Apuntes para la historia del STRM

La introducción del servicio telefónico en México obedece, en el nivel más general, al desarrollo natural del progreso técnico y a la investigación científica. Es así, que a escasos dos años de haber sido obtenida la patente por Alexander Graham Bell para explotar el servicio telefónico, se inician en México las pruebas concernientes a la posible instalación de una red telefónica más extensa. Esta primera prueba se llevó a cabo el 14 de marzo de 1878 entre la Ciudad de México y Tlalpan “oyéndose las palabras con tal perfección que hasta el metal de la voz (sic) de cada una de aquellas se distinguió perfectamente”. (1)

Meses más tarde, el 30 de diciembre del mismo año, se autorizó al señor Alfredo Westrup y Compañía para instalar la primera red telefónica en la Ciudad de México. El servicio quedó instalado para unir telefónicamente a las comisarías de policía, que eran seis, con la Inspección General. Ha ésta con el Despacho del Gobernador de la capital y a la oficina de éste funcionario con la del Secretario de Gobernación, como consecuencia de los múltiples robos y asesinatos que se efectuaban en la ciudad, (2) quedando establecido el servicio, de hecho, cuatro años más tarde, cuando inició sus operaciones la Compañía Telefónica Mexicana en el año de 1882, con un capital de dos millones de dólares, mientras que la Compañía Telefónica de Chihuahua y Durango lo hizo con un capital de 27 mil dólares, para explotar el servicio en aquellos Estados. (2)
Fue durante el gobierno de Manuel González cuando se otorgó la primera concesión a una empresa norteamericana para explotar el servicio telefónico, por lo que el 18 de mayo de 1884 la Compañía Telefónica Mexicana S.A. organizada bajo las leyes del Estado de Nueva York y subsidiaría de la entonces Compañía Telefónica Continental de Massachusets, (3)obtuvo el permiso para introducir al país, libre de impuestos, todo el equipo necesario para la instalación de líneas, centrales y redes, publicando cuatro años más tarde, el primer Directorio Telefónico en el país, el cual registró poco más de 800 suscriptores. (4)
El lapso de la vigencia de la concesión tuvo una duración de 6 años, por lo que a su término, en el año de 1890, fue necesario renovar dicha concesión por 12 años más, al mismo tiempo que la Compañía Telefónica Mexicana iniciaba negociaciones para adquirir las pequeñas empresa competidoras en el norte de la República.
El servicio telefónico iba adquiriendo más importancia, pues en el año de 1891 se establecieron servicios telefónicos en las ciudades de Guadalajara, Puebla, Oaxaca, Mérida y Veracruz y, en 1893 en Saltillo, Guanajuato, León, Querétaro, Zacatecas, San Luis Potosí y Monterrey. (5)
De las gestiones de renovación de la Compañía Telefónica Mexicana y otras solicitudes de concesión que se iniciaron en esa misma época, surgió la duplicidad del servicio que padeció la Ciudad de México hasta el año de 1950, cuando quedaron fusionadas las empresas que proporcionaban el servicio telefónico en la República Mexicana. (6)
Para el año de 1900, la Telefónica Mexicana tenía funcionando 3065 teléfonos, con los cuales se daba servicio a un sistema que involucraba a 18 ciudades. (7)
Ante el aumento de solicitudes para disfrutar del servicio telefónico, las autoridades administrativas del país, decidieron otorgar sendas concesiones, en primer lugar a la Empresa de Teléfonos Ericsson, representada por José Sitzensttater, de nacionalidad húngara, cuyo contrato fue firmado por el Secretario de Comunicaciones y Obras Públicas, el 6 de marzo de 1903, para explotar el servicio telefónico en el Distrito Federal. La segunda concesión fue otorgada a la Compañía Telefónica Mexicana, el 17 de diciembre del mismo año, autorizando a esta última para cambiar de razón social el 17 de mayo de 1905 por la de Compañía Telefónica y Telegráfica Mexicana, aumentando en un millón de dólares el capital de la empresa. La concesión para la explotación del servicio telefónico en el D.F fue por 30 años, al término de los cuales, el Gobierno Federal podría adquirir las redes, de no hacerlo, el contrato sería renovado por 30 años más. (8)
“En ambos casos se convino, que al término de las concesiones, el gobierno podría optar por la adquisición mediante compra de las redes telefónicas o por la ampliación del plazo a 30 años más, los cuales finalizados, pasarían a poder de la nación los bienes de las empresas, en forma automática y gratuita”. (9)
La explotación del servicio telefónico se realizaba normalmente, hasta que el movimiento armado de 1910 produjo algunos problemas a las empresas telefónicas y en febrero de 1915, por primera vez, los trabajadores telefonistas se declararon en huelga. Los telefonistas de la Compañía Telefónica y Telegráfica Mexicana estallaron su movimiento de huelga como consecuencia de no ser escuchadas sus peticiones por parte del gerente de la empresa Ricardo Estrada Berg, entre las cuales se encontraba el reconocimiento de su sindicato. (10)
Ante la intransigencia de la Telefónica Mexicana, intervino personalmente Gerardo Murillo, mejor conocido como el Doctor Atl “agente carrancista que dio órdenes de que la empresa fuera intervenida por el gobierno y puesta bajo control de sus trabajadores” (11)
De inmediato, la Federación de Sindicatos del Distrito Federal se movilizó, lo mismo hizo la Casa del Obrero Mundial, dando buena acogida a la designación que hizo el Sindicato Mexicano de Electricistas, respecto al nombramiento de Luis N. Morones como gerente de la Compañía Telefónica y Telegráfica Mexicana. (12). El 7 de febrero los telefonistas regresaron al trabajo, no sin antes advertir que serían separados, al mismo tiempo “todos aquellos que no acptaran sindicarse”. (13)
Como consecuencia de la intervención de la Telefónica Mexicana, por el gobierno del presidente Carranza, la Casa del Obrero Mundial convocó a todas las organizaciones para la discusión de un proyecto de Manifiesto, este documento iba “dirigido a apaciguar los arrestos bélicos del pueblo mexicano, excitando a las masas obreras para que despreciaran los bandos que se disputaban a mano armada, la dirección de los asuntos públicos”. (14)
Con la publicación del Manifiesto, la Casa del Obrero Mundial acordó participar en la Revolución Mexicana, al lado de los constitucionalistas, sin embargo “no todos los gremios que formando parte de la Federación de sindicatos del D.F., secundaron el llamado que les hiciera la Casa, El Sindicato Mexicano de Electricistas no respondió al acuerdo, tampoco lo hizo el gremio telefónico”. (15)
La negativa de participar de estos gremios se debía, por un lado, a que la Telefónica Mexicana estaba requisada por el gobierno, encontrando el gerente de dicha empresa inconveniente la participación de los telefonistas en la lucha armada “de manera que los gremios mencionados, por lógica, no tomaron parte en la Revolución Mexicana”. (16) A pesar de todo, “al retorno se reincorporaron y fueron admitidos sin reservas”. (17)
La lucha de los trabajadores mexicanos continuaba aún bajo el gobierno de Carranza, al cual habían apoyado con sus “batallones rojos”, ya que el Presidente había permitido la huelga en contra del sector privado, pero cuando los trabajadores “rojos” exigieron sus pagos en oro y no en papel moneda, acabó con la Casa del Obrero Mundial.
Al exigir los trabajadores su pago en oro, el gobierno reaccionó violentamente, obligando a los obreros a aceptar los billetes, que se devaluaban constantemente.
Los trabajadores no tardaron en reaccionar. Ante el silencio del gobierno y los empresarios, la Gran Huelga General de 1916 comenzó el 22 de marzo, apoyada por los electricistas y el sindicato de tranviarios, a los que más tarde se sumaron los telefonistas. Los obreros fueron fuertemente reprimidos, Carranza amenazó con aplicar la Ley del 25 de marzo de 1862, es decir, que se castigaría con la pena de muerte a los trastornadores del orden público. Sin embargo, hubo un solo condenado a muerte, Ernesto Velásco, del sindicato de electricistas, quien más tarde fue indultado. Pero la huelga y la Casa del Obrero Mundial, quedaron liquidadas.
Se iniciaba así, una nueva etapa en el movimiento obrero mexicano, es decir, el de las grandes centrales que regirían más tarde su destino.

