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Telefonistas; el díficil camino a la unidad

INTRODUCCION:

El primero de agosto de 1950, los Sindicatos de las dos empresas telefónicas más importantes del país, es decir, el Sindicato de Trabajadores de Teléfonos de México (antigua Ericsson) y el Sindicato Nacional de Telefonistas perteneciente a la Compañía Telefónica y Telegráfica Mexicana, se unificaron para dar paso al Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana, hecho que permitió al Presidente de la República señalar que; “era el acontecimiento más importante para el movimiento obrero” de México.

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Vida Cotidiana

El Universal, 13 de octubre de 1920. REQUERIMIENTOS AMOROSOS, MAL TRATOS Y HUELGA EN CIERNES.

Esto no es precisamente una entrevista (encuentro concertado entre varias personas para tratar un asunto) pero es algo que se le parece. Una interesante plática telefónica entre cinco o seis muchachas desconocidas y un redactor del Universal.

Ellas trabajan en la Ericsson.

-Necesito hablar con un reportero.

-Servidor, señorita, con quien tengo el gusto de hablar?

-Con la telefonista 378675 de la Ericsson.

-Oiga Usted señor, yo también quiero conversar con Usted, y yo, y yo, y yo.

Cuantas al mismo tiempo, ¡Dios mio!.

-Una por una señor, no se impaciente.

-¿Como impacientarme?, ¡Jamás!, lo que me contraría es que ésto solo sea de oido, como lus músicos líricos.

-Tenga paciencia, tal vez después nos conozca.

-Ojalá sea pronto.

-Es que estoy tuerta.

-A mi me faltan los dientes.

-Diez veces seguidas me han dado viruelas prietas.

-Yo uso Bisoñé.

-¿A la fabriqué López?, interrumpimos.

-Majadero, mi peluca es de jóven.

-Usted dispense señorita.

Todas a una.

-¿Quiere conocernos?

-Ya hablaremos de eso en otra ocasión, les suplico concreten señoritas.

Una de ellas.

-Señor, nos vamos a declarar en huelga porque esto es insoportable.

-¿Que son ustedes, Rojas o amarillas?

La número 546475.

-Yo soy pálida.

La número 987.

-Yo morena mate.

-¿Y Usted señorita 119?, preguntamos.

-Si le intersa mucho, se lo dire, pero no creo hacerle caso.

-Gracias por su respuesta, llena de corrección y agregamos.

-¿Cuales son los motivos señoritas bolcheviquistas para que ustedes esten dispuestas a dejar el audifono?

Una de ellas.

-Entre otras razones la de las clavijas, nosotras…

-Expliquese usted señorita.

-Si señor las clavijas. Nos obligan a pagar las clavijas cuando se rompen y eso que son clavijas viejas.

-Muy bien, ¿y que más?

La 56678.

-Y la dificultad para matrimoniarnos, yo ya perdí el novio a causa de esos… una palabra fea.

-¡Señorita!, que son esas palabras. Digame con esa boquita va usted a comulgar.

-Que comulgar ni que ojo de hacha. Quiero decir a usted que ya no soportamos a los empleados varones. Infeliz de la de nosotras que no les pele el diente y les entorne los ojos. Ya estamos hartas de tanta musica celestial, parece que se educaron en una escuela del piropo; “Tiene usted unos ojos que destortolan”; “Vaya figurita”; “Esta usted para comersela”; “Deme el primer beso”; “Que hermosa pantorrilla”; “Que monada”. Esta y otras palabras de más colorido escuchamos a cada instante.

Hay también algunos manos largas, sin verguenzas.

-Nosotros y ustedes no pueden quejarse con sus superiores, preguntamos angustiados.

-La superiora siempre esta dormida, o parece que cierra los ojos cada vez que entra un donjuanero meritorio.

-¿Que más?

-Pues que, o dejan de cobrar las clavijas, paran los requiebros de los empleados y ponen una superiora que padezca insomnio o nos vamos con la música a otra parte.

-Muy bien señoritas, solo que van a fastidiar al público.

Ellas.

-Lo sentimos mucho.

En el instante que la conversación iba por ese camino se interrumpió todo sonido. No fue posible seguir oyendo aquella catapulta de quejas contra los superiores telefónicos. Después de diez minutos, una de nustras conversadoras nos dijo en voz baja y rápidamente.

-Cuelgue su aparato señor, que ya nos cayó tierra.

Pobrecitas, pensamos. Que caida se dieron.

-Después de esta conversación hemos sabido que las chiquillas telefonistas enviaron un memorial a la oficina de previsión social presentando sus quejas y pidiendo la destitución de una superiora, un tratado de urbanidad para los galanteos impertinentes y sobre todo y antes que todo, que no les cobren las clavijas.

Por Jacobo Dalevueltas.

Nuestra Palabra

José García Méndez.

