¡Marque Usted Bien!

¡Marque Usted Bien!
Cambio tecnológico en la Compañía Telefónica y Telegráfica Mexicana en 1928.

José García Méndez.
Con la colocación de la primera piedra en la calle de Culiacán, entre las calles de Bajío y Tehuantepec en la colonia Condesa, la Compañía Telefónica y Telegráfica Mexicana, dio principio a un ambicioso programa de modernización del servicio telefónico en la Ciudad de México, con la construcción del edificio que albergaría una central telefónica moderna.
En efecto, con la devolución a sus antiguos propietarios de las redes y equipos, la Telefónica Mexicana se comprometió a mejorar el servicio, para lo cual comenzaría con la instalación de la segunda central telefónica automática en el país, también estaban en proyecto la construcción de las centrales de Santa María, Peralvillo y Principal (hoy Madrid) en la ciudad de México.
El nuevo edificio ocuparía un área de 30 por 35 metros, donde quedaría instalado el nuevo equipo automático, con capacidad para 10 000 líneas, y que proporcionaría servicio a las colonias Roma, Condesa, del Valle y Tacubaya, que beneficiarían a las “numerosas personas de esas populosas barriadas”, pues según los directivos de la Compañía, recibirían “un servicio verdaderamente útil y eficaz”.
Al acto asistieron altos funcionarios del Gobierno, de la Telefónica y de la ITT, entre ellos, el general José Álvarez en representación del Presidente de la República; el ingeniero Eduardo Ortiz, Subsecretario de Comunicaciones; el Coronel William F. Reep, Vicepresidente de la Compañía Telefónica y Telegráfica Mexicana y el Sr. Ricardo estrada Berg, gerente de la citada empresa, entre otros importantes funcionarios.

