Blanca Pastor.
En: Coyoacán (revista marxista latinoamericana).
Año IX, enero-junio 1985, núm. 17/18.
La requisa aparece como figura jurídica en la legislación mexicana a partir de la segunda guerra mundial, como una protección contra posibles atentados a la soberanía nacional que pudieran darse mediante maniobras empresariales en los sectores clave de la economía. No obstante la desaparición de la situación específica que le dio origen (el estado de guerra), la requisa no solo continua vigente sino que ha sido usada para controlar a los trabajadores más que a las empresas, especialmente en lo que se refiere a Teléfonos de México.
Telmex es una empresa que se ha visto sujeta a la requisa en varias ocasiones, sobre todo en la última década. En ningún caso, la causa ha provenido de la empresa sino de movimientos huelguísticos de los trabajadores, con la finalidad evidente de desvirtuar y anular esta poderosa arma de lucha. Sin embargo, las dos últimas requisas (8 de marzo de 1982 y 4 de septiembre de 1984) que han sufrido los trabajadores de Telmex no pueden ser entendidas si se les juzga con los mismos criterios con que se analizan las precedentes.
El elemento nuevo –y fundamental- que explica las dos requisas más recientes es el programa de modernización de la red telefónica, basado en la tecnología microelectrónica.
El análisis de esta nueva problemática resulta de gran importancia por varias razones. La primera de ellas, porque lo que ocurra con los trabajadores telefonistas a partir de la introducción de la nueva tecnología será la muestra de lo que se generalizará a todos los trabajadores de las empresas industriales y de servicios más grandes, en segundo lugar, porque la modernización de la red telefónica no es tan sólo un fin por sí misma, sino una condición necesaria para la modernización de los otros sectores de la economía y para su integración a nivel internacional. Otra de suma importancia es que en estas requisas se advierte claramente como el Estado y la parte patronal conjugan sus fuerzas para reprimir a los trabajadores y despojarlos de sus armas de lucha más importantes; finalmente porque, ante la modernización de uno de los factores de la producción, el capital, destaca la necesidad para el otro factor, el trabajo, de replantearse sus formas e instrumentos de organización y de lucha.
Las nuevas tecnologías microelectrónica.
Se puede advertir que en cada una de las crisis económicas, características de los ciclos del capital, se acelera el desarrollo tecnológico como intento de elevar la productividad y detener la caída de la tasa de ganancia. En tales momentos, se da auge al desarrollo de un sector o industria mediante la innovación de métodos para su explotación, que después son aprovechados cuando se generalizan a la industria en su conjunto. Así, la industria automotriz representa la salida a la crisis anterior, toda vez que su cadena de montaje posibilitó el paso de la manufactura a la producción masiva.
En la actualidad, y considerando el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, así como las características de la crisis actual, se asiste al surgimiento de una nueva rama, compuesta por las telecomunicaciones, la computadora y las máquinas de oficina. Estos componentes, que anteriormente correspondían a sectores diferenciados, están surgiendo como un conjunto de equipos y servicios de procesamiento de la información que se abastecen recíprocamente. Así, pues esta rama resulta clave pues en ella se sintetizan las tendencias con las que el capitalismo pretende superar la actual crisis.
En lo general, la modernización tecnológica sigue dos tendencias fundamentales: por una parte, el desarrollo acelerado de la nueva electrónica y el uso creciente del sistema digital y, por otra, la de datos y la de telecomunicaciones, llegando ésta a ser considerada como la “industria que va a la vanguardia de la revolución microelectrónica”.1
Es importante advertir que una tecnologización de esta naturaleza supone no solamente un mejoramiento del equipo (cambio convencional en condiciones de cierta estabilidad y sólo necesario en términos de competitividad), sino también una revolución completa de concepción, que derrumba los viejos patrones y crea nuevas posibilidades. De esta manera, las nueva tecnología en la rama de la teleinformática significa una reorganización de los servicios y sus posibilidades, ya que no se trata sólo de mejorar a la rama misma, sino de posibilitar la instalación de nuevos métodos de producción y control en otros sectores de la economía (para lo cual resulta indispensable), con lo que la fuerza de trabajo en su conjunto se ve afectada.2
La microelectrónica ha sido diseñada para ser el corazón de los nuevos equipos ya que esencialmente conlleva enormes ventajas: reducción de tamaño y espacios; mayor capacidad, eficiencia y confiabilidad; requerimientos mínimos de mantenimiento; menores tiempos y esfuerzo para su instalación; bajo costo de sus componentes, que va decreciendo paulatinamente aún más; posibilidad de incorporación de destrezas de los trabajadores para que el equipó realice partes del proceso productivo; y, sobre todo, la posibilidad, derivada de todo lo anterior, de elevar la productividad mediante la reducción de costos y una mayor explotación de la fuerza de trabajo, facilitada ahora por el reforzamiento del control sobre los trabajadores.
La microelectrónica en la telefonía.