A principios de los años veintes, los telefonistas, principalmente los de la Ericsson, se habían destacado por las importantes luchas que venían realizando, por esta razón, decidieron crear una publicación que les permitiera difundir su ideario y promover la organización de otros sectores de trabajadores. En esta ocasión presentamos el artículo publicado por L. Urmaechea, destacado anarquista de la época y que apareció en el número especial del 25 de junio de 1920 de “EL MICROTELEFONO”, órgano oficial del Sindicato de Obreros y Empleados de la Compañía de Teléfonos Ericsson.

NUESTRA PALABRA.

Es un saludo que fraternalmente enviamos a toda la prensa obrera y al proletariado universal, que lucha por acercar cada día su emancipación económica e integral.

NUESTRA PALABRA es para nuestros hermanos de manos callosas, galardón de orgullo entre los humanos y demostración práctica de lucha por la vida.

En el taller, en la fábrica, en la mina, en los elevados edificios en construcción; en todo lo de nuestros hermanos expoliados, que representa genuinamente la riqueza productiva de nuestra vida azarosa de diaria labor, todos los de ese enjambre, de la colmena humana, compuesta de Panaderos, Carpinteros, Herreros, Albañiles, Tejedores, Pintores, Carroceros, Picapiedreros, Tripulantes, Motoristas, Chauffeaurs, Electricistas, Mecánicos, Telefonistas en general, étc., étc. Todos, todos ellos reciban con agrado y aprecio el fluido entusiasmo que de cerca o de lejos, les enviamos desde las columnas de nuestro vocero “EL MICROTELEFONO”. Este no es más que el cariñoso saludo de nosotros, hermanos vuestros de miseria y del dolor, queremos que ustedes nos comprendan, nos entiendan y, formando ecos de nuestros deseos de perseverancia en la lucha mundial, que día tras día se hace más aguda e insoportable venimos a llenar las filas de los obreros organizados de ambos sexos, por cuanto nuestro Sindicato es una verdadera Liga Industrial de Trabajadores, empleadas y empleados, todos unidos como un bloque de granito. Así podremos resistir al vendaval de todos los tiranos, hasta que llegue el ¡DIA!…que a nuestra vez devolvamos golpe a golpe, injuria por injuria y acción obrera contra acción burguesa. Somos nuevos, somos niños, recien estamos deletreando el ABC de la cartilla social… pero nuestras aspiraciones, libres de apasionamientos y envidias, coronaran la nueva fuerza creadora que estamos fomentando, para poder ser la fuerza batalladora del futuro. Así lo esperamos los Telefonistas de México.

L. Urmaechea.

SINATEL, mayo 23 de 1945.

Trayectoria Sindical.

A ese núcleo de trabajadores que desconocen el origen de las prestaciones sociales de que gozamos en la actualidad, va dedicado especialmente este pequeño compendio de la historia de nuestro sindicato, a fín de que conozcan y de den cuenta de los origenes de las diversas prestaciones para que valoricen lo que tienen en sus manos y se hagan responsables de sus deberes que como miembros activos de la agrupación tienen contraida con ella para conservar y mejorar nuestros derechos adquiridos.

GUILLERMO LOPEZ.

La Compañía Mexicana de Teléfonos.

A principios del siglo actual, la Compañía Mexicana de Teléfonos estaba constituida por capital netamente mexicano y operaba una planta telefónica establecida en ésta capital en la calle de Santa Isabel, precisamente en el lugar que ocupa ahora el Palacio de Bellas Artes con un limitado número de estaciones. Poco tiempo después ampliaba sus operaciones instalando una planta en la Ciudad de Monterrey e inaugurando la línea de larga distancia que comunicaba a la Villa de Tlalpam con la Ciudad de México.

Era indudable que el personal empleado por la Compañía en esa época era muy reducido, pero a medida de las necesidades del servicio, crecian y se introducían las inovaciones que aportaban la industria telefónica en su marcha progresista. El cuerpo de trabajadores, siguió también en aumento hasta formar un considerable núcleo que bien pronto se sintió invadido por la inquietud de mejorar sus condiciones de vida, como reflejo del sentir de otros gremios que empezaban a agitarse.

Casi podríamos asegurar que él nuestro se incorporó a la lucha social cuando ésta se despertó en nuestro país y el incremento que tomó a raiz de los acontecimiento de Rio Blanco en 1907, pues al principiar la revolución de 1910, los trabajadores de la Compañía Mexicana de Teléfonos se encontraban ya organizados y hacían sus juntas al filo de la media noche, en las casas de los agremiados, formando parte del Sindicato Mexicano de Electricistas.

La primera huelga telefónica.

