¡Huelga relámpago!

Desde el triunfo de la huelga de 1935, los telefonistas de la Compañía Telefónica y Telegráfica Mexicana venían mejorando, poco a poco, sus condiciones de vida y de trabajo, sin embargo, la empresa telefónica norteamericana, continuaba mostrándose intransigente en cuanto al cumplimiento del Contrato Colectivo de Trabajo, pues entre otras cosas, se negaba a cubrir las vacantes que los jubilados y los despedidos dejaban.

Por tal motivo, el  Sindicato Nacional de Telefonista, advirtió a la Telefónica Mexicana que si continuaba manteniendo su actitud intransigente, los telefonistas comenzarían a realizar paros de labores de una hora en protesta, exigiendo a la empresa norteamericana, el estricto cumplimiento del Contrato Colectivo de Trabajo.

En noviembre de 1937 con el apoyo del general Lázaro Cárdenas la revisión del Contrato Colectivo se debía realizar sin problemas, pero la intolerancia de la Telefónica Mexicana hizo que el asesor jurídico del Sindicato Lic. Lombardo Toledano declarara que desde “el año de 1935, Sindicato Nacional de Telefonistas [había planteado] a la empresa la revisión del Contrato Colectivo, pero el gerente de la Compañía en aquella época, hizo una campaña de publicidad atacando a los obreros.

Esta conducta de la Compañía –decía el Lic. Lombardo Toledano- llegó a tales extremos, que el Gral. Calles, en sus declaraciones de junio de ese mismo año, habló del caso de la Telefónica, como una completa injusticia. Al venir los sucesos políticos que en esos momentos se desarrollaron en el país, el Sindicato llego a un arreglo transitorio con la Cía. pero con el propósito de insistir posteriormente en los salarios del personal.

Por diversas causas, no se promovió lo relativo a este asunto; pero desde hace seis meses el CEN del Sindicato, obrando de acuerdo con el CEN de la CTM, preparó la revisión del Contrato, porque han pasado ya más de dos años desde su vigencia.

Hubo pláticas con la empresa para llegar a un acuerdo y se tomaran resoluciones; pero en cuanto al tabulador de salarios, la empresa se negó a tomarlo en consideración y posteriormente ha ofrecido una cantidad que el sindicato ha rechazado.

Se solicitó la intervención del Depto. Del Trabajo, sin que haya habido ningún arreglo y las pláticas se dieron por concluidas hace dos días, por lo que hay posibilidades de que la huelga estalle.

Las demandas de los trabajadores no son excesivas, sino que ni siquiera llegan a los salarios que se tenían hace algunos años. La empresa está en condiciones de atender la solicitud de los trabajadores; pero rechaza sus peticiones, porque mantiene la misma conducta de siempre, no solo ante sus asalariados sino ante el gobierno, ya que es la única empresa en franca rebeldía contra las autoridades federales”.

Ante la inminencia de la huelga, el Lic. Lombardo Toledano declaro que los telefonistas estaban “dispuestos a un entendimiento que sea razonable; pero si la Cía. mantiene su actitud, se hará la huelga, en la inteligencia de que de conformidad con lo dispuesto por el 6º Consejo Nacional de la CTM, todas sus agrupaciones respaldaran ese movimiento”.

Con la intención de evitar la huelga, la Telefónica Mexicana ofreció a sus trabajadores 36 000 pesos de aumento a los salarios, ofrecimiento que no fue aceptado por los telefonistas, pues estos consideraron que “no significaba nada (sic) apreciable mejoría en los salarios actuales”, ya que estos demandaban la cantidad de 200 000 pesos de aumento en los salarios y otras prestaciones.

Después de largas negociaciones, durante la noche del 11 de noviembre, la Telefónica Mexicana hizo nuevas propuestas, que los telefonistas consideraron insuficientes, por lo que se retiraron de las pláticas.

Sin embargo, el día 12 ante la presión del gobierno del General Cárdenas, la Compañía norteamericana tuvo que aceptar las demandas de sus trabajadores mediante un convenio que estipulaba importantes ventajas para los telefonistas del Sindicato Nacional.

Ante el Lic. Artemio Villalobos, la Telefónica acepto establecer para sus trabajadores la semana de 40 horas “siendo el primer caso en la República”, estableciéndose 38 horas para la jornada mixta y 36 para la nocturna.

Además se mejoraron las condiciones para la jubilación, pues ahora cuando un telefonista tuviera 25 años o más de servicios y 60 años de edad, en los hombres y 55 en las mujeres, éstos podrían jubilarse con el 45% de su salario a los 25 años de servicios, 60% a los 30 y 75% a los 35, reducción del personal de confianza, vacaciones de 15 días como mínimo al año, aumento de cinco días de descanso obligatorio, incluyendo el día del telefonista (24 de julio) y aumento en el fondo de ahorro, ya que la Telefónica estuvo de acuerdo en descontar 6% de sueldo semanal, otorgando como premio otorgando como premio una cantidad igual a la ahorrada por el trabajador, más el 20% sobre total de ambas sumas.

“En cuanto a los salarios, se consiguió un aumento considerable, y un sobresueldo para los trabajadores en zonas inclementes”.

Pero quedaron clausulas pendientes que deberían resolverse en los siguientes 15 días, entre ellas estaban la dotación de casa para los telefonistas, pago de viáticos y la prohibición de la empresa de contratar  obreros libres, es decir, terceros.

