Como consecuencia de las innovaciones tecnológicas que se venían produciendo en el campo de la telefonía y al amplio plan para modernizar su planta telefónica, la Compañía Telefónica y Telegráfica Mexicana al recuperar sus instalaciones, incautadas por el gobierno federal en febrero de 1915, en la Ciudad de México, dio principio a la sustitución de las antiguas centrales de conmutación manual por centrales de tipo automático.
La instalación del nuevo equipo sería de tipo rotatorio (Rotary) mismo que había sido instalado en ciudades como Nueva York, Filadelfia y Chicago, poniéndose en práctica los mismos métodos utilizados por la International Telephone and Telegraph en las principales ciudades del mundo, por lo que los suscriptores podían estar seguros de que recibirían servicios telefónicos de la más alta calidad -según dijeron-, los representantes de la Telefónica Mexicana.
Los diversos componentes que formaban la nueva central, eran el resultado de la aplicación de los grandes y recientes descubrimientos científicos, pues cada parte parecía “haber sido diseñada para eliminar casi totalmente la intervención humana, en la operación de la conmutación telefónica, éstas máquinas son verdaderos cerebros que registran matemáticamente y con una precisión extraordinaria los números solicitados por los suscriptores y los buscan y seleccionan en un proceso que dura unos cuantos segundos, estableciéndose automáticamente la comunicación entre el teléfono del suscriptor que ha pedido el número y el teléfono con el cual, aquel desea hablar”.
Para llevar a cabo esta operación, la instalación de este “complicado mecanismo” requirió de una ardua labor que duró varios meses y una dedicación constante, como ejemplo del tiempo y el esfuerzo que se necesitaron para poner en operación a la nueva central “los instaladores de los equipos… (hicieron) varios millones de conexiones de piezas, cada una de ellas soldadas”.
Como parte de la nueva central, se instaló una planta generadora de energía eléctrica complementada por una unidad de emergencia y adicionada con acumuladores (baterías) que entrarían en funcionamiento en caso de la suspensión total del fluido eléctrico que llegaba a la central desde el exterior.
La capacidad de la nueva central, en particular la de Condesa fue de 20 mil líneas, pudiendo agrandarse con nuevos equipos, conforme lo fuera requiriendo el desarrollo de la zona y la demanda de los suscriptores.
Para instalar esta central, la Telefónica Mexicana requirió de personal especializado, al no existir éste, la Telefónica se vio obligada a reclutar estudiantes de las escuelas técnicas de la ciudad, ofreciéndoles como salario un peso diario y la promesa de convertirlos en Ingenieros en Telefonía, al mismo tiempo requirió de establecer una Escuela Telefónica, con el propósito de divulgar “los modernos adelantos de la ciencia telefónica”, además de formar a los nuevos técnicos para que con su “inteligencia y capacidad” se logrará llevar a feliz término la instalación y puesta en servicio de las nuevas centrales automáticas, con el propósito de sustituir 100 mil líneas de tipo manual.
La Telefónica Mexicana solicitó entonces la ayuda y cooperación de los usuarios del servicio, para hacer realmente eficiente la operación del equipo automático, pues éste requería de un manejo adecuado, sobre todo porque en los nuevos aparatos telefónicos venía integrado el disco automático, herramienta esencial para establecer la comunicación.
Para los usuarios, acostumbrados al trato directo con las operadoras, el cambio no debió ser fácil, pues la Telefónica se vió obligada a formar un equipo especializado de instructores, con la intención de visitar las casas de los suscriptores, para instruirlos sobre el correcto manejo de los nuevos aparatos, además de publicar en su directorio, un instructivo con este fin.
La central Condesa entró en operación el 14 de abril de 1928 y, era el principio para transformar totalmente el equipo de conmutación manual por el “más moderno y eficiente de conmutación automática”, es decir, la sustitución de 100 mil líneas de tipo manual por automático, que era en opinión de la Telefónica Mexicana, para beneficiar al público usuario.
