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Surgimiento del Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana.

Desarrollo de la Industria Telefónica en México.

En los países capitalistas desarrollados de la últimas décadas del siglo XIX, se empezó a gestar un proceso de concentración de capital en gran escala, que se hizo acompañar del surgimiento de empresas cada vez más grandes, proceso que rebasó las fronteras de dichos países y que se tradujo en México en una considerable expansión de las inversiones europeas y principalmente norteamericanas, que empezaron a ocupar posiciones claves en las más importantes ramas de la economía.

De esta forma, las condiciones de penetración imperialista constituyeron el marco en que prosiguió el desarrollo capitalista –dependiente- como proyecto histórico nacional, hecho que permitió que tanto las inversiones inglesas, francesas, alemanas y españolas fueran desplazadas por el capital norteamericano, que empezó a controlar las más importantes ramas del desarrollo industrial de México, entre ellas las de las comunicaciones telefónicas.

En efecto, la introducción del servicio telefónico en México, obedeció en el nivel más general, al desarrollo natural del proceso técnico y a la investigación científica, así como a la iniciativa de importantes hombres de negocios norteamericanos que decidieron, apenas a dos años de haber  logrado la patente  Alexander Graham Bell, explotar el servicio telefónico, iniciando las pruebas concernientes para hacer posible la instalación de una red telefónica a nivel comercial. Esto se lograría gracias a la introducción de la energía eléctrica, que provocó cambios y avances fundamentales que permitieron la industrialización de México en gran escala, pues apenas establecida en el país, la electricidad se constituyó como un elemento básico para la economía y estratégico para el desarrollo nacional.

Los avances fundamentales se dieron principalmente en la minería, en la industria petrolera, la textil y el desarrollo de las comunicaciones eléctricas, que como resultado de la pruebas realizadas entre la ciudad de México y Tlalpan, hizo posible que en 1878, el gobierno federal concediera a Alfredo Westrop  y Compañía la autorización para instalar la primera red telefónica en la Ciudad de México y cuatro años más tarde, dieron principio las operaciones de la Compañía telefónica Mexicana, con un capital de 2 millones de dólares, al mismo tiempo que en el interior de la República se instalaban compañías telefónicas en los Estados de Chihuahua y Durango, con un capital de 27 mil dólares.1

Durante el periodo presidencial de Manuel González, es cuando se otorgó el primer contrato concesión a una compañía norteamericana, para que explotara el servicio telefónico en nuestro país, por lo que el 18 de junio de 1894, es concedida a la Compañía Telefónica Mexicana, S.A., organizada bajo las leyes de Nueva York y subsidiaria de la Bell Telephone Co. de Massachusets,2 la autorización para poder introducir al país y libre de impuestos, todo el equipo necesario, para la instalación de líneas, centrales y redes, que la demanda del público usuario exigía, lo que permitió la publicación del primer directorio telefónico que registro poco más de 800 suscriptores.3

En forma paulatina, el servicio telefónico fue ampliándose y mejorando, lo que hizo cambiar a la opinión pública, quién al principio consideró que el teléfono era un simple juguete o un artículo de lujo, actitud que hizo posible la renovación de 1872 de la concesión por 12 años más, así como iniciar las gestiones para adquirir las empresas competidoras que existían en el norte del país.

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El Escuadrón de hierro.