El Comité Ejecutivo de la CTM consideró que se había “obtenido un triunfo positivo, no solo para los trabajadores del SNT, que obtiene ventajas importantes, sino también la conquista de la jornada de 40 horas que viene a constituir un precedente importante para el movimiento obrero nacional e internacional, ya que en esta forma la CTM lucha por la implantación de la jornada de 40 horas en el país haciéndose eco no solo de sus programas sino de las normas establecidas por la Conferencia Internacional del Trabajo”.

Sin embargo, a pesar de los resultados de la revisión del Contrato Colectivo de 1937, la Compañía Telefónica y Telegráfica Mexicana continuaba mostrándose terca para respetarlo, por lo que el 2 de febrero de 1938 se realizo un paro de labores entre las 11 y 12 horas, como consecuencia del incumplimiento del Contrato Colectivo por parte de la Mexicana al negarse a aplicar el 15% de aumento a los salarios de los telefonistas sindicalizados, otorgándolos únicamente a los empleados de confianza “desatendiendo su obligación de mejorar los jornales de los trabajadores”.

Nuevamente, el 10 de marzo de 1939 los paros continuaron, por lo que a las 11 horas de ese día, se llevo a cabo otra suspensión de labores programado por el Sindicato Nacional de Telefonistas afectando a todas las líneas del país, en respuesta a la actitud mostrada por la empresa telefónica norteamericana que continuaba negándose a aceptar las demandas de sus trabajadores, pues esta insistía impunemente, en  violar el Contrato Colectivo de Trabajo.

El Sindicato Nacional de Telefonistas advirtió entonces, que si la Telefónica Mexicana continuaba ignorando las reclamaciones de sus trabajadores, éstos seguirían realizando  paros de labores de una hora, como protesta por las violaciones al Contrato Colectivo de Trabajo.

El paro en las labores de los telefonistas hizo que todo el sistema  telefónico que proporcionaba la Telefónica Mexicana en el país, quedara suspendido, debido a la actitud intransigente que venía mostrando la empresa telefónica norteamericana que estaba empeñada en no respetar el Contrato y, negándose a aceptar las exigencias de sus trabajadores de respetarlo cabalmente.

Entre las principales demandas que plantearon los telefonistas fueron que se cumpliera con la “designación del personal para cubrir las vacantes por concepto de vacaciones que se dan año por año en las diversas dependencia de la Telefónica Mexicana”, así como también que se nombrara al superintendente de tráfico en el D.F. que se encontraba “vacante desde hace mucho tiempo”, a las que se sumaron las demandas arriba mencionadas.

El paro fue realizado con todo orden y disciplina por “los empleados  de las de oficinas y los trabajadores de línea, así como los de las plantas que tiene las Telefónica en el país”. Las labores se reanudaron a las 12 horas, advirtiendo el Nacional de Telefonistas, que si la Telefónica continuaba violando el Contrato Colectivo, los paros se extenderían hasta que la Compañía cumpliera con sus obligaciones.

En medio de la intensa competencia que se venía realizando entre las principales empresas telefónicas que operaban en México, éstas anunciaron que, por ejemplo, la Ericsson tenía en operación en el D.F. 53 611 y en foráneas 33 326, haciendo un total de 87 437. Por su parte la Telefónica Mexicana informo que tenía en el D.F. 35 438 aparatos funcionando y 30 288 en foráneas, haciendo un total de 65 726 aparatos en servicio.

Al mismo tiempo, se acercaba la revisión del Contrato Colectivo de Trabajo, pero debido a la actitud intransigente que la Telefónica Mexicana venía mostrando, la huelga parecía inminente.

Las negociaciones dieron principio el 1º de julio, pero éstas se alargaron por varios meses, por lo que el 9 de octubre de 1939, el Sindicato Nacional de Telefonistas, anunció que las negociaciones que se venían realizando con la Telefónica Mexicana habían quedado rotas, obligando al sindicato a emplazar a huelga a la empresa norteamericana, siendo los aspectos económicos el origen principal de las dificultades con la firma Telefónica, actitud que obligo al Secretario General del sindicato Manuel Pérez A., a solicitar la intervención del Departamento del Trabajo para que las negociaciones se reanudaran a la brevedad posible y, ante la presencia de las autoridades del Trabajo.

Después de largas y difíciles negociaciones, “El Popular” informó que la huelga en la Telefónica era inminente, por lo que ésta estallaría el 14 de noviembre a las 12 horas, toda vez que la empresa norteamericana seguía negándose a satisfacer “las demandas justas de sus trabajadores”.

En apoyo a los telefonistas de la Mexicana, los telefonistas de la Ericsson advirtieron que si la huelga estallaba, ellos apoyarían como muestra de solidaridad a sus compañeros.

La huelga estallo el 14 de noviembre de 1939, pero solo duro 10 minutos, ya que con la intervención del Departamento del Trabajo y a que las negociaciones entre la Telefónica y el sindicato habían estado bastante adelantadas, ésta aceptó aumentar 15% a los salarios de los telefonistas, además 2% de aumento al fondo de ahorro (que pasaría al 8%) , el 1.5% a partir de abril (por las violaciones al Contrato Colectivo de Trabajo) y, 1.5% de aumento en los salarios, retroactivo al 1º de julio.

El triunfo de los telefonistas produjo “una magnífica impresión entre todos los trabajadores y el pueblo en general de esta ciudad”.