Muy tempranamente la computadora fue integrada al servicio telefónico. La primera fase de esta integración consistió en la instalación de centrales controladas por computadoras (para asegurar las correctas conexiones en el tráfico), en el cálculo e impresión de las cuentas de los clientes y, eventualmente, en la realización de algunas pruebas y reparaciones de la red. La fase más avanzada se dio ante el crecimiento del procesamiento de la información, cuando las grandes corporaciones usuarias del servicio telefónico necesitaron enviar mensajes de una computadora a otra y los cambios en la red telefónica posibilitaron estas operaciones.3 Las innovaciones se están dando de manera tan acelerada que los sistemas satisfacen simultáneamente los requerimientos de las telefonías pública y privada, de telex, de televisión y radiofonía, al mismo tiempo que permiten el desarrollo de servicios interconectados para la trasmisión de datos.
Repercusiones para los trabajadores telefonistas.
En los aspectos más importantes, se puede advertir que las repercusiones sobre la fuerza de trabajo que la implantación de la nueva tecnología trae consigo, son las siguientes: 1) un cambio en la estructura ocupacional; 2) una reorganización del trabajo, esto es, modificación en la forma y el contenido en la forma y el contenido del trabajo, transformando con ello los puestos y las categorías; y 3) efectos sobre la gestión sindical, al mermar el poder de negociación (basado en la calificación) de los sindicatos.
1. Cambio en la estructura ocupacional.
Los nuevos equipos tienen su mayor impacto sobre los sectores de trabajadores más calificados (centrales, fundamentalmente). Las nuevas funciones conllevan una mayor necesidad de especialistas en computación y menor necesidad de obreros, por lo que los nuevos puestos se están centrando en los rangos de dirección y de técnicos de nivel medio, puestos creados para el diseño y operación de los sistemas más automatizados, así como para el control de su funcionamiento.
Por lo general., los nuevos puestos requieren de una calificación tecnológica previa más alta y, en todo caso, diferente a las tradicionales. El problema radica en que estos puestos están vedados al personal sindicalizado (como se verá más adelante). Esta tendencia general en los países en los que se estás usando ya el nuevo equipo parece confirmarse en México, pues el personal que laboró en las centrales digitales cuando se estaban probando fue exclusivamente de confianza, llegándose incluso a prohibir el acceso al personal sindicalizado a los edificios donde están instaladas. Actualmente, si bien ya algunos trabajadores están recibiendo cursos de capacitación para laborar con el nuevo equipo, éstos se centran en la instalación y mantenimiento.
Por otra parte, los puestos sindicalizados, cuyo crecimiento tendencial es mucho menor en términos relativos, se limitan al trabajo descalificado, lo que acarrea una anulación de habilidades calificadas.
En general, las tendencias de la reestructuración ocupacional a partir de la introducción de la nueva tecnología son las siguientes:
Se incrementa el número de puestos gerenciales y de técnicos de nivel medio, debido al crecimiento del volumen y diversidad de las necesidades.
Se mantiene estable el número de puestos obreros calificados (lo que supone la detención de su crecimiento potencial) en un plazo corto. En general, estos trabajadores calificados están siendo afectados por los sistemas de mantenimiento y prueba, así como por la transformación de los procedimientos de ocupación. Por lo tanto, es posible que su número decrezca lentamente durante esta década. Los trabajadores de centrales son los más afectados, en tanto que los efectos para los trabajadores descalificados de cables y líneas son más leves, aunque también cambian las necesidades de habilidades para instalación y reparación (especialmente si se introduce el uso del cableado de fibra óptica).
También decrece el número de operadoras, ya que el nuevo equipo tiene incorporadas algunas de sus funciones; por otra parte, cuando se dé más ampliamente la centralización de las operaciones mediante un programa de control almacenado, puede llegar a ser también una causa del decrecimiento de puestos en este departamento. A largo plazo, estas restricciones pueden resultar sustanciales, ya que el equipo tiende a la gradual eliminación de las funciones de las operadoras, llegando a necesitar una sola de ellas que atienda exclusivamente las necesidades de operación del equipo.
Las empresas acrecientan las presiones sobre los trabajadores y provocan tácticamente conflictos y enfrentamientos entre ellos, para cubrir los desplazamientos provocados por la implementación de los nuevos equipos.4
2. Reorganización del trabajo.
La introducción de nuevos sistemas basados en las computadoras en el servicio telefónico tiene fundamentalmente las siguientes características en lo relativo a la reorganización del trabajo.
a) Descomposición de las tareas., cuyas consecuencias son ujna modificación del trabajo, generalmente más rutinizado, lo que, a su vez, trae como consecuencia la reestructuración de categorías.
El diseño, objetivos y uso que se dan a los nuevos equipos determina que ciertas habilidades mecánicas se vuelvan obsoletas y, en cambio, requieren de niveles educativos previos mucho más altos y de habilidades técnicas más complicadas. El problema consiste que los trabajadores sindicalizados no tienen acceso a los puestos que se basan en estas habilidades por lo que el nuevo equipo les escamotea su materia de trabajo en tanto que sus habilidades tradicionales ya están incorporadas en él.
