Dentro del número de huelgas llevadas a cabo en 1921, destaca la de los telefonistas de la empresa telefónica sueca Ericsson; principalmente por la gran solidaridad y simpatía (además de los compromisos adquiridos en la Convención Radical roja, celebrada en febrero de 1921), que se ganó de las demás organizaciones obreras afiliadas a las que más tarde sería la Confederación General de Trabajadores y al Sindicato Mexicano de Electricistas.
La gran solidaridad obtenida por los telefonistas, fue otorgada en respuesta a la enorme capacidad combativa mostrada durante la huelga y porque en ella participaban personajes como Alberto Araoz y Benjamín Quezada, reconocidos militantes del movimiento obrero en 1921, prueba de esa solidaridad es la presión ejercida por los demás sindicatos para que la huelga fuera resuelta a favor de los telefonistas.
Si no fueron satisfechas completamente las demandas de los trabajadores, cuando menos obtuvieron el triunfo en las demandas planteadas durante el movimiento.
Quede entonces como testimonio, la lucha de aquellos telefonistas, que con grandes sacrificios sentaron las bases de lo que hoy es el Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana.
Queda también como ejemplo, para los que hoy formamos parte del Sindicato de Telefonistas, de que solo a través de la unidad y la solidaridad es como se obtienen los grandes triunfos, unidad que no hemos alcanzado y solidaridad de que, a pesar de ser un sindicato de “izquierda”, no somos capaces de proporcionar por razones “tácticas” o simplemente por el temor de algunos “dirigentes” a perder sus posiciones políticas que por tanto tiempo buscaron en otro lado y que hoy, a través de nuestra organización, quieren consolidar.
Quede claro entonces, que la solidaridad siendo un factor importante en la lucha de los trabajadores –sea legal o ilegal- debe ser proporcionada por todos y para todos los trabajadores consientes de su condición, luchan por liberarse. Esto, a pesar del miedo de algunos de nuestros dirigentes.
Con la participación del Sindicato de Obreros y Empleados de la Empresa de Teléfonos Ericsson, en la fundación de la Federación Comunista del Proletariado Mexicano, se inicia una larga tradición de lucha dentro del movimiento obrero mexicano, trayectoria que llevaría a Alberto Araoz (miembro prominente del Comité pro-huelga en 1921), a la Secretaría General de dicha Federación, el 5 de septiembre de 1920 y en cuyo discurso inaugural declaraba “Siendo los tiempos que corremos, de lucha y agitación revolucionaria, creemos una necesidad ingente la concentración de todas las energías obreras hacia un fin determinado; consecuentes con esta indiscutible verdad y siendo nuestro propósito llegar a efectuar la fusión de todas nuestras fuerzas, hacemos el llamamiento para el efecto de todas las organizaciones obreras, seguros que, diligentes, responderán a la necesidad por todos sentida, con el objeto de subsanar la diferencia, al mismo tiempo que de mantenernos, como clase, a la altura del proletariado industrial.
Sabido de todos es que, hasta hoy, no se ha efectuado una Convención Obrera donde todo el proletariado de la región mexicana hubiera tenido representación; a llenar este vacio viene la presente iniciativa, porque juzgamos madura la época en que las fuerzas vivas de los productores, sean usadas con el mejor éxito en beneficio propio y no encontramos otra solución al problema, que reunir esas fuerzas bajo una forma de organización, tácticas y finalidad unisonas, para luchar vigorosamente con el bien organizado enemigo común: el capitalismo”. (1)
Para febrero de 1921, la Convención Radical Roja decidió unir sus esfuerzos y formar oficialmente la Confederación General de Trabajadores, a cuya fundación acudió Alberto Araoz, como representante de la Federación de Jóvenes Comunistas Libertarios del D.F. y Benjamín Quezada por el Sindicato de Empleados y Obreros de la empresa Ericsson. Es dentro de éste contexto que, el viernes 6 de mayo de 1921 “alegando antiguas demandas, las operadoras y obreros de la Compañía de Teléfonos Ericsson”, (2) se declararon en huelga.
