ANTECEDENTES.
En 1947 se crea a iniciativa del gobierno la empresa Teléfonos de México. Con el fin de lograr la unificación del servicio telefónico y evitar duplicidades en infraestructura, la nueva empresa absorbe a la Compañía de Teléfonos Ericsson y a la Compañía Telefónica Mexicana. Esto no significó su nacionalización.
Para impulsar la expansión de la empresa se recurre al consumidor, creando en 1952, el Impuesto por servicio Telefónico (que actualmente representa el 42% de las tarifas y ya rebasa los 6 mil millones de pesos anuales. Los recursos provenientes de este impuesto los destino el Estado a proporcionarle crédito barato y a comprar acciones de la empresa, para evitar que la deuda ahogara su ritmo de expansión. Este proceso conduce a que en 1972 pase a ser una empresa de participación estatal mayoritaria (51 por ciento de las acciones en manos del Estado, este porcentaje se ha mantenido inamovible desde entonces).También se acuerda darle otro “empujoncito” a la pujante empresa, recurriendo nuevamente al consumidor, al forzar al público a financiar a la empresa con la compra obligada de acciones para la contratación del servicio telefónico. Acciones que el público tiene que revender perdiendo un muy alto porcentaje y que en su mayoría terminan en manos de los principales accionistas privados de TELMEX; Banamex, Comermex, Serfín, Grupo Trouyet… Negocio redondo.
EL BOOM DE TELMEX.
La última década, y en particular en 1980, han representado para TELMEX un incremento impresionante en expansión, en utilización del servicio, en productividad y sobre todo en ganancias. Veamos:
* En la década de los setentas las utilidades brutas de TELMEX, se incrementaron en casi 15 veces, hasta alcanzar la cifra de 5.879 millones de pesos para el ejercicio de 1980, lo cual representa un incremento superior al 35 por ciento con respecto a ´79.
* En cuanto a la productividad, el número de aparatos telefónicos por trabajador era de 85 en 1970; en 1980 se llegó a 177 aparatos por trabajador; es decir, se duplicó. Medida la productividad en términos de número de conferencias de larga distancia por trabajador, tenemos que en 1970 era de solo 3,715; para 1980 se incrementó en un 340%, alcanzando la cifra de 16,323 llamadas por trabajadores.
* En 1970 había 1.5 millones de aparatos telefónicos en el país; en 1980 ya se habían instalado 4.9 millones; es decir, se triplico la capacidad instalada (El teléfono 5 millones fue inaugurado por JLP en días pasados).
EL REVERSO DE LA MONEDA.
Este impresionante auge de TELMEX no se revirtió en mejoras sustanciales en las condiciones laborales, en las prestaciones y los salarios. No pudo ser de otra manera, ya que la expansión de la empresa y sus altas tasas de ganancias descansan principalmente en un régimen salarial de los más bajos del sector paraestatal; en un constante aumento de las tasas de explotación a través de intensificar la explotación de la fuerza de trabajo (especialmente en el departamento de operadoras, donde los ritmos de producción son infernales, hay presión constante y altísima incidencia de enfermedades profesionales no reconocidas); y en que las constantes innovaciones tecnológicas exigen mayores niveles de capacitación y adiestramiento, que no han significado mejores ingresos para los trabajadores.
Es la insurgencia sindical, de 1976 a la fecha, la que empieza a revertir esta situación. Basta decir que se obliga a la empresa a revisar varios convenios que norman las condiciones laborales de los departamentos. La mayoría de ellos tenían más de una década sin revisión y por tanto sin beneficio para los trabajadores.
EL PULPO TELEFÓNICO.
Pero el auge descrito anteriormente sólo es una parte del gran negocio que representa el servicio telefónico.
* En TELMEX, como la mayoría de las paraestatales, el contratismo va viento en popa. La existencia de empresas subsidiarias, en donde trabajan más de 6 mil obreros, lejos de obedecer a las necesidad de una mayor eficiencia administrativa, tiene en realidad un doble fin: obtener mano de obra más barata y esconder ganancias.
* Los principales proveedores de TELMEX (INDETEL, teleindustria, ERICSSON y GTE) obtienen jugosos contratos con la expansión.
Extrañamente, los principales accionistas de TELMEX lo son también de esas trasnacionales. Destacan los casos del grupo financiero Banamex y de la financiera paraestatal NAFINSA.
SI EXISTEN ALTRNATIVAS.
Ante la fusión del capital monopólico estatal y privado en la industria telefónica, no tienen otra alternativa los telefonistas que impulsar un programa de reivindicaciones que siente las bases para la lucha unitaria con el resto del sindicalismo, en especial con los contingentes del sector paraestatal de la
economía. Una de las banderas puntales de este programa debe ser la lucha por la integración del Sindicato Nacional de la Industria Telefónica.