En los hechos se puede constatar que el trabajo técnico se está dividiendo en dos partes: las tareas más interesantes y calificadas se destinan al personal de confianza, dejando sólo tareas trasquiladas de habilidad y rutinarias para los trabajadores sindicalizados.
b) Incorporación al equipo de las funciones de control, tanto, sobre el proceso como sobre la fuerza de trabajo, con lo que ésta ve recrudecidas las presiones en su vida laboral que, ahora, aún más, se extienden en su vida cotidiana.
La nueva tecnología introducida en el sistema telefónico no solo hace obsoletas las habilidades tradicionales, sino que reorganiza el trabajo y lo centraliza rígidamente, sujetando a los trabajadores a un ritmo automático y sobrecargado, en el que ya no hay tiempos muertos, así como a una vigilancia excesiva.
La mayoría de los cambios relativos a la centralización del control se traduce en el reforzamiento de la supervisión, ya que ahora existe un control más estrecho sobre la asignación y dirección del trabajo. La nueva característica es que las computadoras diseñan el control directivo sobre el trabajo, robándole toda autonomía. La excesiva supervisión en las empresas telefónicas no es algo nuevo. Pero, de la misma manera que la tecnología roba habilidades para incorporarlas al equipo, también le incorpora la supervisión. La computadora observa y controla en sustitución del supervisor y, además, lo aventaja. En los centros de trabajo tradicionales existían espacios en el desatender su trabajo y sin que esto implicara la carencia de supervisión. A partir de la introducción de la computadora en el proceso, es ella la que regula el ritmo, la intensidad y las cargas del trabajo automáticamente.
El stress psicológico5 provocado por el trabajo es una de las consecuencias más evidentes de la implantación de los sistemas computarizados en el servicio telefónico. Este stress se debe a las presiones mismas que sufren ante un cambio (sobre todo si es de la magnitud actual), a la regulación permanente y automática de las cargas de trabajo (que ahora se suceden con mayor rapidez) al sentimiento de pérdida de todo poder sobre la vida laboral y a las cada vez peores prácticas administrativas.
Con los nuevos sistemas de administración basados en las computadoras, los trabajadores se ven sistemáticamente tratados como niños a los que hay que vigilar y reglamentar su vida. Es una manera, de convencerlos de su falta de poder, para obtener, de esta manera, su consentimiento del estrecho control administrativo que se ejerce contra ellos.
“Todas las técnicas de control y supervisión que hasta los más mínimos movimientos de los trabajadores los enfrentan a su falta de poder y les interiorizan un profundo sentimiento de resignación, al tiempo que se les somete a un estado de ansiedad constante. Este miedo palpable de ser atrapado en un vasto sistema que resulta aplastante, intocable, imposible de ser cambiado, brinda una total desposesión y también en la principal causa de stress, “Manipulan la vida personal; uno no es su propia persona cuando trabaja”.6
3. Efectos sobre la gestión sindical.
El rápido y masivo rediseño del trabajo afecta en varios sentidos al poder de los sindicatos como institución. El efecto más inmediato y perceptible, provocado por los nuevos sistemas tecnológicos sobre el sindicato es que sus ingresos se ven mermados en tanto que se reduce el número de sus afiliados (si no por despidos, si tendencialmente, ya que los nuevos puestos están destinados a personal de confianza).
Por otra parte, la fuerza de los sindicatos se ha basado tradicionalmente en la calificación de los trabajadores, la que les daba poder en las negociaciones. Ahora se enfrenta a la constante descalificación de sus agremiados, por lo que tienen que desarrollar nuevas armas de lucha. Esto ocurre simultáneamente con el rediseño “a prueba de huelgas” de los centros laborales, pues la nueva tecnología casi no requiere del trabajo realizado por el personal sindicalizado. Así, el sindicato se ve atacado por estos dos frentes; la calificación, su principal soporte, se ve ahora obsoleta y la huelga, el arma fundamental de lucha, pasa a carecer de fuerza y significado.
Por último, y en los niveles ideológico y psicológico, al alimentar el sentimiento obrero de su falta de habilidad para dar sentido a su propia vida laboral, al interiorizar los trabajadores su falta de poder y control hasta su vida personal, la tecnología ha cumplido su papel de división y desmovilización.
El sector de las telecomunicaciones en México.
La red de telecomunicaciones del país está formada por varios sistemas – correspondientes a diversas dependencias, organismos, instituciones y empresas- que, al haberse instalado sin coordinación en su origen, han significado tradicionalmente una duplicación de esfuerzos e inversiones, situación que se ha tratado de solucionar en los años más recientes.
Además de las instalaciones y equipo de la Secretaría de Comunicaciones y transportes, entre otros se encuentran los de algunas empresas descentralizadas (Petróleos Mexicanos, Comisión Federal de Electricidad y Ferrocarriles Nacionales), los de la empresa telefónica concesionada, Teléfonos de México7 (de participación estatal mayoritaria) y los de empresas de capital privado, como Televisa.
Legislativamente existe un monopolio estatal de los canales y sistemas, así como de la prestación de los servicios correlativos, pero, de hecho, éstos han pasado al dominio de las empresas mediante el otorgamiento de concesiones.