En efecto, la huelga la justificaban los telefonistas con demandas como el mejoramiento de los salarios, pago de atención médica durante todos los día que perdurara la enfermedad, además, les fueran pagados sus sueldos completos por el tiempo que durara la huelga, ya que éste punto “fue acordado entre la Gerencia y el Sindicato de Obreros y Empleados de la Compañía telefónica Ericsson, en un convenio-pacto autorizado por la Presidencia”. (3)
Solicitaban también que se cumpliera con la orden de pagar salarios iguales para trabajos o categorías iguales, como era “el caso de Alberto Ortega, que ocupaba el mismo puesto que Adelaido Rosas”, y que al telefonista Máximo Romero “se le atienda y se le paguen sus salarios con la categoría que disfrutaba anteriormente”. (4)
Otra de las exigencias de los telefonistas era que se les diera buen trato, ya que el jefe de la empresa, señor Helge Rost, en diversas ocasiones “se ha excedido en su comportamiento”, por el cual los huelguistas solicitaban una actitud “digna y acomedida con los empleados y obreros”. (5)
Por su parte la gerencia, de la Ericsson declaraba respecto al primer punto que “se sujetara a la Constitución, y respecto a las otras la resolverá satisfactoriamente”. (6) En tanto los lideres de los telefonistas Benjamín Quezada, Alberto Araoz, Fernando Santamaría, Perfecto Álvarez y Petra Ruiz, después de consultar con el Comité Pro-huelga decidieron solicitar la intervención del gobernador del D.F. para solucionar el conflicto. Mientras tanto, en el local del sindicato, situado en la calle de San Jerónimo, durante el día y parte de la noche se celebraban asambleas y animados mítines. Durante éstos los oradores elogiaban la actitud tomada por la mayoría de los telefonistas y hablaban extensamente del ideal comunista que “entre la clase media, está logrando sus mejores adeptos”. (7) Entre los oradores, una telefonista tomó la palabra y exclamó “Nosotras las telefonistas, explotadas miserablemente por esos hombres sin conciencia, por esos extranjeros que no saben cumplir su palabra empeñada, estamos unidas y vinculadas con las clases laborantes en general, porque nuestras son sus aspiraciones, sus sufrimientos y sus rebeldías. Compañeras y Camaradas, se que nuestra huelga se solucionará pronto, tal como nosotras queremos, porque de nuestra parte está la razón y la justicia; pero si eso no sucediera, todas nosotras lucharemos hasta vencer. ¡Viva el Comunismo!”. (8)
El paro detonó a las 6.30 de la mañana, el Comité Pro-huelga inmediatamente dio aviso del estallamiento de la huelga a las diversas organizaciones locales metropolitanas que “entusiasta y espontáneamente juraron protestar solidaridad” (9) a los telefonistas en huelga.
Electricistas, tranviarios, panaderos, trabajadores de Hilados y Tejidos, la Confederación General de Trabajadores, así como los telefonistas de la compañía competidora Telefónica y Telegráfica Mexicana, se declararon dispuestos a secundar la huelga. El 11 de mayo, el Sindicato Mexicano de Electricista anunció que había secundado el paro, solicitando al mismo tiempo, que se aplicara el Artículo 33 constitucional al gerente de la Ericsson, señor Erik Ostlund, mientras el gobernador del D.F, Celestino Gasca, decidió intervenir al considerar que “las peticiones de los huelguistas son justas y están dentro de la Ley, muy especialmente en lo que se refiere a las atenciones médicas que les debe proporcionar la empresa”. (10)
La Ericsson como siempre, se mostraba intransigente y por medio de la intimidación, trataba de romper la huelga, ya que amenazaba a los huelguistas con quitarles las casas que les había proporcionado, además hizo uso de los esquiroles, pero éstos anunciaron que “abandonarían el trabajo sí en dos días más no se solucionaba el conflicto”, (11) al mismo tiempo que los telefonistas de la Mexicana se negaron a prestar ayuda a la empresa Ericsson.
Para el día 12, la Confederación General de Trabajadores volvió a amenazar con la huelga general y otorgó 72 horas de plazo para que se alcanzara un arreglo, en tanto los telefonistas de la Mexicana (cuyo local se encontraba en el Callejón de San Antonio) dio aviso al gerente general, Señor Enrique Braceda , que “por espíritu de solidaridad, estaban dispuestos a declarar la huelga”. (12)
Ante la prolongación del conflicto, las partes en pugna decidieron pedir la intervención del Presidente de la República, general Álvaro Obregón, quien después de escuchar un detallado informe de la situación que le rindió el jefe del Estado Mayor Presidencial y, después de dialogar con Celestino Gasca, intervino efectivamente y el conflicto quedó solucionado.