En 1915 cuando la lucha social como resultado lógico de la Revolución se encontraba ya en marcha, nuestro sindicato planteo a la empresa cuyos derechos habían pasado ya a poder de los hermanos Bhen norteamericanos, un conflicto presentando un pliego de peticiones en las que se incluían el reconocimiento del sindicato por parte de la empresa, aumento de salarios y otras prestaciones más, con apercibimiento que de no acceder se declararía un movimiento de huelga, la empresa rechazó despectivamente las pretensiones de los trabajadores y la huelga estalló, prolongándose por 29 días, sin que las autoridades lograran avenir a las partes, pues la empresa declarose en franca rebeldía, por lo que el gobierno acordó intervenir los bienes y explotar el negocio levantando la huelga y haciendo que los trabajadores nombrasen un gerente, habiendo sido electo el Sr. Luis N. Morones que entonces prestaba sus servicios en la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz y era miembro activo del SME. En consecuencia, la Compañía Mexicana de Teléfonos se retiró del D. F. y explotaba unicamente algúnas de sus plantas establecidas en el norte, Saltillo y Monterrey.

La Compañía Telefónica y Telegráfica Mexicana y el primer Contrato Colectivo de Trabajo.

Diez años estuvo intervenido el servicio telefónico por el Gobierno Federal y fue hasta 1925 cuando la empresa recobró nuevamente sus concesiones y sus bienes operando a partir de entonces bajo la razón social de Compañía Telefónica y Telegráfica Mexicana, resultando como condición primordial impuesta por las autoridades transar con el Sindicato Nacional de Telefonistas.

A mediados de 1926 se firmó el primer contrato colectivo de trabajo, cuyo contenido estaba de acuerdo con las condiciones políticas de entonces, estableciendo prestaciones sociales bastante favorables para los trabajadores, pero la aparente transacción que hacía la empresa aceptando las condiciones impuestas de contratar con el sindicato, no era otra cosa más que cumplir con un requisito para expeditar el vasto plan de inversiones y transformaciones del servicio que había que poner en práctica, pues la empresa no quería conceder por ningún motivo beligerancia con nuestro sindicato, estaba dispuesta a echar mano de todos los medios posibles para retener su poder en los destinos de la agrupación y manejar a su antojo los derechos de los trabajadores.

En efecto, una de las primeras maniobras, fue la introducción en el sindicato de trabajadores de confianza que estuvieran ocupando constantemente los puestos directivos del Comité, fue así como poco tiempo después de la primera contratación, conseguía que nuestro sindicato se desligara de la tutela del SME, declarándose autónomo y quedando sin respaldo de ningúna especie, pues no esta adherido a ningúna confederación, ni siquiera contaba con la adhesión del personal del resto de la República, además, desde esta fecha y hasta 1935 actuó ilegalmente, pues al conseguir la empresa que se desligara de los electricistas, los dirigentes jamás se preocuparon por obtener el registro respectivo de las autoridades del trabajo, lo cual estaría en contraposición con los intereses de la parte patronal que ya había conseguido tener un sindicato blanco.

Ocho años de vida del sindicato blanco.

Eliminado por la empresa el problema obrero en la forma anótada en la párrafo anterior, activó con muy relativos compromisos hacía sus trabajadores, la amplación de su red, construyendo redes de larga distancia y comprando concesiones chicas como la de los Señores Reyes en San Luis Potosí, la de Tampico, Guadalajara y otras, pero cuidando siempre que el personal que había aumentado considerablemente, no se uniera, para lo cual, destacaba a sus agentes que se encargaban de mantenerlos divididos, en algúnas sucursales y aún en el D. F. prohijaba sociedades con carácter de recreativos, con el fín de que la atención del personal se desviara hacia otras actividades ajenas a la lucha social, como bailes, días de campo, kermeses, étc.

En 1929, el personal femenino del departamento de tráfico que era más númeroso que el personal masculino de todos los demás departamentos en el D. F. depuso al Comité Ejecutivo del Sindicato que estaba dando muestras de insubordinarse a la empresa y hubo una maniobra mediante la cual, los pocos individuos que nos encontrabamos dentro del gran salón de actos, fuimos echados fuera y a puerta cerrada, eligieron como Secretario General a un individuo que no era empleado de la Compañía, pero que sin embargo, las compañeras creyeron que podía guiar acertadamente para sus intereses y los de la empresa los destinos de nuestra agrupación. Este individuo que era un viejo luchador de las filas del SME, llegó a convertirse en dictador de los destinos de nuestro sindicato, apoyado por la empresa y no hubo poder humano que pudiera moverlo de su sitio durante seis años consecutivos, fue necesaria una paciente labor de unificación del personal de todo el sistema para lograrlo.

La memorable jornada del 24 de julio de 1934.

Estamos pues en visperas de presenciar el acontecimiento más trascendental para nuestro sindicato, de aquí en adelante no seremos un instrumento inconciente de la empresa para pisotear los derechos de los trabajadores. El personal está compuesto en su gran mayoría por jóvenes llenos de entusiasmo y de fé, que sienten palpitar las necesidades de la lucha por el mejoramiento de sus condiciones de trabajo, la unificación en todo el sistema está concluida y ha sonado la clarinada de la reivindicación.