El sector de las telecomunicaciones en México se preparó desde hace muy pronto para su incorporación con el internacional y con la nueva concepción tecnológica de los servicios integrados. Así, ya en 1974 se dio inicio a la construcción de una red piloto, configurada para satisfacer las necesidades de los servicios tradicionales (telefonía, radiotelefonía, televisión, etc.), así como para manejar eficientemente la trasmisión de datos y facsímil.
El servicio telefónico es uno de los que ha recibido más apoyo por parte del gobierno federal8 para su expansión, la que la empresa maneja retóricamente como ampliación del servicio a nuevos sectores de la población (siempre se alude al número de aparatos instalados como indicador del desarrollo del servicio), pero que, en realidad, significa un incremento de las ganancias de los inversionistas privados.9
Si bien el servicio telefónico ha tenido un alto índice de crecimiento y una buena rentabilidad, su desarrollo no ha sido suficiente para satisfacer la demanda ni mucho menos equilibrado de manera que en realidad beneficie a todos los sectores y regiones del país, pues se ha enfocado a satisfacer con prioridad las necesidades del gran capital (industrial, comercial y financiero), por lo que opera fundamentalmente en las grandes concentraciones poblacionales.
Telmex, desde su creación, ha operado con criterios privados, hecho de especial relevancia al considerar que presta un servicio público de interés nacional, cuyo suministro corresponde al Estado, de que en 1972 se convierte en empresa de participación estatal mayoritaria, no cambia su política de ampliación y desarrollo.
El Estado ha podido nacionalizar el servicio en diversas ocasiones, en las que no tenía más que hacer valer sus derechos, en virtud de los enormes adeudos que la empresa tenía por concepto de préstamos e impuestos. Lejos de actuar en este sentido, el Estado definió su política respecto de la empresa proporcionándole recursos financieros mediante la adquisición de acciones de rendimiento fijo y voto limitado, al tiempo que le renovaba sin condiciones la concesión que estaba a punto de expirar. Es evidente, pues, que la “conjugación Estado-capital privado” tan mencionada en los informes de administración resulta más favorable a este último factor que al desarrollo de un servicio público nacional.
Dentro de la retórica empresarial destaca la prestación del servicio a las pequeñas comunidades,10 pero evidentemente la preocupación central está en la productividad y en los nexos con el capital trasnacional y no en el desarrollo del servicio público (el que, entre otras cosas, no resulta rentable).
También habría que destacar que, en lo relativo al avance y participación de la tecnología nacional en la expansión del servicio -para lo que debía coordinarse con el CIDET,11 garantizando de esta manera que la realización de los programas y de la ingeniería del sistema estuviera a cargo de técnicos mexicanos-, Telmex ha optado por la tecnología extranjera para el desarrollo de la red, basado en el nuevo equipo electrónico, por medio de contratos con empresas como Ericsson (sueca y cuya central digital probada en plan piloto en Baja California Norte parece tener mayores posibilidades de ser integrada en la red telefónica mexicana, toda vez que son mínimos los requisitos para su adaptación con el viejo equipo que está todavía en funcionamiento y que probablemente será usado todavía por un periodo más o menos largo) e Indetel (filial de la norteamericana ITT, cuya central electrónica, probada en Tlahuac, D.F., hasta donde se sabe, presentó algunos problemas para adaptarse al equipo actual).
Esta política de Telmex tiene repercusiones tan importantes –para el servicio telefónico y los trabajadores, en lo particular, y para el país, en lo general- que hace necesario analizarlas, cuando menos someramente:
1) Las condiciones que privan en un país como el nuestro –con una economía dependiente- y las que existen en los países en que no sólo se implantan estos desarrollos tecnológicos aunque además los producen, son diferentes. En estos últimos países, la integración producción-circulación y la competencia por dominar el mercado obligan a investigar y desarrollar continuamente la tecnología. La implantación de los avances tecnológicos (cuya vida productiva se hace cada vez más breve) conlleva cambios continuos en la esfera de la fuerza de trabajo que es desplazada por el equipo en un sector, se integra a los nuevos sectores que emergen como consecuencia de la investigación y producción de nuevas formas tecnológicas.
Este desarrollo de nueva tecnología significa inversiones que son posteriormente recuperadas con ganancias en la venta al mercado internacional. En nuestro país, al no desarrollar y producir esta tecnología, su implantación implica solamente un gasto social.
2) Como derivado de la situación anterior, existe el problema de la mayor dependencia tecnológica que posibilita eventuales presiones políticas (recuérdese la importancia del papel que jugó la ITT en la caída del gobierno de la Unidad Popular en Chile). La producción y abastecimiento de equipos para telecomunicaciones están influidos por fuerzas económicas particulares que pueden, si bien no regular, sí actuar en sentidos que no son precisamente los más benéficos para un servicio público de carácter nacional.
