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Un escudo de solidaridad para la huelga de telefonistas

Jacinto López.

OPOSICIÓN, domingo 12 de abril de 1981.

La requisa pende como una amenaza sobre los trabajadores telefonistas con la cual el gobierno anula el derecho de huelga, y lo hace con formas intimidatorias, con lujo de fuerza, financiando y promoviendo el esquirolaje. La Ley que permite faculta al Ejecutivo a disponer del personal de la empresa requisada sin su consentimiento, lo cual atenta a la garantía de libertad de trabajo consagrado en el artículo 5 de la Constitución.

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Somos combativos no conformistas

Oposición entrevisto a la compañera telefonista Elena Navarro (nombre ficticio por razones obvias).

El próximo 25 de abril los telefonistas emplazaran a huelga por un aumento del 40 por ciento. ¿Cuánto piensas que la empresa va a ofrecerles?

Elena.- Mira estamos casi seguros que la empresa sólo ofrecerá el 29.7 por ciento pues a los compañeros electricistas fue lo que les dieron, y que yo me acuerde nunca nos han dado más que a los compañeros del SME.

¿Y como ves el ánimo de los compañeros para enfrentarse al tope salarial.

Elena.- Esa pregunta no es nada fácil sobre todo porque hay varios compañeros que opinan que si ni nos dan nada y a lo que no cumplen con las guardias ni los suspenden.

¿Cómo ves la posibilidad de que estallen la huelga?

Elena.- Aunque no nos dieran lo que pedimos a mí sí me gustaría que nos fuéramos a la huelga, porque haces conciencia en los mismos trabajadores. Es una forma de manifestar nuestro al rechazo al aumento que la empresa trata de imponernos y también de manifestarse en contra del Estado.

El Comité Ejecutivo del STRM ha venido planteando la alianza con el Estado.

¿Qué opinan los trabajadores de esto?

Elena.- Mira la gran mayoría de los trabajadores no saben nada de esto, y los que estamos enterados no estamos de acuerdo en aliarnos al Estado, porque es nuestro principal enemigo, impone los topes salariales y decide todo lo que se debe hacer, y si nos aliamos con él estaríamos como dice el dicho; “si no puedes con el enemigo únete a él”, ¡pero hay que ver qué tipo de enemigos!

En la huelga pasada entraron a trabajar 320 esquiroles pero sólo se ha aplicado la cláusula de exclusión a 46. ¿Por qué es esto?

Elena.- Yo pienso que ahí… como te diré, pues que el Comité está comprometido con la empresa. Porque inclusive para quitar a los 46, cuanto se tardaron, casi un año, siendo que debería ser al término de la huelga ¿Por qué se les dio tanto plazo?

¿Qué preparativos ha habido para la revisión salarial?

Elena.- Mira en lo que todos estamos de acuerdo es el repudio total a la requisa, porque con ella ¿Qué caso tiene la huelga? Los de confianza siguen trabajando y

el servicio andando, es una burla. Pero aun así las huelgas las hemos estallado por la decisión mayoritaria de los trabajadores, porque no estamos de acuerdo ni con los topes ni con las raquíticas prestaciones que nos dan; y las hemos estallado a pesar de que el Comité nunca ha querido a que haya huelga siempre dice que nos estamos enfrentando al gobierno, inclusive que no se va a lograr nada. Es un derrotista.

¿Qué salidas le ves tú a la revisión?

Elena.- Pues yo sólo puedo decir que debemos estar unidos y enfocarnos al problema que tenemos encima y demostrar que somos combativos no conformistas.

¿Paraestatal o paraoligárquica?

ANTECEDENTES.

En 1947 se crea a iniciativa del gobierno la empresa Teléfonos de México. Con el fin de lograr la unificación del servicio telefónico y evitar duplicidades en infraestructura, la nueva empresa absorbe a la Compañía de Teléfonos Ericsson y a la Compañía Telefónica Mexicana. Esto no significó su nacionalización.

Para impulsar la expansión de la empresa se recurre al consumidor, creando en 1952, el Impuesto por servicio Telefónico (que actualmente representa el 42% de las tarifas y ya rebasa los 6 mil millones de pesos anuales. Los recursos provenientes de este impuesto los destino el Estado a proporcionarle crédito barato y a comprar acciones de la empresa, para evitar que la deuda ahogara su ritmo de expansión. Este proceso conduce a que en 1972 pase a ser una empresa de participación estatal mayoritaria (51 por ciento de las acciones en manos del Estado, este porcentaje se ha mantenido inamovible desde entonces).También se acuerda darle otro “empujoncito” a la pujante empresa, recurriendo nuevamente al consumidor, al forzar al público a financiar a la empresa con la compra obligada de acciones para la contratación del servicio telefónico. Acciones que el público tiene que revender perdiendo un muy alto porcentaje y que en su mayoría terminan en manos de los principales accionistas privados de TELMEX; Banamex, Comermex, Serfín, Grupo Trouyet… Negocio redondo.