La Compañía Telefónica señaló que los equipos instalados en la central Condesa estaban diseñados para “proporcionar un servicio perfecto dentro de lo humanamente posible”, por lo cual se requería de la cooperación de los usuarios, a los que se les pidió a través del instructivo, siguiera las siguientes reglas para el adecuado uso del teléfono.
Los pasos que deberían seguir los usuarios, señalados en el instructivo eran los siguientes:
“Supongamos que el número con el cual desea usted comunicarse es el P-2859.
1.- Descuelgue el audífono del gancho.
2.- Escuche hasta oír la señal de marcar, es un zumbido continuo (equivalente al ¿Qué número? De la operadora), indicando que la línea está lista para que usted comience a marcar el número deseado.
3.- Cuide usted de no colgar el audífono mientras dura la operación de marcar.
4.-Después de oír la señal de marcar, introduzca el dedo en la abertura del disco correspondiente a la letra P.
5.-Haga girar el disco hacia la derecha hasta que el dedo tropiece con el tope de parada, después retire el dedo, dejando que el disco regrese libremente a su posición normal.
6.- Repita después la misma operación para cada una de las cifras siguientes, en el orden que aparecen, primero la cifra 2, después la cifra 8, en seguida la cifra 5 y finalmente la cifra 9. Una vez que se haya terminado de marcar, oirá usted la señal de ocupado que es una serie de zumbidos poco frecuentes, indicando que están sonando los timbres del teléfono deseado, es la señal de llamada.
7.- Si la línea no esta ocupada, oirá usted la señal de ocupado que es una serie de zumbidos más frecuentes, indicando que están sonando los timbres del teléfono deseado, es la señal de llamada.
8.- Si la línea está ocupada, oirá usted la señal de ocupado, que es una serie de zumbidos más frecuentes y fuertes que es la señal de llamada, en este caso, cuelgue el audífono y repita más tarde la operación completa.
Para llamar a los teléfonos no automáticos, es decir, aquellos cuyos números no aparecen en el suplemento del directorio, no marque usted el número deseado, sólo la cifra correspondiente a la central del teléfono que desea, como se expresa más adelante, le contestará una operadora y a ella le pedirá usted la comunicación. Si el teléfono deseado es: Juárez, Hidalgo o Morelos, marque 1. Si el teléfono deseado es Neri, Rojo o Negro, marque 3.
Si está en Mixcoac, San Ángel, Guadalupe, Coyoacán o Tlalpan, marque 3.
Información: para pedir un número que no aparece en el directorio, en el suplemento, marque 3.
Quejas: para informar de alguna irregularidad en el servicio, marque 1.
Larga distancia: para pedir comunicación con un teléfono que está fuera del Distrito Federal, marque 1”
Junto a la central Condesa, el 8 de septiembre entró en operación la central Santa María con una capacidad para 20 mil líneas, esta moderna central telefónica: “Es indudablemente algo que sustituye milagrosamente las funciones del cerebro humano, un organismo verdaderamente extraordinario que resuelve por sí solo, infinidad de problemas, en los cuales todavía hay en muchas partes del mundo, donde interviene la mano del hombre”.
La nueva central, junto con la de Condesa tenían como característica ser más rápidas y exactas, pues eliminaban la intervención de la operadora para comunicar a los teléfonos en servicio, pues “recoge los impulsos magnéticos que el suscriptor manda, valiéndose del disco automático en su aparato y selecciona rápidamente el número elegido por el mismo suscriptor, poniendo a su teléfono automáticamente en contacto con el teléfono deseado”.
Para poder suministrar el servicio automático, en la central Santa María fue necesario instalar una red exterior cuya extensión alcanzó 15 921 metros de ductos subterráneos; 16 pozos de visitas; 6 326 metros de cables aéreos; 255 postes y 106 cajas terminales. El desarrollo de los hilos que formaban parte de la planta exterior, contenidos en los cables subterráneos y aéreos, alcanzaban un total de 9 980 100 metros”.