Existe una serie de problemas, actuales y potenciales, en las industrias extranjeras, que pueden afectar a México como país comprador de estas tecnologías, tales como:
– Las empresas extranjeras pueden absorber los escasos capital y habilidades nacionales;
– las decisiones y negociaciones efectuadas entre estas empresas en competencia, responden sólo a sus intereses y suponen un perjuicio a los intereses nacionales;
– implica fuga de divisas nacionales por pago del derecho de uso de esta tecnología;
– el grave riesgo de que los sectores clave de la industria estén controlados por intereses extranjeros, que pueden contravenir a los nacionales; y
– la compra de esta tecnología, en tanto que no se trata de un desarrollo propio, implica que todo el sistema telefónico nacional dependerá siempre de las condiciones impuestas por la empresa extranjera proveedora (en lo que se refiere a mantenimiento, cambios, adaptaciones, desarrollos, nuevos costos y tarifas, equipos auxiliares, etc.).12
3) Como consecuencia de lo anterior, se impedirá la efectiva integración de la industria nacional.
4) Con la compra de estos equipos se agudizará el problema del contratismo, contraviniendo los intereses de los trabajadores sindicalizados.
5) Al implantarse esta tecnología en un país que no lo produce, se acrecienta el problema del desempleo, pues en los países productores, la fuerza de trabajo telefonista desplazada se incorpora a los sectores industriales que surgen como consecuencia de los nuevos desarrollos y aplicaciones, tanto en los que se dedican a su producción y comercialización, como en los que se dedican a la elaboración de partes.
6) Ampliación de la brecha salarial que existe entre las diferentes categorías de trabajadores. Las experiencias sufridas por los trabajadores telefonistas en los países en los que ya se han instalado los nuevos sistemas, demuestran que éstos acarrean una descalificación masiva, creándose nuevos sectores de trabajadores (generalmente en puestos de confianza) que se encargan de las igualmente nuevas funciones calificadas requeridas por el equipo.
Los dos últimos movimientos de los telefonistas y las requisas.
Desde hace ya varios años, los trabajadores de diversos departamentos están solicitando la revisión de sus respectivos convenios de trabajo. A fines de 1981, los trabajadores de centrales mantenimiento de la sección matriz acentuaron la presión para obtener la revisión de su convenio, debido a que la empresa había ya introducido cambios tanto técnicos como administrativos preparatorios al nuevo equipo. La respuesta de la empresa fue el despido selectivo de algunos trabajadores.13
La dirección sindical, por su parte, se negó a apoyar a los despedidos en la lucha por su reinstalación, lo que agudizó el conflicto interno que se venía gestando desde tiempo atrás. Los trabajadores de las secciones más importantes (tanto numérica como políticamente) iniciaron una lucha conjunta, ahora no solo en apoyo a los trabajadores despedidos sino contra el CEN del sindicato, tratando de expulsar a sus integrantes.
El conflicto se desarrollo de manera por demás tortuosa, pues en ciertos momentos aparecía la destitución de la dirección sindical como el elemento más importante: en otros, resaltaba el enfoque de los problemas laborales (muchos, por cierto, ya que la empresa desató una represión abierta y generalizada, con el claro propósito de confundir y desviar la atención de los trabajadores, cansarlos y cerrarles los canales para la solución de los conflictos) y, además, destacaba la lucha por el poder efectuado por dos grupos políticos.
El ataque empresarial se llevó a cabo por todos los flancos (con apoyo estatal, ya que, por ejemplo, la SCT requisó las instalaciones para facilitar y legitimar la represión) y con acciones tan sutiles que el conflicto interno resultó insalvable, lo que impide a los trabajadores unirse y hacer uso de su órgano más adecuado, el sindicato, para enfrentar unánime y fortalecidamente al verdadero antagonista, la parte patronal.
Resulta difícil aseverar que la empresa manipulo directamente el conflicto mediante la corrupción y cooptación de los líderes de ambos grupos, más que nada porque el rechazo a la actual dirección sindical corresponde a un efectivo movimiento de base; pero lo que sí se puede inferir del desarrollo del Movimiento 8 de marzo, es que la empresa aprovecho las fisuras existentes entre los trabajadores y utilizó todos sus instrumentos para profundizarlas.14
En cuanto a la última requisa, la de septiembre del año en curso, si bien se puede dar por segura la existencia de un contubernio entre direcciones (empresarial, sindical y hasta del Congreso del Trabajo), se advierte al menos una sospechosa coincidencia en los resultados de sus respectivos actos.
Como se recordará, cuando se aprobó, para este año, el aumento del 20 por ciento al salario mínimo, el Congreso del Trabajo demandó que dicho porcentaje se generalizara a todos los niveles salariales, amenazando con una huelga general, como medida de presión. Casualmente, el sindicato elegido para ser punta de lanza en este movimiento fue el telefonista; y se dice casualmente por que coincidió, también en este momento, con el empeño de los trabajadores de centrales por conseguir la revisión de su convenio, para la cual se estaba ya en pláticas con la empresa desde el mes de junio. (Aquí habría que destacar que la presión en ese momento para la empresa y el sindicato por la revisión de los convenios ya era considerable, pues prácticamente todos los departamentos la están demandando y algunos están en cierto grado de avance en el proceso).
