Carranza.