El 17 de agosto la central Condesa conectó sus líneas con las de la Condesa y los primeros días del mes de octubre, se terminó la automatización del sistema en las centrales de Tacuba y Atzcapozalco, a mediados del mismo mes, las de San Ángel y Mixcoac, conectándose las primeras a la central Santa María y las dos últimas a la central Condesa. Finalmente el 31 de octubre entró en operación la central Peralvillo.
El 22 de septiembre de 1928 dio comienzo la construcción en la calle de Madrid núm. 4 del edificio de lo que sería la central Principal de la Compañía Telefónica y Telegráfica Mexicana, la “Casa del Teléfono”, con la que quedaría concluida la automatización del sistema telefónico en la Ciudad de México.
Casi un año después, el 21 de diciembre de 1929 es puesta en operación la central a la que se le pone el nombre de Principal, donde la Telefónica Mexicana puso de manifiesto que el sistema automático era el más adecuado para las necesidades de la época por su rapidez y exactitud.
El equipo que se instala también es de tipo ROTARY, con una capacidad para 40 mil líneas, pero al momento de ser puesta en servicio, lo hace con 15 mil líneas, por lo más tarde serán instaladas las 25 mil restantes.
En ceremonia oficial, se pone en funcionamiento el sistema alrededor de las 6 de la tarde, cortándose las líneas manuales 6 horas después, con un cambio total de energía, experiencia que había dado buenos resultados, en la puesta en operación de las centrales anteriores.
En el edificio de la central Principal (hoy Madrid), quedó instalado el servicio de larga distancia, atendido por trece operadoras, 9 diurnas, 2 nocturnas y 2 vigilantes. Con la puesta en servicio de la central Principal, dejaron de funcionar las centrales de Nerí y Juárez, las más antiguas de la Compañía Telefónica y Telegráfica Mexicana en la Ciudad de México.
El nuevo equipo fue de tipo rotatorio, contenía buscadores, selectores, registros, etc., montados en armazones denominados Switch-Racks, lo más avanzado en composición automática para la época.
La descripción técnica de éste equipo se la dejaremos a Carlos Rodríguez Canseco, Telefonista de centrales quién en forma breve y sencilla nos explicará como se llevaba a cabo la conmutación entre dos suscriptores conectados a una central de este tipo, así como las ventajas y facilidades que este nuevo servició proporcionó.
El sistema telefónico automático es indiscutiblemente más ventajoso para la empresa y reporta mayores utilidades, porque la maquinaria necesaria es de larga duración, de fácil mantenimiento y el personal que se requiere es muy reducido en comparación con el antiguo sistema de conexión manual. Por ejemplo, una de nuestras centrales de 15 mil líneas puesta en servicio en 1929 y con probabilidad de duración de 40 años, es atendida por 15 trabajadores, ciertamente que es personal escogido por su eficiencia para la mejor conservación del equipo que, por complicado en su aspecto mecánico y eléctrico requiere de una reparación especial, obtenida satisfactoriamente con trabajadores mexicanos, puesto que no laboran en ninguna de nuestras centrales, ningún trabajador extranjero.
La rapidez en las comunicaciones y lo preciso de su funcionamiento, es altamente ventajoso para el público, aparte de la garantía que se obtiene para el suscriptor de absoluta discreción en sus conferencias telefónicas, por no intervenir en ellas ningún personal.
Es verdaderamente ingenioso el funcionamiento de este equipo, puesto que se reproducen todas las características del servicio manual y con un margen de eficiencia superior, ya que es requisito al que están sujetas todas las centrales del sistema, el que no se permita en la conmutación, debido a descomposturas en el equipo, MÁS DE UNA FALLA EN CADA 100 LLAMADAS.
La central de 15 mil líneas a que nos referimos, puede satisfacer el requerimiento de 200 suscriptores que deseen comunicarse simultáneamente como si estuvieran en servicio 200 operadoras y dejar conectados a unos 1 200 abonados. Esas conexiones están perfectamente diseñadas de acuerdo con estudios de tráfico en casa ciudad y rumbo y de acuerdo con esto, se calcula la cantidad de máquinas.