La noche del 24 de julio de 1934, debería efectuarse la asamblea ordinaria, la concurrencia era escasa como la de todas las asambleas, pues el personal estaba decepcionado y no tomaba en serio al sindicato, más bien se sentía aversión hacia él, el líder patronal era el amo de la situación y no era posible revatir nada en las asambleas, pues al día siguiente era seguro el cese para quién osara levantar la voz en contra de las continuas arbitrariedades, los reajustes estaban a la orden del día y no había defensa posible pues a decir del líder patronal, la empresa cumplía con el contrato separando al trabajador y dándole sus tres meses, una gran mayoría de trabajadores tenía asignado el fabuloso sueldo de un peso diario y los dfe más alta jerarquía tenían 152 pesos al mes, se trabajaban 46 y 48 horas a la semana, las disciplinas eran duras y humillantes y aquel que diera manifestación de rebelarse era separado inmediatamente.

No obstante la escasa concurrencia, el pequeño grupo de conjurados para deponer al líder patronal, estaba presente firme y decidido a afrontar la situación y sus consecuencias, llegando el momento exigieron energicamente al líder patronal que renunciara a su cargo y que dejara los destinos de la agrupación en manos de los elementos jóvenes que deseaban cambiar la faz de las cosas y entrar en un periódo de lucha, ante ésta inespera embestida para quienes ignoraban el plan se sintió inmediatamente una reacción en favor de los que daban elgrito de libertad y el líder presionado por la mayoría se vió obligado a renunciar, no sin antes lanzar una prolongada serie de amenazas, de poner en juego todo para hacer fracasar la azonada, pero en realidad la unificación estaba más firme de lo que el mismo se imaginaba.

La huelga de 1935.

Al quedar los destinos del sindicato en poder de los trabajadores, la empresa viose amenazada seriamente por la agitación que despertó el movimiento del 24 de julio y desde luego hechó mano de todos los recursos a su alcance para neutralizar el intento.

En efecto, dictó ceses inmediatos para los compañeros a quienes creía instigadores, organizó una tenaz campaña de prensa para desprestigiar al sindicato ante la opinión pública y otra de convencimiento individual por correspondencia, presionando al personal para que se desligara de la agrupación que se veía fuertemente amenazadora por la conquista de sus derechos, ante los intereses y ambiciones sin límites de los representantes del capital que para escarnio de nuestra raza eran mexicanos.

A principios de mayo de 1935, el Comité Ejecutivo del Sindicato integrado por los camaradas José Luis Bonilla, Federico Alexanderson, Carlos Rodriguez Canseco, José Murguía, Carlos A. Nava, Alberto Ureña, Juan López Alatorre y Luis Noguera Vallejo, asesorados por el Presidente del Comité de Vigilancia Roberto Esparza Calderón, presentaron un pliego de peticiones a la empresa, en el que exigían que cesaran las destituciones por parte de la empresa y la restitución de los que habían sido cesados, la firma del Contrato Colectivo de Trabajo, cuyo proyecto se envió juntamente con el pliego de peticiones y el emplazamiento de huelga, así como también otras demandas.

La empresa negóse a reconocer al sindicato y a tratar con el Comité Ejecutivo, en vista de lo cual se declaró el movimiento de huelga el 23 de mayo de 1935, con un fondo en la caja del sindicato para sostener el movimiento de 37 centavos, la empresa intensificó su campaña en la cual se gastó cerca de un millón de pesos, hubo descersiones en nuestras filas, los pusilanimese pusieron del lado de la empresa pero al fín se impuso el número de los nuestros y se hizo la selección de los que habían de sostener nuestras convicciones, nadie se debilitó y soportamos con firmeza 28 días de sacrificios sosteniendo nuestro ideal, haciendo guardias tirados en medio der la calle y soportando las inclemencias del tiempo, en algúnos hogares llegó a escacear el pan, sin embargo, nadie hizo siquiera una exclamación de desesperación.

Ante aquella situación que no se resolvía la empresa mientras tanto, movía sus tentáculos y recurría como medida suprema a las relaciones que sus altos jefes tenían con el general P. Elias Calles para que influyera como Jefe Máximo de la Revolución , para que las autoridades desconocieran nuestro movimiento, haciendo unas ampulosas declaraciónes en todos los diarios, diciendo entre otras cosas; “Los telefonistas son los obreros mejor pagados de toda la República y todas sus peticiones son absurdas”, fue entonces cuando surgió la personalidad del General Lázaro Cárdenas como defensor de los intereses obreros, al rechazar energicamente las imputaciones de Calles y de sus recias palabras recordamos éstas; “En la República Mexicana no hay ningún trabajador bien pagado, cuando hay huelgas en algún país es porque éste se encuentra en un periódo de bonanza”.