Así, después de diez días, terminó la huelga en la empresa de teléfonos Ericsson y el convenio que firmó con el sindicato quedó como sigue: 1) No se pagaría el primer día de ausencia por enfermedad no profesional, los siguientes 14 días el trabajador enfermo percibiría su sueldo integro, los siguientes 15 días se le pagaría medio sueldo y, en ningún caso pagaría un día más de los 29 estipulados: 2)La empresa pagaría el 50% de los sueldos y jornales por el tiempo que duró la huelga; 3) Todos los obreros ocuparían los mismos puestos que tenían antes de la huelga y 4) tanto la empresa como el sindicato se comprometieron a no ejercer ningún tipo de represalias.
Con el termino de la huelga quedó demostrado, una vez más, la solidaridad de las demás organizaciones obreras del Distrito Federal con los telefonistas, ya que éstas proporcionaron más de 9000 pesos para compensar las parte del sueldo que no fue pagado por la Ericsson.
Notas:
1.- Araiza, Luis. Historia del Movimiento Obrero Mexicano, México, citado por Guillermina Baena Paz, “La Confederación General de Trabajadores (1921-1923)”, Revista Mexicana de Ciencias Políticas, núm. 83, año XXI, Nueva Época, enero-marzo, 1976, p120-121.
2.- El Demócrata, sábado 7 de mayo de 1921.
3. Ibid.
4.-Ibid.
5.- Basurto, Jorge “El proletariado industrial de México (1850-1930) UNAM, 1975, p. 231-232.
6.-El Demócrata, op. cit.
7.- Ibid.
8.- Ibid.
9.- Ibid. 11 de mayo de 1921.
10.- Ibid.
11.- Basurto, Jorge, op. cit.
12.- El Demócrata, jueves 12 de mayo de 1921.
“La huelga en los teléfonos Ericsson”.
Ayer el “paro” fue de once minutos, hoy será de veinte, mañana de una hora y después el público repicará inútilmente en los aparatos de la Compañía.
Aún cuando ayer algún periódico de la tarde informó que no se había suspendido ni por un segundo el servicio en la Compañía Ericsson manifestaron que el anunciado “paro” de protesta se registró a las once de la mañana, terminado doce minutos después. Esta suspensión del servicio fue notada muy especialmente en la Presidencia de la República y otras oficinas, en donde no dejó de extrañarse el pésimo servicio de dicha empresa.
Pero como quiera que la actitud asumida a dicho respecto por los elementos organizados, no la ha tomado en cuenta la gerencia, no obstante que está obligada a ello puesto que de por medio están los intereses del público en general, los obreros y empleados de la Ericsson paralizaron sus trabajos nuevamente hoy, durante veinte minutos, y el día de mañana sucederá otro tanto, aunque por tiempo mayor, hasta que se llegue el día que los tranviarios y otras organizaciones metropolitanas secunden los paros de protesta del Sindicato de la Ericsson, por solidaridad y durante una o dos horas.
Lo grave del caso es que si la interrupción del servicio perjudica en mucho a los interese de los abonados, éstos habrán de protestar necesaria y forzosamente por estas irregularidades provocadas por la gerencia de la negociación. Por lo demás debe hacerse constar públicamente, que los cargos formulados en contra de la Directora, Guadalupe Ochoa, son de tal índole, que por respeto a nosotros mismos no los damos a conocer, aunque sí manifestaremos que dicha empleada así como una persona de su familia han llegado hasta insultar públicamente a varias señoritas telefonistas.
Para evitar la enérgica protesta que se avecina, por parte de los suscriptores, y para evitar que se llegue a la consumación de actos violentos, y que estas dificultades interiores de dicha empresa tomen conocimiento las autoridades, se reclama la justa equidad por parte del gerente.
Nota: AGN, Ramo del Trabajo, leg. 1 Exp. 1253/1921.