EL BOOM DE TELMEX.

La última década, y en particular en 1980, han representado para TELMEX un incremento impresionante en expansión, en utilización del servicio, en productividad y sobre todo en ganancias. Veamos:

* En la década de los setentas las utilidades brutas de TELMEX, se incrementaron en casi 15 veces, hasta alcanzar la cifra de 5.879 millones de pesos para el ejercicio de 1980, lo cual representa un incremento superior al 35 por ciento con respecto a ´79.

* En cuanto a la productividad, el número de aparatos telefónicos por trabajador era de 85 en 1970; en 1980 se llegó a 177 aparatos por trabajador; es decir, se duplicó. Medida la productividad en términos de número de conferencias de larga distancia por trabajador, tenemos que en 1970 era de solo 3,715; para 1980 se incrementó en un 340%, alcanzando la cifra de 16,323 llamadas por trabajadores.

* En 1970 había 1.5 millones de aparatos telefónicos en el país; en 1980 ya se habían instalado 4.9 millones; es decir, se triplico la capacidad instalada (El teléfono 5 millones fue inaugurado por JLP en días pasados).

EL REVERSO DE LA MONEDA.

Este impresionante auge de TELMEX no se revirtió en mejoras sustanciales en las condiciones laborales, en las prestaciones y los salarios. No pudo ser de otra manera, ya que la expansión de la empresa y sus altas tasas de ganancias descansan principalmente en un régimen salarial de los más bajos del sector paraestatal; en un constante aumento de las tasas de explotación a través de intensificar la explotación de la fuerza de trabajo (especialmente en el departamento de operadoras, donde los ritmos de producción son infernales, hay presión constante y altísima incidencia de enfermedades profesionales no reconocidas); y en que las constantes innovaciones tecnológicas exigen mayores niveles de capacitación y adiestramiento, que no han significado mejores ingresos para los trabajadores.

Es la insurgencia sindical, de 1976 a la fecha, la que empieza a revertir esta situación. Basta decir que se obliga a la empresa a revisar varios convenios que norman las condiciones laborales de los departamentos. La mayoría de ellos tenían más de una década sin revisión y por tanto sin beneficio para los trabajadores.

EL PULPO TELEFÓNICO.

Pero el auge descrito anteriormente sólo es una parte del gran negocio que representa el servicio telefónico.

* En TELMEX, como la mayoría de las paraestatales, el contratismo va viento en popa. La existencia de empresas subsidiarias, en donde trabajan más de 6 mil obreros, lejos de obedecer a las necesidad de una mayor eficiencia administrativa, tiene en realidad un doble fin: obtener mano de obra más barata y esconder ganancias.

* Los principales proveedores de TELMEX (INDETEL, teleindustria, ERICSSON y GTE) obtienen jugosos contratos con la expansión.

Extrañamente, los principales accionistas de TELMEX lo son también de esas trasnacionales. Destacan los casos del grupo financiero Banamex y de la financiera paraestatal NAFINSA.

SI EXISTEN ALTRNATIVAS.

Ante la fusión del capital monopólico estatal y privado en la industria telefónica, no tienen otra alternativa los telefonistas que impulsar un programa de reivindicaciones que siente las bases para la lucha unitaria con el resto del sindicalismo, en especial con los contingentes del sector paraestatal de la

economía. Una de las banderas puntales de este programa debe ser la lucha por la integración del Sindicato Nacional de la Industria Telefónica.

Negro historial de rompehuelgas

El 19 de febrero de 1940 se promulgó la Ley de Vías Generales de Comunicación, que incluye los artículos 112 y 113 que le permiten al gobierno “hacer la requisición, en caso de que a su juicio lo exija la seguridad, defensa, economía o tranquilidad del país, de las vías generales de comunicación… podrá igualmente utilizar el personal que este a su servicio de la vía de que se trate cuando lo considere necesario”. Así quedó vulnerado el derecho de huelga de un amplísimo contingente del sindicalismo mexicano: electricistas, ferroviarios, portuarios, postales, telefonistas, choferes.

Si bien esta ley surgió a raíz de la situación de emergencia que genero la II guerra mundial, su permanencia posterior y su aplicación se ha centrado en funcionar como rompehuelgas. Los hechos hablan.

FERROCARRILEROS.

Los movimientos huelguísticos de los ferrocarrileros, en tiempos del gobierno de Ávila Camacho, impulsaban además de sus reivindicaciones económicas, la nacionalización de los ferrocarriles, para lo cual exigían negociar con el gobierno. Entonces se recurrió a la requisa para facilitar el proceso de negociación. Es la fuerza del movimiento la que logra tanto la nacionalización de las empresas inglesas Ferrocarriles Mexicanos, Terminal Veracruz y el Interoceánico y del sistema express que estaba a cargo de la Wells Fargo americana, como que la requisa sólo utilizaría para facilitar la negociación.