A raiz de estas declaraciones ordenó a Calles que saliera del país, quedando nuestro movimiento señalado en la historia como la piedra de toque que había de señalar una nueva era en la vida política de nuestra patria. El recurso supremo había falladole a la empresa, y la razón se ímponia de nuestra parte.

El General Cárdenas nos dió seguridades en el sentido de que nuestars demandas serían debidamente atendidas y pidió nuestra cooperación para levantar la huelga inmediatamente a fín de evitar complicaciones a la situación política del momento, el resultado intrinseco de nuestro movimiento fue la consolidación de nuestro sindicato como elemento de lucha, rompiendo las cádenas que nos tenían sujetos a la férula patronal y algúnas otras ventajas obtenidas a costa de muchos sacrificios, inclusive con la separación de algúnos compañeros y la pérdida de un gran camarada que vivirá siempre en el recuerdo de todos los que estuvimos en la huelga de 1935, el compañero Arturo Pérez, muerto en el cumplimiento de su deber, cuando después de haber puesto en servicio la planta de Toluca, al terminar la huelga, se trasladó a esta capital a bordo de un carro de la empresa manejado por un trabajador “blanco”.

Camarada de nuevo ingreso, esa es a grandes rasgos la historia de nuestras conquistas sociales, como podrás ver camarada de nuevo ingreso, esas conquistas no fueron un donativo gracioso que la empresa nos hizo, es producto de una lucha desigual que no ha terminado, una lucha a la cual tu estas incorporado y debes sostener con nosotros, los que hemos obtenido para tí, las ventajas que haz encontrado al ingresar a trabajar, necesitan de todo el conglomerado, disciplina sindical, para poder sostener lo que tenemos y obtener mejores condiciones, tu eres parte del sindicato, cumple con tus obligaciones como miembro activo y cumple también como trabajador en beneficio tuyo y de toda la colectividad.

LA HUELGA DE 1915.

El compañero Carlos G. Sosa es uno de los viejos trabajadores al servicio de la empresa, que aún cuando estuvo separado de ella cuatro años 1934-1938, conserva en su haber ser uno de los pioneros de nuestro sindicato, ya que perteneció al grupo de los que formasron el pie veterano de la agrupación, nos ha escrito para la columna de SINATEL estas líneas en las cuales recuerda la primera huelga planteada a la Compañía Telefónica y Telegráfica Mexicana durante el año de 1915.

“En los momentos actuales en que la revisión de nuestro Contrato Colectivo de Trabajo, estamos por decirlo así en vispera de huelga, viene a mí memoria el recuerdo de aquella que llevamos a efecto al finalizar el mes de enero del año 1915, hace 25 años y que dió al traste con la Compañía telefónica más antigüa de México, como podrá verse en el curso de éste articulejo.

La huelga de 1915 fue el resultado de la acostumbrada intransigencia del capital para darle al trabajador lo que legitimamente se merece, pues esta comprobado que cuando una empresa evita conflictos con sus obreros resolviendo justa y honradamente sus peticiones, es la primera en recoger sus beneficios, pues un hombre bien pagado trabaja más, mejor, pero con la intransigencia jamás ha conseguido nada, sino por el contrario ha llegado hasta el punto de perder sus propiedades como aconteció a la Compañía en la jornada a que me refiero.

Viviendo el mes de noviembre del año 1914, los obreros de la Compañía de Luz hicieron un llamamiento a todos los que trabajabamos en las industrias eléctricas para formar una agrupación que buscara el mejoramiento de sus componentes, al amparo de la revolución, pues la situación aflictiva que con motivo del movimiento armado azolaba al país era sencillamente insostenible.

A ese llamado, acudió todo el mundo eléctrico en masa, cuya reunión inicial tuvo lugar en el salón de la escuela de minería, siendo cada vez mayor el número de concurrentes, hubo necesidad de trasladarnos a un lugar más amplio, y ese fue el desaparecido exconvento de Santa Brigida en la calle de San Juan de Letrán, local ocupado entonces por la Casa del Obrero Mundial, ya instalados en salones un poco más amplios, se procedió a clasificar a esa masa enorme, y principiando por recoger firmes notas individuales, étc. resultando de aquella selección cuatro grupos o secciones, el primero integrado por trabajadores de la Compañía de Luz, el segundo por trabajadores de la Compañía Telefónica y Telegráfica Mexicana, el tercero por trabajadores de la Empresa de Teléfonos Ericsson, y el cuarto por el contingente de los electricistas particulares.

A continuación se procedió a nombrar al Comité Ejecutivo, resultando electos los compañeros Ernesto H. Velázco y Luis Ochoa, secretario general y del interior respectivamente. Ambos elementos eran trabajadores de la Compañía de Luz, pues en honor a la verdad, aparte de constituir la mayoría de los trabajadores de aquella empresa eran el alma de la naciente agrupación, para la cual se propuso y aprobó el nombre de Sindicato Mexicano de Electricistas cuya denominación aún conserva y es uno de los más avánzados organismos de la clase trabajadora.

