Como consecuencia de la introducción de la tecnología digital en 1980, Teléfonos de México inició una serie de cambios técnicos y administrativos que se tradujeron en constantes reacomodos o redefiniciones en los procesos de trabajo, de las relaciones laborales y de los niveles salariales, esto permitió que en algunos departamentos, principalmente los técnicos, apresuraran la formulación o revisión de sus respectivos convenios departamentales para adecuarlos a las nuevas condiciones, además de que resurgió el viejo problema que con frecuencia se concretó en la demanda de “retabulaciones” salariales, fenómeno que se vio estimulado con la introducción de la teconología digital. Se venía hablando de ella desde 1980, pero no fue sino hasta fines de 1981 cuando el Sindicato de Telefonistas fue sacudido ante la inminente introducción de éste sistema computarizado.
La lentitud o desinterés mostrado por el Comité Ejecutivo Nacional del STRM para enfrentar este problema y la exasperación de la disidencia, impulsaron a los departamentos que se decian afectados, a desbordar a la dirigencia del sindicato, estallando paros al margen de lo establecido en los estatutos.
Así, el 19 de noviembre de 1981, los Departamentos de Centrales Automáticas de la sección matriz y de foráneas, utilizaron la falta colectiva como arma de lucha. A esta acción se sumaron los telefonistas de redes en la sección de Monterrey, quienes exigieron también la revisión de sus convenios.
La segunda falta colectiva de los telefonistas de Centrales se realizó el 24 de diciembre, afectando a toda la sección de Monterrey, y la empresa respondió acusando a ocho integrantes del Comité Local de la sección 1 de “ataques a las vías generales de comunicación”.
Ante la pasividad del desconcertdo Comité Nacional, el tercer paro nacional se realizó el 8 de febrero de 1982. Los técnicos de Centrales suspendieron otra vez sus labores en las secciones de Puebla, Matamoros y Reynosa, apoyados activamente con mitines en el interior y exterior de los Centros de Trabajo del Distrito Federal, como el Centro Telefónico San Juan, San Antonio Abad, Mixcoac, Tacubaya y Aragón.
Para recuperar el control de la situación, el Comité Ejecutivo Nacional encabezado por Hernández Juárez, convocó a la VI Convención Nacional Extraordinaria en febrero de 1982, la dirigencia logró sacar el acuerdo para no realizar más paros ni faltas colectivas, con la finalidad de preparar la revisión contractual de abril, subordinando toda acción al Comité Ejecutivo Nacional.
Los grupos disidentes señalaron que la Convención había sido manipulada, por lo que los delegados de Centrales acordaron no respetar los acuerdos de la Convención y romper con el Comité Ejecutivo Nacional, acordando nuevas acciones para el 3 de marzo.
Los delegados de Centrales justificaron la ruptura con el CEN, al programar nuevas acciones como la única respuesta posible a la política de tregua, y al inadmisible planteamiento de no unicamente renunciar a la lucha contra la requisa, sino incluso a doblegarse al grado de ofrecer “trabajar responsablemente” e “incrementar la productividad” durante la misma.
Al retardo colectivo del 3 de marzo, le siguió el fulminante despido, esa misma noche, de toda la Comisión Revisora del Convenio de Centrales y de varios delegados departamentales. La respuesta fue inmediata, la asamblea de Centrales del 4 de marzo acordó, declararse todo el Departamento como despedido.
El 5 de marzo se realizó otro paro a nivel nacional y en los días que siguieron, la agitación se extendió hasta alcanzar su punto culminante los días 8 y 9 de marzo, cuando la asamblea de Centrales emplazó al Comité Ejectuivo Nacional a respetar sus acuerdos y métodos de lucha.
Durante la asamblea, los representantes del CEN timidamente abandonaron la sesión, éste hecho fue interpretado y utilizado para proclamar que el sindicato se encontraba descabezado. Los disidentes desconocieron entonces al Comité Ejecutivo Nacional y a las Comisiones Nacionales. De inmediato ocuparon el local sindical y de acuerdo al artículo 156 de los estatutos, procedieron a nombrar a Serafín Pedraza, Secretario General de la sección 1 de Monterrey, como Secretario General del STRM.
El paron nacional se prolongó hasta el 19 de marzo conservando el local sindical, pero cuando la empresa a través de más de 500 telefonistas despedidos intentó imponer sus condiciones, el CEN logró el apoyo del Congreso del Trabajo y otros sindicatos, además del apoyo de la policía para desalojar del local sindical a los disidentes.
Meses más tarde, se adelantaría el proceso electoral donde Hernández Juárez lograría otra reelección.