Pero con Alemán las condiciones cambian y la requisa se aplica a los ferrocarrileros (del Sudpacífico) con la intención de romper la huelga en 1946.

En 1959 fueron requisadas las empresas ferrocarrileras obligando a los trabajadores, mediante el uso de la fuerza pública, a regresar a sus trabajos. A varios miles que se negaron se les rescindió el contrato y a cientos se les encarceló.

TRABAJADORES DE AVIACIÓN; CHOFERES…

Destacan las aplicaciones de la requisa contra los movimientos de huelga de los trabajadores de Radio Aeronáutica Mexicana (RAMSA) en 1962: contra los trabajadores de tierra y aire de las compañías de aviación (en especial los casos de Mexicana) en múltiples ocasiones en la década de los setentas.

Múltiples requisas a choferes de autobuses foráneos y urbanos que han sido poco conocidos por lo débil del movimiento y su localismo.

TELEFONISTAS.

Los movimientos de huelga en el servicio telefónico se remontan al año de 1915, cuando los trabajadores de la Compañía Telefónica y Telegráfica Mexicana (filial de la Compañía Telefónica Continental de Massachussets) se fueron a la huelga en demanda del reconocimiento de su organización sindical. Para 1916 secundan la huelga general apuntalada por los electricistas y tranviarios. Por otro lado, en el monopolio sueco Teléfonos Ericsson, concesionario también del servicio telefónico del país, estalla en 1921 un movimiento de huelga que terminó exitosamente gracias a la gran solidaridad desplegada por el SME y la CGT.

Una vez en vigor la ley que permite la requisa, los trabajadores telefonistas tuvieron el “privilegio” de ser los primeros en experimentar su aplicación como instrumento rompehuelgas, durante su movimiento de marzo-abril de 1944. En noviembre de 1950, recién construido el actual Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana, nuevamente es nulificada la huelga con la requisa.

En 1959 el Movimiento Restaurador de la Democracia Sindical derroca a los dirigentes empresistas y logra, en la huelga de 1960, con requisa y retorno obligatorio a laborar, armar un escudo de solidaridad con el SME y la FNTICE (Federación Nacional de Trabajadores de la Industria de Comunicaciones Eléctricas) que permite a los telefonistas imponer sus demandas. Para la revisión contractual de 1962 estalla nuevamente la huelga, pero el gobierno y la empresa ya no se limitan a requisar y obligar a trabajar sino que impulsan exitosamente un charrazo contra los telefonistas.

Después de 14 años de charrismo mediatizador, los telefonistas se colocan en las primeras filas de la insurgencia sindical de los setentas con su Movimiento 22 de Abril de 1976. Esta nueva efervescencia se enfrenta a la embestida del Estado y empresa, que recurren nuevamente a la inconstitucional requisa: la huelga por revisión contractual de 1978 es requisada parcialmente; las huelgas de 1979, una por el Convenio de Operadoras y la otra por revisión salarial, también son requisadas; y para la huelga de abril de 1980 no les bastó la requisa y recurren a los métodos represivos y a la promoción y financiamiento del esquirolaje.

Con este historial, los telefonistas están muy conscientes de la gran importancia que reviste derogar la requisa. En sus expresiones públicas han hecho patente, así como en las Convenciones del STRM, a través de múltiples iniciativas: amparo, frente de solidaridad, exigencia al Congreso para que legisle contra la requisa, desplegados, movilizaciones. Pero el Comité Ejecutivo Nacional se ha encargado de minimizar las acciones y se limita a dejarle el problema a la diputación “obrera” del PRI que pone por encima de los derechos de los trabajadores la disciplina al partido y su lealtad a su alianza con el gobierno.

Las corrientes democráticas en el interior del STRM seguirán apuntalando esta lucha, pero sólo abriéndose un espacio hacia el exterior podrán establecer vínculos de solidaridad y emprender acciones unitarias con otros contingentes del

sindicalismo mexicano. Esto significara un avance cualitativo en lucha contra la requisa.

Hacia un balance

Movimiento telefonista.

Jacinto López.

OPOSICIÓN, domingo 3 de mayo de 1981.

 

La revisión salarial en Teléfonos de México concluyó con la quinta imposición consecutiva del tope salarial, 29.7% para el sector paraestatal. Los trabajadores optaron por no estallar la huelga: cerca del (75% 18.265 trabajadores) emitió su voto y de este porcentaje el 65 se manifestó por no estallar la huelga.

Pero no se trataba solo de una lucha por romper la política de contención salarial del gobierno, estaban en juego cuestiones de mucha mayor trascendencia: el pleno derecho de huelga y la democracia e independencia sindical. De ahí la importancia de un balance realista que revele las tendencias dominantes en el movimiento telefonista y sus perspectivas. Algunos elementos para este balance son:

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