Un primero de mayo de combate:
OPOSICIÓN, no. 378, domingo 26 de abril de 1981.
El gobierno uso nuevamente la amenaza de la requisa para mantener el tope salarial en Teléfonos de México.
Durante todo abril, el Estado, la empresa y sus ideólogos se han encargado de montar una campaña destinada a cercar la insurgencia sindical de los telefonistas. El truco es simple, la empresa difunde que está ofreciendo 29.7 por ciento, lo cual significa no “sujetarse a un tope, sino hacer el máximo esfuerzo económico”; en contrapartida propagan por todos los medios que ahora toca a los telefonistas tomar una decisión responsable.
Ante la opinión pública queda la imagen de que la empresa, a instancias del gobierno, está haciendo un muy loable esfuerzo y que los telefonistas deben abandonar su anarquía irresponsable (idea también propagada desde las huelgas pasadas) y aceptar el ofrecimiento.
Pero la realidad es otra: la bonanza económica de la empresa es impresionante y da holgadamente para satisfacer las demandas de los telefonistas. El ofrecimiento no es otra cosa que la imposición del tope salarial que para el sector paraestatal es el inflexible 29.7% (como lo demuestran las revisiones del SME y AHMSA). Los telefonistas no tienen nada de anarquícos, pero si mucho de combativos en el rescate de mejores condiciones laborales, para contrarrestar 14 años de charrismo entreguista que colaboró para que el auge económico y tecnológico de la empresa se basara en una mayor intensificación de la explotación de la fuerza de trabajo y en uno de los más bajos regímenes salariales del sector paraestatal.
UNA DIRECCIÓN DESORIENTADA.
El Comité Ejecutivo del STRM, lejos de preocuparse por dar respuesta a esa campaña, ha retomado la misma táctica de los últimos tres años; trabajar para impedir el estallamiento de la huelga desmovilizando a la base, acallando la oposición, aislando al sindicato del resto del movimiento sindical.
Esta táctica ha sido de lo más negativa para la organización, ya que la base ha optado por la huelga, pero sin haberse preparado las condiciones mínimas para garantizar el éxito, ya que el Comité se ha encargado previamente de archivar o minimizar los acuerdos de acciones tendientes a la preparación de la huelga. El
resultado es que han alcanzado algunas conquistas parciales, muy por debajo de las posibilidades y el sindicato ha salido cada vez menos fortalecido de las huelgas, al proliferar la desconfianza hacia la organización y darse la desvalorización de la huelga como arma de lucha.
Para esta revisión salarial el Comité, en su afán por detener la huelga, coartó la posibilidad de la discusión colectiva seria; rechazó, sin discutir, alternativas para presionar a la empresa a hacer concesiones complementarias al tope; y llegó al grado de defender el tope con base en un mañoso truco de mezclar varios rubros salariales (fondo de ahorro, infonavit), para dar la idea falsa de que el aumento realmente era de 44 por ciento.
Al cierre de esta edición se estaban llevando a cabo las votaciones para decidir si se acepta el ofrecimiento empresarial o estallaba la huelga. El escrutinio está bajo control absoluto y único del Comité.
Ante esta situación, e independientemente del estallido de la huelga, es vital que la oposición democrática redoble sus esfuerzos por pasar de una labor contestataria a una de forja de una alternativa democrática y clasista para el movimiento