Por su parte la Compañía, sabedora que nos habíamos adherido al SME, hizo todo lo posible por disuadirnos de nuestro propósito, habiendo llegado al extremo de la separación de algúnos compañeros, ante la firmeza de nuestra decisión, ésto le dió magnificos resultados, pues el 50% de nuestro grupo nos abandonó temerozos de perder el trabajo y fueron a prestar obediencia y fidelidad a la Compañía, a los disidentes los titulamos irónicamente, los “fieles”, por su actitud servil.

Al llegar a éste punto, es menester recordar los nombres de algúnos compañeros que a pesar de las amenazas y de la situación peligrosa en que nos encontrabamos a causa de la actitud de los “fieles”, no sejaron ni en un instante en su proposito de llevar adelante la lucha hasta obtener la victoria. Ellos fueron Macario García de nueva construcción, hoy instalación de teléfonos; Bruno Zamudio de cables; Juan Zamudio de líneas Neri; Trinidad Gutiérrez de líneas Juárez; Felipe Ayala de instalaciones; Carlos G. Sosa de taller de aparatos y otros compañeros y compañeras operadoras de las Centrales Neri y Juárez y de foráneas cuyos nombres escapan a mi memoria.

Formulamos un pliego de peticiones que fue presentado a la Compañía por nuestro Comité, pero aquella desde luego lo rechazó advirtiendo a los representantes que no lo recibiría por se personas extrañas a su personal. A pesar de eso se hicieron nuevas tentativas para que fueran recibidos sin obtener ningún resultado, pues el gerente tan pronto veía llegar a los representantes se encerraba en su oficina, dándoles con la puerta en la cara, con gran regocijo de los “fieles”.

Ante tanta insolencia solo quedaba un recurso, la huelga, y a ella fuimos los últimos días del mes de enero de 1915. Con previo avizo a la Comandancia Militar, pues en aquel entonces es bien sabido que no se expedían las leyes del trabajo que vinieran a reglamentar el procedimiento para efectuar un movimiento de huelga ní era menester emplazar con diez días de anticipación. En aquella época el arreglo de un conflicto obrero-patronal era cosa díficil, pues las únicas autoridades que había en la plaza eran las militares y esa solo duraban dos o tres días y no tenía tiempo para tratar otros asuntos que no fueran los de carácter militar relacionados con el movimiento de la revolución armada.

Afortunadamente para nosotros, el día 8 de febrero ocupó la capital el General Obregón con su cuerpo del ejército constitucionalista, y a ese alto jefe ocurrió desde luego el Comité del Sindicato para exponerle nuestro caso, el General Obregón una vez impuesto del conflicto ofreció intervenir y ayudarnos. A éste efecto llamó al Dr. Atl miembro del grupo de intelectuales que lo acompañaban y le dió amplios poderes para dar fín a la huelga. El Dr. Atl una vez impuesto de los hechos con nuestro Comité, se trasladó en compañía de éste al Palacio Municipal para ordenar al Jefe del Ayuntamiento que citara a los representantes de la Compañía, estos no se hicieron esperar y desde luego hicieron acto de presencia mostrándose intransigentes desde el principio, ante esa actitud y dandose cuenta de la imposibilidad de llegar a un arreglo, les dijo las siguientes palabras; ” Señores, la revolución se hizo para beneficiar al obrero y como ustedes se niegan a ello, la revolución se incauta las propiedades de la Compañía”. Una vez levantada un acta de estos hechos el Dr. Atl bajó al patio del Palacio donde esperabamos anciosos todos los huelguistas el resultado de las pláticas, nos repitió las palabras que les había dicho a los representantes de la Compañía y nos ordenó irnos al salón de actos de nuestro Sindicato para proceder a nombrar un gerente que se hiciera cargo de la administración,. Nuestro júbilo no tenía límite, ya teníamos 11 días de huelga y ni un centavo para comer, tampoco había dinero en la tesorería del sindicato, pues entonces no se cobraban cuotas.

Entre los electricistas particulares se había destacado por su facilidad de palabra, su presencia de ánimo y su trato personal, el Compañero Luis N. Morones muy conocido de los compañeros de la Compañía de Luz por haber trabajado en ella y haber sido despedido por sus ideas avanzadas. El Compañero Morones surgió como candidato a ocupar la gerencia de la administración obrera del servicio de Teléfonos Mexicana y fue electo por absoluta mayoría.

Una vez en las oficinas de la Telefónica, no se encontró ningúna resistencia por parte de los patronales, pero en cambio, las paredes estaban tapizadas con letreros para los “fieles” cuyos textos decían; “Tengan confianza, la Compañía es fuerte y pensará”.