Notas:
1.- “El Monitor Repúblicano”, jueves 14 de marzo de 1872.
2.- “El Siglo XIX”, novena época, Año XXXVIII, lunes 6 de enero de 1879, Tomo 75, núm.12146.
3.-Nicolau D,Olwer, Luis, et alt. “La vida económica en México”, en Cosío Villegas, Daniel, “Historia Moderna de México: El Porfiriato”. Edit. Hermes, Vol. VII, Tomo II p. 1086.
4.- “A nacionalizar el servicio telefónico”. En Insurgencia Obrera y Nacionalismo Revolucionario. Edit. El Caballito, México 1973, p. 96.
5.- “Evolución de la telefonía en México”, Sánchez Casas, Jorge, Comunicaciones y Transportes, núm. 21, III Época, marzo-abril de 1976, p.9.
6.- Ibid.
7.- “A nacionalizar…” op.cit. p. 97.
8.- “Evolución…”, op.cit. p. 10.
9.- “Análisis de los servicios telefónicos en México”. Walter C. Buchanan. Comunicaciones y Transportes, núm.1 julio-agosto, 1959.
10.- “A nacionalizar…”. Op. cit. P.97.
11.- La Prensa, 7 de febrero de 1915.
12.- Carr, Barry. “El movimiento obrero y la política en México”, Sep Setentas, núm.256, México, 1976, Tomo I p. 86-87.
13 Salazar, Rosendo. “Las pugnas de la Gleba”, Comisión Nacional Editorial (PRI), México, 1972, p. 75.
14.- La Prensa, 7 de febrero de 1915.
15.- Salazar, Rosendo, op. cit. p. 75.
16.- Ibid.
17.- ibid.