El emplazamiento a huelga15 tenía como fecha el 5 de septiembre, pero un día antes la empresa fue requisada.
Ante la requisa, la dirección sindical quiso imponer a los trabajadores una estrategia de lucha,16 que en general fue ignorada, excepto por 17 trabajadores del departamento de quejas-probadores en Naucalpan, mismos a los que la empresa sancionó y envió a proceso de investigación para su eventual despido, en caso de ser comprobables su negligencia y desacato. Como no se vio acción inmediata por parte delo CEN, los otros departamentos tuvieron más motivos para no respaldar la estrategia propuesta.
Ante el desarrollo de los hechos, la dirección sindical decidió convocar a una asamblea general permanente (mecanismo puramente formal pero necesario en cuanto legitimación), que se instaló casi en la misma fecha en que debía realizarse la convención anual. La empresa se negó a pagar los permisos sindicales al número total de trabajadores que tendría que abandonar su puesto para participar en los, dos eventos, dando como argumento (válido por cierto) de que el número pactado de permisos simultáneos correspondía al de la asistencia a uno solo de tales eventos; en tanto que ambos se realizaron, el número de asistentes rebasó la cifra aludida y algunos de estos trabajadores dejaron de recibir el pago de su salario, aunque sin aviso de despido y ni siquiera de sanción. Así, lo que la empresa manejó posteriormente como permisos sin goce de sueldo, la dirección sindical lo utilizó como elemento de agitación, declarando que estos trabajadores habían sido despedidos (lo cierto es que la empresa, por su parte, no aclaraba en ese momento todavía la situación en que se encontraban los convencionistas no pagados, con el claro propósito de utilizarlo de manera que más le conviniera conforme al curso que tomaran los acontecimientos).
El líder telefonista siguió exhortando a tomar medidas de presión, declarando que el sindicato contaba con el apoyo de la CTM y del Congreso del Trabajo en pleno, en lo que radicaba la fuerza del movimiento y su convicción acerca del triunfo inminente. Como demostración de su fuerza, convocó a un mitin en la explanada externa al edificio del Congreso, al que acudirían los altos dirigentes del m ismo, así como los de la central obrera más grande del país. Resultado: asistencia de escasos dos mil telefonistas y de cero altos dirigentes.
El conflicto finalmente se solucionó en reuniones de las dos partes en conflicto, realizadas junto con el Secretario del Trabajo y Previsión Social, cuto saldo es el siguiente; aumento de cuatro mil pesos mensuales establecido como general para los salarios superiores al mínimo (olvidándose de las demandas del 20 por ciento), arbitraje a los sancionados (sólo 37) y pago integro del salario a los restantes 500 (aquellos en estado indefinido que se mencionaron anteriormente), condicionando su regreso a laborar.
Los últimos retoques al disfraz consistieron en “desacuerdos” y “enfrentamientos” entre la empresa y el líder telefonista (a pesar del levantamiento de la requisa, continuaba la vigilancia a cargo de elementos externos a la empresa; demanda contra Hernández Juárez por realizar mítines en los centros de trabajo y por golpear al personal, etcétera).
Los que es importante destacar es que de nueva cuenta se está tratando de impedir la atención de los trabajadores en sus problemas laborales, mediante un conflicto creado en forma burda y en el que colaboraron no sólo la empresa y la dirigencia sindical, sino también el Estado (requisando la empresa sin necesidad, pues los trabajadores advirtieron de inmediato que la demanda sindical no tenía sentido) y los organismos del movimiento obrero organizado
Habrá que advertir que los participantes en este asunto realmente son de altos vuelos, lo que indica también que la necesidad de mantener dividido y disperso a este sector de trabajadores es importante.
Por lo pronto, la empresa ya está impartiendo los cursos de capacitación para trabajar con el nuevo equipo electrónico a aquellos trabajadores que tienen más conocimientos de la materia (los técnicos de esta empresa, en general, cuentan con una alta calificación, habiendo incluso una buena proporción de ellos que cuenta con estudios universitarios).
Por el momento no se advierte una tendencia hacia el desplazamiento de trabajadores a causa del nuevo equipo electrónico, como tampoco una eliminación política de aquellos identificados por su posición democrática y opositora a la actual dirigencia del sindicato. Por otra parte, hacerlo sería no solo necesario sino hasta contraproducente, toda vez que el objetivo inmediato consiste precisamente en calmar la efervescencia y procurar la colaboración individual con el programa de modernización, lo que es posibilitado por la división interna y la escasa participación en la vida sindical.
Noviembre 1984.
Notas:
1.- Forester, Tom. New Society, s.l., nov.16 de 1978. Citado en “The Modernization of Telecommunications”, Post Office Engineering Union, Londres, junio de 1979, p.11.