Se procedió a levantar un inventario de libros y valores depositándolos en una caja fuerte que fue cerrada y sellada por nuestro Comité y el nuevo gobierno, después el compañero Morones se dirigió a nosotros invitandonos a seguir trabajando como antes, pues él desconocía por completo el sistema telefónico.

EL GUAJOLOTE

ORGANO DEL MOVIMIENTO DEMOCRATICO TELEFONISTA (1975-76)

José García Méndez

Para conmemorar “el acontecimiento más importante para el movimiento obrero” -como se dijo el 1o. de agosto de 1950-, y que fue precisamente la fundación del Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana, proponemos el siguiente programa;

1.- Reconocimiento a los fundadores del Strm.

(a través de un diploma, medalla o distintivo).

2.-Concurso de carteles sobre la fundación del STRM.

3.-Exposición de documentos sobre la fundación del STRM.

(contratos colectivos, reglamentos, étc.).

4.-Exposición sobre la prensa del sindicato.

(Microteléfono, Sinatel, Unidad, Restaurador, 1o. de agosto, El Restaurador 22 de abril).

5.-Exposición sobre la prensa de los telefonistas.

(Telefonoticias, El Telefonista, El Guajolote, 04, étc.).

6.-Número especial de la revista El Restaurador 22 de abril.

(presentación por FHJ, testimonios de fundadores, artículo sobre la fundación del STRM, fotos, documentos, étc.).

7.-Pláticas sobre la Historia del STRM.

8.- Obra de teatro.

(con el grupo de teatro del STRM sobre la vida cotidiana de las telefonistas o sobre la fundación del STRM, para exhibirse en los centros de trabajo).

9.- Exposición de herramientas creadas por los telefonistas, que contribuyeron al desarrollo de la telefonía en México.

Co. Francisco Hernández Juárez.

Secretario General del Sindicato de Telefonistas de la R.M.

PRESENTE:

Compañero Hernández Juárez, como recordaras, en la plática que tuve contigo, en la que solicite tu apoyo y el de nuestro Sindicato, para que se publicara el trabajo que realice y cuyo titulo es; “CONFLICTOS LABORALES EN LAS EMPRESAS TELEFONICAS EN MEXICO, 1940-1949”, en donde los telefonistas organizados en los Sindicatos Nacional de Telefonistas y en el de Obreros y Empleados de la Empresa de Teléfonos Ericsson, protagonizaron 9 huelgas, en este corto periódo de tiempo.

Al mismo tiempo, te solicité una ayuda económica, con el fín de recuperar los gastos que implicó la realización de esta investigación, toda vez que fue un trabajo arduo, que se prolongó por más de dos años, en el que se presentaron diversas dificultades de orden económico para poder concluirlo.

Además, de que -como te exprese en aquella ocasión- esta ayuda, contribuiria a continuar con las investigaciones que actualmente realizo sobre; “LAS HUELGAS DE LOS TELEFONISTAS EN LOS AÑOS 20s”.

La respuesta a mis dos solicitudes, quedaron sujetas a la opinión del Co. Rafael Marino sobre el trabajo arriba mencionado. Por lo que, nuevamente me dirijo a Tí, para solicitarte respuesta a mi petición, con el deseo de verme favorecido con tu apoyo y el de nuestro sindicato.

De antemano agradezco tú atención.

Atentamente.

JOSE GARCIA MENDEZ.

Del sector de Jubilados.

Vida Cotidiana.

PROPUESTA PARA LA COMISIÓN A LA REVISION AL CONTRATO COLECTIVO DE TRABAJO .

Entre las claúsulas más importantes contenidas en nuestro contrato colectivo de trabajo, es sin lugar a dudas la del Fondo de Ahorro. Esta claúsula cuyo orígen se encuentra en el convenio celebrado por la Empresa de Teléfonos Ericsson y el Sindicato de Obreros y Empleados de la misma empresa en 1928, cuando los telefonistas se declararon en huelga, al negarse la empresa telefónica a firmar el contrato colectivo de trabajo.

En efecto, después de cinco días de huelga, los telefonistas de la Ericsson lograron que la empresa aceptara la firma del contrato, quedando estipulada en el Capítulo V, referente a “Salarios, Ahorro, Participación de Utilidades y Jubilaciones”, la claúsula 35, en donde la Ericsson se comprometió a establecer el sistema de ahorro en beneficio de sus trabajadores, para lo cual, la empresa telefónica descontaría del salario de los telefonistas el 5%, pagando la empresa por éste descuento y como premio; “para estimular el hábito de ahorrar”, el 20% sobre la cantidad ahorrada durante un año.