Un suscriptor que desea comunicarse con otro, que requiere servicio de larga distancia, de información, de quejas, etc., levanta su audífono del gancho y en esta forma se conecta instantáneamente en la central, en donde un grupo de máquinas que se llaman buscadores de abonado, comienza a girar hasta que una de ellas localiza en función eléctrica y lo enlaza a lo que podríamos llamar la parte más importante de este equipo, los registradores que son máquinas que se encargan de proporcionar al suscriptor un tono o señal de marcar, que equivale a la pregunta de una operadora que interroga sobre la clase de servicio que desea. El suscriptor manifiesta su deseo marcando en el disco que existe en cada aparato, el número del otro abonado a los números correspondientes a los servicios especiales.
Recibidos los impulsos que se marcan en el disco del teléfono, el registrador que los recibe, comienza a hacer la selección correspondiente en los grupos de selectores…, encargándose cada uno de los diferentes grupos de selectores de una determinada función, con el objeto de que el último de esos conecte al suscriptor que llama al abonado deseado, encargándose de mandar una corriente de llamada para que le anuncie la solicitud del servicio, así como también le indica al que llama, si el teléfono que requiere esta libre u ocupado.
La comunicación en las centrales automáticas es muy rápida, ya que solo requiere de unos siete segundos después de marcados los números en el disco, para que se encuentre terminada la comunicación del suscriptor llamado.
El registrador, es el cerebro mecánico que pregunta el servicio solicitado, recibe la respuesta del suscriptor valiéndose de uno de los selectores a manera de brazos, localiza al abonado que desea y queda de inmediato hecha la selección libre para seguir prestando un servicio similar, quedando los dos abonados conectados entre sí.
Todas estas llamadas descritas en forma simple, son en sí muy complicadas y pasan por un sinfín de operaciones electromecánicas, bastenos (sic) solo decir que aproximadamente se establece una comunicación a través de 4 mil contactos y de una maquinaria que debe estar perfectamente ajustada, limpia y probada constantemente. La desconexión cuando termina una conmutación se efectúa en un periodo de tiempo muy reducido y todas las máquinas que entraron en función, vuelven a su posición de aptas para el servicio.
Existe en las centrales toda una serie de circuitos que tienen como finalidad hacer pruebas de eficiencia, indicar con un detector, un suscriptor que deja su teléfono descolgado, falla de corriente, cruzamiento de cables en la planta exterior y un sinfín de detalles…”.
La introducción de las modernas centrales telefónicas tipo Rotary en 1928, provocó que setenta y cinco por ciento de las operadoras quedaran sin trabajo, como consecuencia del inevitable progreso. Consumado el radical cambio “solo unas cuantas de aquélla centena de operadoras” quedaron al servicio de la Telefónica Mexicana, terminaba así la época del ensueño, cuando trabajadores masculinos fueron reclutados para “atender la serie de cachivaches que sustituían las ausencias femeninas”.
Con la automatización de las centrales telefónicas, el único servicio que se proporcionaba a través de las operadoras, fue el de larga distancia, que utilizaba más números para realizar la conexión, por lo que al escuchar éstas el número “cruzan hasta los dedos de los pies”, por lo que La Telefónica contrató a 13 operadoras con conocimientos del idioma inglés, oficialmente adoptado para las conferencias internacionales. El usuario que utilizaba este servicio “hablaba a discreción, quedando al criterio honrado de la operadora, cuanto importaba (costaba) su conferencia”.
Otro nuevo servicio proporcionado por la Telefónica Mexicana fue el de información (3) y el de quejas (1), al que poco apoco se fueron integrando algunas de las operadoras desplazadas.