2.- Kohl, George, “Changing Competitive an Technological Enviroments in Telecommunications, USA, s.f. p. 2 (mimeo). Kohl ejemplifica esta situación con los programas de control numérico que se hacen en Houston y se envían por sistema de telecomunicaciones a Brasil, para controlar las máquinas-herramienta que producen bienes para el mercado norteamericano. Harley Shaiken, “Brave New World of Work in Auto”, In These Times, USA, sept. 16-25, 1979, citado en ibid., nos muestra otro ejemplo de cómo los avances tecnológicos –principalmente los de la industria de las telecomunicaciones- inciden sobre la fuerza de trabajo, cuando se refiere a los programas diseñados para una planta automotriz que fueron enviados a otra planta –al estallar una huelga en la primera- para que la producción pudiera continuar con interrupciones mínimas.
3.- Kohl, G., op. cit. p. 3 “Originalmente esto fue realizado mediante la modulación de señales digitales computarizadas o disfrazadas de tal amnera que semejaran ser una voz para el equipo analógico de la empresa telefónica. Este sistema no era el ideal para las comunicaciones entre computadoras, ya que resultaba más lento y menos preciso que la trasmisión directa de señales digitales. En la medida en que se incrementó la frecuencia de trasmisiones, se desarrollo nuevo equipo especializado para manejar más económicamente las señales digitales de las computadoras”.
4.-Táctica empleada por Telmex, como se verá más adelante.
5.- Robert Howard, “Drugged, Bugged and Coming Unplugged”, Mother Jones, EUA, Agosto de 1981. En este artículo es un claro ejemplo de “epidemia de stress” que, por cierto, no se reduce a casos aislados. En tan sólo 10 meses, la cuarta parte de la fuerza de trabajo de la empresa Bell, en Washington, fue retirada del trabajo por desórdenes psiquiátricos. Todos contaban con más de 20 años de servicio en la empresa y ninguno había presentado antecedentes de problemas psicológicos. Este caso no pudo ser diagnosticado como “histeria colectiva” –diagnóstico común ya que hasta ese momento los casos colectivos se habían presentado en el departamento de Tráfico, en el que personal es predominantemente femenino- ya que de las cinco víctimas, sólo una era mujer. En este mismo artículo se muestra otro ejemplo; cerca de la mitad de los varios cientos de participantes en grupos de stress ocupacional en el Instituto de Salud Laboral y Mental de California, son telefonistas.
6.- R. Howard, op. cit.
7.- Desde los primeros años de este siglo, en México operaban el servicio dos empresas, fundamentalmente: la Compañía Telefónica y Telegráfica Mexicana (de capital norteamericano, subsidiaria de Bell Telephone Company) y la Compañía de Teléfonos Ericsson (sueca). En 1947, se constituye Teléfonos de México con las plantas, redes, equipos y concesiones de la Ericsson. En 1950, Telmex compró los derechos y obligaciones de la Cía. Mexicana. En 1958, la empresa se mexicanizó cuando un grupo de inversionistas nacionales compró la mayoría de las acciones que estaban en poder de la ITT en Estados Unidos y de Ericsson en Suecia. En 1972, el gobierno federal asumió formalmente su posición como accionista mayoritario (desde tiempo atrás estaba inyectando dinero a Telmex mediante la compra de acciones por parte de Nacional Financiera), suscribiendo el 51 por ciento del capital social, representado en una serie de acciones de su exclusiva propiedad (y de voto limitado, por cierto). La mayor parte del restante 49 por ciento del capital social quedó en manos de los grandes grupos financieros que operaban en el país (Banamex, Bancomer, etc.) y una mínima proporción está representada por pequeños accionistas, ya que la empresa, para otorgar el servicio, obliga a los solicitantes a suscribir acciones y obligaciones.
8.- Este apoyo se expresa no sólo en las crecientes inversiones, sino en el establecimiento de convenios y concesiones que facultan a la empresa para la explotación de servicios e instalaciones de la SCT, para su propio beneficio, lo que quiere decir, sobre todo, para el beneficio de los inversionistas privados.
9.- Cabe aclarar que las ganancias de los grandes consorcios financieros accionistas de Telmex no provienen solamente de las utilidades de esta empresa. Existe un grupo de empresas-satélite (subsidiarias, filiales y proveedoras) que gozan de jugosos contratos con Telmex para realizar una serie de operaciones para ésta. Dichas empresas, en una proporción significativa, son propiedad de los inversionistas privados de Telmex. Curiosamente, Telmex cuenta con departamentos que realizan las mismas funciones que estas empresas contratistas, lo que, además de atentar contra la materia de trabajo del sindicato, resuelve a favor de la empresa los estallamientos de huelga, pues le permite así disponer de un esquirolaje disfrazado.
10.- En 1966 se inició un programa de telefonía rural (de Telmex en coordinación con la SCT) que tiene como objetivo llevar este medio de comunicación a las localidades con poca población “como una integración de valía para las comunidades más pequeñas” (informe del Consejo de Administración de la asamblea de accionistas de Telmex, 1966).