La ceremonia consistió en “arrancar el primer terrón de tierra, del lugar donde en el futuro irradiarían las comunicaciones más importantes que hoy representan la satisfacción de los suscriptores”. Para poder realizar ésta tarea se utilizó “una pala de plata, que había sido decorada en su rama superior, con los colores nacionales”, correspondiendo al general José Álvarez, el honor de colocar la primera piedra del edificio de la Mexicana.
Terminada la ceremonia, los asistentes fueron invitados a un banquete “al pie de los milenarios bosques de Chapultepec”, en el restaurante que allí se encontraba y, en donde los concurrentes pudieron “saborear los más selectos menús y, los vinos más exquisitos”, en medio de un ambiente de camaradería y confraternidad, en donde se habló “no tan solo de los progresos y de la evolución que ha tenido lugar en los últimos años, entre la gran familia telefónica, sino de los más chispeantes chascarrillos”.
En el mes de abril de 1928, la Telefónica Mexicana anunció que la nueva Central automática “Condesa”, estaba lista para que en pocos días entrara en operación, ya que los nuevos equipos automáticos habían quedado totalmente instalados, trabajo que se había realizado bajo la supervisión del Capitán Harry Cross.
El equipo instalado en esta nueva central fue de “tipo rotatorio” (ROTARY), similar a la que se había instalado en el Puerto de Tampico y que proporcionaba un servicio comparable, “a los que ya disfrutaban los suscriptores” en ciudades como Chicago, Filadelfia o Nueva York y que había sido adoptado en las capitales europeas como Madrid, Oslo, Budapest, Paris, Bruselas, Copenhague y otras.
Esta nueva central era producto de los más recientes avances en los descubrimientos de la ciencia, decían los reporteros de el Universal, quienes al conocer en forma general el funcionamiento del equipo de la nueva central concluyeron que en “la nueva central automática de la Telefónica Mexicana, cada unidad parece haber sido diseñada para eliminar casi totalmente la intervención humana, en la operación de la conmutación telefónica, éstas maquinas son verdaderos cerebros que registran matemáticamente y con una precisión extraordinaria los números solicitados por el suscriptor y los buscan y seleccionan en un proceso que dura unos cuantos segundos, el establecimiento automáticamente de la comunicación entre el teléfono del suscriptor que ha pedido el número y el teléfono con el cual, aquel desea hablar, naturalmente que la instalación de este complicado mecanismo ha requerido de una labor constante, baste para solo dar una idea de la cantidad de tiempo y esfuerzo necesario para poner en operación la nueva central, citar el caso de que los instaladores de los equipos en cuestión hayan hecho varios millones de conexiones de piezas, cada una soldadas”.
“Complementando el mecanismo destinado a la selección de números y en general a la conmutación, ha sido instalada una planta moderna generadora de energía eléctrica con unidades de emergencia y acumuladores (baterías) para el caso de suspensión total de la energía que se toma de las plantas exteriores”.
La capacidad de la nueva central, fue de 20 mil líneas, pero al principio solo se instalaron 10 mil, por lo que poco a poco, y de acuerdo a la demanda de los usuarios, se iría aumentando hasta cubrir todo su volumen.
La Compañía Telefónica Y Telegráfica Mexicana en voz del Capitán Cross, informó que a la llegada de la nueva administración de esta empresa, no existían trabajadores capacitados en materia de instalaciones telefónicas que pudieran hacer frente al desafío que implicaba la construcción de la central Condesa, por lo que la Telefónica se vio obligada a instalar en México la “primera escuela telefónica”, para la divulgación de los adelantos de la “ciencia telefónica”, lo que permitió preparar estudiantes y trabajadores, con los cuales “se pudo llegar a feliz término la instalación total de la nueva central y es a la inteligencia y capacidad de sus elementos a los que debe acreditarse una buena parte del éxito”, en la operación y puesta en servicio de la nueva central.
Pero para hacer más fácil y eficiente el servicio, la Telefónica Mexicana solicitó la colaboración de sus suscriptores, esa ayuda podía darse simplemente mediante el adecuado manejo de los nuevos aparatos telefónicos, que ahora incluían un disco dactilar.
Para ello, la Telefónica Mexicana formó un cuerpo especial de instructores que visitaba, en sus domicilios, a cada uno de sus suscriptores con la finalidad de instruirlos en el uso correcto de los nuevos aparatos.
La central Condesa entró en operación el 14 de abril de 1928 a la media noche, pero para proporcionar “un servicio perfecto dentro de lo humanamente posible”, se requería también de la cooperación de los usuarios, quienes tenían que hacer uso de las siguientes reglas en la utilización de los aparatos automáticos.
El primer paso que debían seguir los usuarios era “marcar bien”, por lo que antes de hacerlo, debería buscar en el suplemento del directorio Condesa, el número correcto. Por ejemplo para marcar el número P-2859, el suscriptor debería “descolgar el audífono del gancho”. Escuchar “hasta oír”, la señal de marcar, “que consiste en un zumbido continuo equivalente al ¿Qué número? [de la operadora]”.
El suscriptor debería estar muy atento, de no colgar el audífono mientras durara la operación de marcar, por lo que al oír la señal de marcar, el suscriptor debía “introducir el dedo en la apertura que en el disco corresponde a la letra P”.
Al introducir el dedo en la abertura, el usuario debería “girar el disco hacia la derecha, hasta que el dedo tropiece con el tope de parada”, dejando que el disco “regrese libremente a su posición normal”.
Para continuar con la conexión, el usuario estaba obligado a repetir la misma operación, solo que ahora debería marcar los números en el orden que aparecían en el directorio, “primero la cifra 2, después la cifra 8, en seguida la cifra 5 y finalmente la cifra 9”. Al terminar esta operación, el “abonado” recibiría “la señal de llamada o de ocupado”.
Si la línea no estaba ocupada, el usuario recibiría un zumbido “poco frecuente”, lo que indicaba que el timbre del teléfono del número marcado, estaba recibiendo la señal de llamada.
De lo contrario, si estaba ocupado, recibiría “una serie de zumbidos más frecuentes y fuertes que en la señal de llamada”. Esto quería decir que el suscriptor debería “colgar” el audífono y esperar un tiempo razonable para repetir la operación completa, como lo había hecho antes.
El observar estas simples reglas y “tener siempre presente las tres señales fundamentales”, el usuario recibiría un servicio rápido y exacto “en su teléfono automático”.
En el caso de que los usuarios no contaran con el servicio automático, deberían solicitar el servicio por operadora, marcando la cifra número 3 que correspondía a la central Neri, informando a la operadora si era “rojo o negro, pues solo así podría tener comunicación con “Juárez, Hidalgo o Morelos”.
Pero si estaba en Tacubaya o Mixcoac, debería marcar el número 1. En el caso de las centrales de San Ángel, Guadalupe, Coyoacán o Tlalpan, marcaría el número 3.
Para solicitar información sobre algún número que no apareciera en el directorio, el usuario estaba obligado a marcar el número 3. Para presentar alguna queja o informar sobre alguna irregularidad, el número a marcar era el 1, para solicitar el servicio de larga distancia a un teléfono que estuviera fuera del distrito federal, se marcaría también el número 1.
Con la instalación de esta central telefónica automática, la Ciudad de México se colocaba a la altura de las más importantes ciudades del mundo, en materia telefónica.