Con la desaparición de las centrales Neri y Juárez, quedó terminada la sustitución de todas las líneas de conmutación manual en la Ciudad de México, por lo que la Telefónica Mexicana solicitó a sus suscriptores se abstuvieran de marcar los números 1 y 3 para llamar a los teléfonos de tipo manual y el servicio de quejas, por lo que de ahora en adelante para solicitar un servicio especial, bastaba con solicitarlo directamente marcando el número en el disco. Los nuevos números asignados a estos servicios fueron: Bomberos (01); Policía (02); Hora exacta (08); Larga distancia (09); Información (03) y Quejas (05).
El inevitable reajuste provocado por la automatización, afectó también a los departamentos de PBX, al departamento de Cables y al de Reparación de Aparatos, por lo que la Telefónica Mexicana y el Sindicato Nacional de Telefonistas acordaron reestructurar los escalafones de dichos departamentos para efectuar una estricta vigilancia y evitar que se produjeran nuevos despidos, ya que la Compañía Telefónica pretendía aumentar las labores de los telefonistas que quedaron en servicio, por lo que los trabajadores afectados, deberían dar aviso de inmediato al sindicato sobre las afectaciones a los escalafones.
A pesar de que la Telefónica se comprometió también a respetar las condiciones y las indemnizaciones de ley, así como las compensaciones establecidas en el Contrato Colectivo a favor de los telefonistas despedidos, de 249 casos presentados, solo 150 fueron resueltos favorablemente, los telefonistas que continuaron trabajando lograron nivelación de salarios por cambios de categoría, el costo para la Compañía por este concepto fue de 23 519 58 pesos y pagó “por indemnizaciones, tres meses 106 121 86 pesos; por derechos de antigüedad 67 522 80 pesos, total 197 164 24 pesos”. Los telefonistas entraban a la modernidad.
Respecto a los usuarios, éstos opinaron que los beneficios que traía consigo la automatización eran falsos, porque sí el servicio telefónico antes del cambio era malo, después fue pésimo.
La Telefónica había anunciado profusamente que con la adopción de los aparatos automáticos, las comunicaciones ganarían por todos conceptos, pues las equivocaciones de las operadoras, la tardanza de éstas para contestar “las malas jugadas que hacían a veces a los clientes, cortando las llamadas”, quedarían eliminadas.
Las causas del descontento eran que el nuevo sistema se había conectado –en algunos casos- al antiguo y el ajuste entre los dos, había resultado perjudicial, ya que los aparatos automáticos tardaban en producir el zumbido o tono para marcar, y cuando se lograba la comunicación se producían “ruidos ensordecedores”, las conversaciones frecuentemente se cruzaban y a los abundantes “repiques” del sonido, debían agregarse los cortes bruscos de la comunicación.
Así, cuando el usuario intentaba restablecer la comunicación por medio del aparato automático, se encontraba con que al número que había llamado, estaba ocupado, pero si le urgía la comunicación, tenía que hacerlo a través del sistema antiguo, pues “la telefonista que se encarga de contestar (decía) que ella no tenía la culpa de la interrupción”
A estas anomalías se sumaba el que la Telefónica Mexicana hacía caso omiso de las quejas de los usuarios, obligándolos a pagar como si el servicio fuera realmente bueno: “Como esperar que la empresa telefónica oiga al público, si precisamente peca sobre todo de no oírlo”, obligándolo a “volverse loco llamando al teléfono, sin que nada ni nadie le conteste”.
El mal servicio proporcionado por la Telefónica Mexicana hizo que un “abonado” hiciera el siguiente calculo: “El término medio del tiempo que se necesita gastar para obtener una comunicación, debe calcularse en cinco minutos. Supongamos que son cinco mil personas que diariamente piden que las comuniquen; entre todas desperdician 25 000 minutos, o sea unas 416 horas, o lo que es lo mismo 52 días de trabajo, que como se sabe, son de ocho horas. Es absurdo que se pierdan casi dos meses diariamente de un tiempo que podría dedicarse a trabajar, en provecho de todos, solo por culpa del mal servicio telefónico”, independientemente de lo que “se gasta de energía nerviosa y de bilis”.