Para 1937, año en que quedó establecido el ahorro en el contrato colectivo de la Telefónica Mexicana, la claúsula 77a estableció el descuento del 6% sobre el salario de los trabajadores, con un premio del 20% sobre la cantidad ahorrada, mientras que en la Ericsson se acordó igual que en la Mexicana, es decir descuento del 6%, entregando la empresa como premio, una cantidad igual al 6% y un 20% adicional sobre la cantidad ahorrada, por lo que dos años más tarde (1939) se estableció que el premio sería del 30%, más el 6% proporcional a la cantidad recibida por reparto de utilidades.

Poco a poco y gracias a la lucha emprendida por los telefonistas, para 1943 la claúsula sobre el Fondo de Ahorro evolucionaba en favor de los telefonistas, pues el descuento sobre el salario sería ahora del 8%, obteniendo como premio una cantidad igual al descuento, más un 40% sobre la cantidad ahorrada.

Para 1947 y como consecuencia de la revisión anticipada del contrato colectivo de trabajo, entre la Telefónica Mexicana y el Sindicato Nacional de Telefonistas, los telefonistas obtuvieron de ésta, un aumento correspondiente al fondo de ahorro, debiendo descontarse a los trabajadores el 10% de su salario, otorgándo la Telefónica como premio, el 120% sobre la cantidad ahorrada.

Años más tarde y como consecuencia de la revisión bianual del contrato colectivo de trabajo, para 1962 el premio sobre el ahorro fue del 177%, pero esta cantidad quedó gravada por el impuesto sobre la renta, fue entonces cuando la dirección del Sindicato de Telefonistas quedó en manos del “charro” Guzmán Reveles, quién en su informe a la XI Convención Nacional Ordinaria en agosto de 1963, señaló que por disposición contractual, Teléfonos de México aportaba como premio el 177%, sobre el 10% del salario que constituía el Fondo de Ahorro, siendo éste gravado por la Secretaria de Hacienda, basada en la Ley del Impuesto Sobre la Renta en su Cédula 4a., por tal motivo, la representación sindical se reunió con el Director General del Impuesto Sobre la Renta Lic. Roberto Hoyo, para solicitarle la excención físcal y no se aplicara la retención del impuesto sobre el 177% otorgado por Teléfonos de México, argumentando que; “El ahorro tenía como objetivo el fomentar el espíritu de una mejor administración doméstica por parte de nuestros compañeros, en beneficio de sus familias”.

Después de diversas entrevistas, el Lic. Roberto Hoyo, estuvo de acuerdo con las argumentaciones que fundamentaban la solicitud del Sindicato, aceptando las autoridades hacendarias que el premio del 177% no sería objeto de impuesto, por lo cúal, el “charro” Guzmán Reveles informó que el resultado de sus gestiones había traido como consecuencia; “enriquecer el salario real de nuestros compañeros, lográndose así un paso más en nuestra tarea de mejorar nuestras condiciones económicas y sociales”.

Así, a lo largo de 13 años se obtuvo un aumento del 28% en el premio al Fondo de Ahorro, cuando las direcciones sindicales encabezadas por los “charros” Guzmán Reveles, Sánchez Torres y Salustio Salgado, lograron aumentar el premio al Fondo de Ahorro en un promedio de 5% en cada revisión contractual, obteniendo por ejemplo, el 200% en 1974 y el 205% en 1976, bajo la dirección del “charro” Salustio Salgado.

En resumen, podemos señalar entonces que la claúsula correspondiente al Fondo de Ahorro en lo que respecta al descuento que se hace a nuestro salario, es decir, el 10% no ha sido modificado en 53 años y el premio que otorga la empresa sobre la cantidad ahorrada, tampoco ha sido modificada en 23 años, lo cúal crea la necesidad de luchar para modificarla.

La propuesta es entoces:

Aumentar el descuento sobre el salario a un 14 %.

Aumentar el premio sobre la cantidad ahorrada o lograr un premio adicional sobre la cantidad ahorrada.

México D.F. a 1 de febrero de 2000.

Sra. Juana Inés Abreu.

Directora general de Promoción Cultural y Acervo Patrimonial de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.

PRESENTE:

Por medio de éste conducto solicito a Usted, me conceda la autorización para consultar el Fondo Reservado de la Biblioteca Lerdo de Tejada, para así continuar con la investigación sobre “Las huelgas de Telefonistas en los años veintes”, que con el apoyo del Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana realizo actualmente, con el propósito de recuperar la actividad sindical que llevaron a cabo las diferentes organizaciones sindicales de telefonistas en esta época de la historia de nuestro país.

Agradezco de antemano su atención, esperando verme favorecido con su apoyo.

ATENTAMENTE.

Sociólogo jOSÉ gARCÍA mÉNDEZ

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Lucha por el Contrato Colectivo de Trabajo, entre la Empresa de Teléfonos Ericsson y el Sindicato de Obreros y Empleados de la Empresa de Teléfonos Ericsson en 1929.

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Surgimiento del sindicalismo telefonista en Monterrey

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