11.- La SCT creó el Centro de investigación y Desarrollo de Telecomunicaciones (CIDET) para impulsar la ciencia y la tecnología en este sector, como recurso para el desarrollo general del país. El CIDET tiene como funciones la asesoría y, sobre todo, la de investigación y desarrollo de prototipos de aparatos, dispositivos y sistemas con aplicación inmediata y susceptibles de ser fabricados por la industria nacional. La razón fundamental para la creación del CIDET fue el intento de frenar la importación de proyectos de ingeniería y de equipos, cada vez mayor ante la creciente demanda de los servicios convencionales y ante la aparición de nuevos servicios, como la teleinformática. Así, el objetivo para el CIDET fue de frenar la fuga de divisas que representa para México el pago de los elevados precios de los productos y servicios extranjeros así como el pago de las altas regalías de debe hacer por su utilización.
12.- Un ejemplo de esto es que en 1982, de manera arbitraria, la empresa productora de las computadoras que calculan e imprimen la cuenta de los abonados cambió los discos, elevando su precio: los viejos discos, que funcionaban exactamente igual a los nuevos, pues tan sólo cambió su diseño, ya no se con siguen.
13.- “Casualmente”, estos despedidos fueron trabajadores que forman parte de la oposición democrática a la dirección sindical, que desde hace tiempo pugna por una real participación de base en las acciones y decisiones del STRM.
14.- Otro ejemplo de cómo el capital logra desviar la lucha de los trabajadores, lo proporciona una de las compañías telefónicas del sistema Bell, en Estados Unidos. Aquí, la empresa utilizó ideológicamente los factores sexual y étnico (reemplazando a los técnicos –hombres- ya no requeridos en virtud de los nuevos equipos electrónicos, por mujeres y hombres de minorías (étnicas) para desviar la atención que debiera centrarse en los efectos provocados por los cambios tecnológicos.
Existen partes del proceso en las que la automatización elimina virtualmente la necesidad de fuerza de trabajo (especialmente en las centrales). Sin embargo, la empresa automatizó parcialmente dichos sectores de la red, lo que implicó un desplazamiento igualmente parcial de la fuerza de trabajo, con la finalidad de poder crear situaciones que le permitieran dividir y enfrentar a los trabajadores. En estos departamentos con los que el equipo eliminaba puestos, se cambiaron algunos hombres por mujeres, para que así aparecieran éstas como la causa del desplazamiento de los técnicos y no se advirtiera lo que realmente estaba sucediendo: la eliminación de puestos (por cierto que en Telmex está sucediendo una situación similar, pues desde hace algún tiempo se están empleando mujeres en el departamento de centrales –hasta ahora, con los trabajos menos calificados, por lo que los hombres no se sientan amenazados-; es posible que este hecho venga a ser una carta que la empresa se está guardando para utilizar este factor a futuro, como otro disfraz para los eventuales desplazamientos que la implantación del nuevo equipo llegara a provocar). Así, el desplazamiento se dio por fases en este periodo de cambio tecnológico; de hombres blancos a mujeres blancas y hombres de minorías étnicas; a éstos se les cambió por mujeres de minorías y, finalmente, estas últimas fueron eliminadas y en su lugar quedó el nuevo equipo.
Sally Hacker (“Sex Stratification, Technology and OOrganizational Change: A Longitudinal Analysis of AT&T”, Departament of Sociology, Oregon State University, USA, s.f., mimeo) que varias son las razones por las que el trabajo es reasignado de hombres a mujeres y minorías étnicas: 1) como paso preparatorio para el desplazamiento por el equipo electrónico; 2) debido a que estos sectores de trabajadores, hasta ahora marginados socialmente, aceptan trabajos que, por los cambios tecnológicos, se ven degradados y reducidos a tareas totalmente descalificadas (tanto las mujeres como las minorías étnicas están agrupadas en los niveles más bajos de la estructura ocupacional; 3)para lograr un ahorro en salarios; 4) puesto que las mujeres tienen una tasa de rotación más alta, se opta por ellas en los trabajos que se tiene previsto eliminar.
Esta tendencia de desplazamiento de unos sectores de trabajadores por otros corresponde a un decrecimiento general de la necesidad de trabajo calificado, pues éste está siendo eliminado al estar ahora sus habilidades incorporadas al equipo.
15.- Esta “huelga” de los “trabajadores” telefonistas no fue sui generis sólo en su origen, sino en todos aspectos. La dirección sindical planteó que iba a ser de derecho y no de hecho (supuesto resultado de un conceso realizado en los diversos centros de trabajo), lo que se traduciría en acudir a laborar (previa colocación de las banderas de huelga) vistiendo un día a la semana de rojo y negro, otro de verde (el color de la esperanza hernandezjuarista) y los demás portando un gafete alusivo.
16.- La estrategia consistía fundamentalmente en lo siguiente: 1) realizar trabajo de calidad (apegarse exclusivamente a lo pactado en los convenios, es decir, realizar minuciosamente y paso a paso las tareas marcadas y no realizar ningún movimiento que no esté establecido explícitamente), para lo que se rotarían los diversos departamentos de la sección matriz; 2) no trabajar tiempo extra (a pesar de estar estipulado en los convenios); 3) realizar exclusivamente el trabajo correspondiente a cada categoría; 4) rechazar las órdenes en contrario provenientes de los jefes inmediatos; 5) no firmar acuse de recibo de avisos de sanciones (que, obviamente, la empresa les haría llegar por no acatar las órdenes).