Elías Barrios, ferrocarrilero, miembro prominente del Comité General de Huelga en 1926-27.
Fondo de Cultura Popular, México, 1ª ed. 1978, p 134-35.
Testimonio.
”Los primeros días de marzo de 1927 fueron ricos en acontecimientos trascendentales, que no relato por falta de espacio. Las compañeras telefonistas, miembros del sindicato adherido a la Confederación General de Trabajadores, nombraron una comisión para que recorriera los talleres de los ferrocarriles con la mira de convencer a los que no habían secundado el movimiento de que su lugar estaba con los huelguistas y no con los esquiroles. Las tropas apostadas en los interiores de dichos centros de trabajo, apresaron a las compañeras que iban encabezadas por la valiente camarada Gudelia Gómez y la enviaron a las oficinas de la policía de los ferrocarriles, convertida en cárcel y ubicadas en Buenavista. Inmediatamente se dio aviso de Nonoalco al Comité General y el compañero Alberto López Pineda que recibió la noticia dio un salto y sin sombrero, con los pelos alborotados, salió gritando:
¡Los que sean hombres que me sigan, vamos a rescatar a las compañeras telefonistas arrestadas por los esbirros de Martínez!
Un centenar de huelguistas que andaban por el patio y los contornos del edificio, siguió resueltamente a López Pineda, armándose a toda prisa con palos y piedras que encontraban. Al presentarse aquel grupo con ademán resuelto en la oficina del jefe de la policía ferrocarrilera, éste y demás esbirros que se hallaban presentes accedieron, inmediatamente a la primera demanda de entrega de las prisioneras, que desde luego fueron puestas en libertad y llevadas en triunfo a nuestro local.
La Confederación General de Trabajadores, desde diciembre de 1926 había manifestado su decidido respaldo a la huelga de mecánicos. Cuando en la confederación, ratificaron ese respaldo en una magna asamblea en la que estuve presente, y el 2 de marzo se declararon en huelga solidaria con nosotros los elementos de la Federación Textil, del sindicato de telefonistas y de todas las organizaciones pertenecientes a aquella central.
Esta noble actitud de los miembros de la CGT no dio ningún resultado práctico, en gracia a su poca duración, pues a los cinco días su Comité Ejecutivo por Luis Araiza, ordenó la vuelta de sus elementos al trabajo, hecho que se consumó en ruidosas protestas de los sindicatos, que no se explicaban la razón de regresar sin haber obtenido satisfacción a sus demandas, que en este caso era el arreglo de las que tenían presentadas los ferrocarrileros.
Los líderes de la CGT de aquel entonces, demostraron muy poca comprensión de nuestros problemas y se pusieron en ridículo con su ayuda retirada prematuramente. De todas suertes, los ferrocarrileros no pueden sino recordar con gratitud aquel gesto fraternal de solidaridad, que si no se consiguió algo efectivo, cuando menos dio la impresión de que las masas explotadas no omiten esfuerzos ni sacrificios para apoyarse mutuamente en sus cruentas luchas.

Derrota del Movimiento Restaurador de la Democracia Sindical.

Revisión del Contrato Colectivo de Trabajo (1960).

Con el triunfo del Movimiento Restaurador de la Democracia Sindical, la nueva dirección sindical se propuso consolidar a la organización como verdadera representante de los intereses de los trabajadores. En estas condiciones, la primera tarea que se propuso la dirección del sindicato de telefonistas fue exigir a la empresa Teléfonos de México que el contrato colectivo de trabajo fuera respetado.

Como consecuencia de la postura asumida por los nuevos líderes sindicales, los conflictos con la empresa se multiplicaron. La aproximación de la revisión del contrato colectivo obligó al sindicato a consolidar su unidad, así como ampliar un frente solidario promoviendo alianzas con otras organizaciones sindicales.

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Circular 1G Y 3G

Como resultado de la revisión del contrato colectivo de trabajo en 1954, la dirección sindical encabezada por Jorge Ayala Ramírez informó que Teléfonos de México se había comprometido a otorgar al personal jubilado, una ayuda anual consistente en una cantidad igual a la de un mes de pensión, la cual debería ser entregada antes del 20 de diciembre.
De la misma forma, como resultado de la revisión del contrato colectivo de trabajo en 1962 el Comité Ejecutivo Nacional del STRM, encabezado ahora por Manuel Guzmán Reveles, informó a la organización a través de la CIRCULAR No. 1 “G” del 20 de agosto de 1962, que entre otras prestaciones se había logrado que “la participación de utilidades se hará extensiva a los compañeros jubilados cuya pensión no sea mayor de $5,000,00 mensuales estimándose que la casi totalidad de los compañeros jubilados alcanzan este beneficio ya que excepcionalmente podrán alcanzar una pensión superior a la cantidad ya dicha, prestación que es en substitución del mes de gratificación que se les otorgaba”.

El debate ideológico debe ser guía de a unidad de los electricistas.

Carlos Portugués.

(Telefonista, expulsado del STRM durante el movimiento de 1962, por el Comité Ejecutivo Nacional encabezado por Manuel Guzmán Reveles).

¡LUX!, año XLIV, núms. 315 y 316 de septiembre-diciembre de 1981.

El debate ideológico es una de las tareas más importantes a realizar en el seno de las organizaciones sindicales, como medio para que los trabajadores conozcamos las luchas del movimiento obrero y los aciertos y errores de las diversas corrientes que han intervenido en esas luchas, para que el análisis de sus experiencias, nos ayude a superar los métodos y tácticas que fortalezcan nuestra unidad, y nos orienten con mayor acierto, para lograr nuestros objetivos de clase.

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