Pasos firmes hacia la Democracia Sindical.

Sección 3-Puebla.

Un historial de lucha.

 

Colaboración del Cuerpo Redactor de El Demócrata (órgano de Información y Discusión de los Telefonistas Poblanos).

Restaurador 22 de abril.

Órgano Oficial del Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana.

Año l,        enero-febrero de 1977,          núms. 4y5

 

PRIMERA PARTE.- Antecedentes.

La Representación Nacional de nuestro sindicato que fue depuesta por los trabajadores telefonistas en el movimiento del pasado 22 de abril, no fue repudiada por motivos meramente accidentales o emotivos; su repudio se debió a que los trabajadores nos encontrábamos ya cansados de que nuestros supuestos representantes se dedicaran alegremente a traficar con nuestros derechos y olvidaran la auténtica defensa de nuestros intereses de clase.

Fue por ello, que el Movimiento Democrático, pese haber sido de origen espontaneo y, por lo mismo, no planeado consiente y cuidadosamente, adquirió en un lapso demasiado corto de tiempo, una fuerza tal, que hizo resquebrajarse y caer estrepitosamente el sistema de control y la estructura de poder que el charrismo representaba dentro de las filas de los telefonistas.

Al iniciarse la etapa de la Democracia Sindical nos encontramos los trabajadores con el hecho de que ni siquiera los derechos que los mismos líderes corruptos habían pactado con la empresa habían sido respetados; todo lo contrario, la defensa de nuestros derechos había caído en el peor de los olvidos y el entreguismo a la empresa había llegado más allá de lo tolerable.

Por lo anterior, en esta nueva etapa de la vida de nuestro sindicato, los trabajadores comenzamos a exigir que fuesen respetados, por lo menos los derechos mínimos que tenemos establecidos en el Contrato Colectivo de Trabajo, el Reglamento Interior de Trabajo, en los Convenios Departamentales, en la Ley Federal del Trabajo, etc. Ante el alud de reclamaciones que se presentaron, en todos los tonos, a partir del pasado mes de mayo, y ante la imposibilidad real de darles trámite expedito en forma particular a cada uno de los problemas planteados. La empresa y el Comité Ejecutivo Nacional establecieron el sistema denominado “Mesas de Trabajo”, con la intención de resolver en “paquete”, los problemas atrasados que presentaban los diferentes Departamentos y Secciones del sindicato.

La Sección de Puebla no fue excepción de esta regla, aunque presentaba ciertas características particulares que constituían, de hecho, en un caso especial dentro de nuestro gremio y que es conveniente analizar a fin de poder obtener conclusiones objetivas acerca del conflicto que actualmente se encuentra desarrollando en dicha sección.

Como antecedente histórico de la Sección 3 de Puebla, se hace necesario mencionar que, desde la fusión de los antiguos sindicatos de Ericsson y Mexicana, en esta sección se presentó una actitud de no sometimiento al control charro y una posición muy crítica con respecto a las prácticas sindicales establecidas por la corrupta dirección gremial.

Sin embargo, esta posición presentaba un aspecto puramente intuitivo y no se encontraba ORGANIZADO un real movimiento democrático dentro de la sección, dando esto lugar a que sin orden ni concierto se sucedieran en la representación sindical local Comités honestos y Comités corruptos.

A pesar de ello, la conciencia de los compañeros de la sección fue madurando a través de ciertos hechos que nos servirán como punto de referencia en el presente análisis.

Cuando se presenta el Movimiento Restaurador de la Democracia Sindical, la Sección de Puebla es una de las secciones que participan más activamente hasta conseguirse el triunfo del Comité Ejecutivo Nacional que encabezó el co. Agustín Avecia Escobedo.

El golpe charro que en el año 1962 intento dar fin a la democracia sindical, no pudo desarraigar de la conciencia de los trabajadores los conceptos que durante ese movimiento habían aprendido y es por ello que en 1964, cuando se origina en el Estado de Puebla un movimiento popular que culmina con la destitución del Gobernador del Estado, Gral. Antonio Nava Castillo, los telefonistas poblanos se unen en manifestación al movimiento popular y, por ello, son severamente amonestados y amenazados por el Comité Ejecutivo Nacional que encabezaba Manuel Guzmán Reveles; en esa ocasión no se avanzó mucho en el terreno de la democracia sindical, pero la semilla ya estaba sembrada y, tarde o temprano, debía fructificar.

Cuando en 1967 se presenta un intento de democratización de las filas sindicales en el movimiento que se llevó a efecto en contra del Comité Ejecutivo Nacional, que encabezaba Antonio Sánchez Torres, no se presentó en Puebla un movimiento organizado que pudiera romper la doble cadena que se estableció a través de la representación Nacional y el Comité Ejecutivo Local y fue así que las débiles protestas que se presentaron aisladas y desorganizadas fueron rápidamente acalladas utilizando las medidas represivas de que disponía el charrismo; este movimiento, sin embargo, tuvo como consecuencia positiva el hecho de que los trabajadores descubrieran al charrismo tal cual es, un despiadado instrumento de control de la clase patronal sobre la clase trabajadora, y en consecuencia, se hizo necesario que los trabajadores comenzaran a pensar en organizarse a nivel de base para poder presentar combate en contra de los líderes corruptos con posibilidades de buen éxito.

Fue en esta etapa cuando los telefonistas democráticos se vieron obligados a organizarse a nivel clandestino y surgieron algunas publicaciones, a nivel nacional que criticaban abiertamente las posiciones políticas del charrismo y las actitudes de la empresa; como caso concreto podemos citar un periódico clandestino llamado “El Telefonista”, cuyos números en cantidad muy reducida, llegaron a la ciudad de Puebla y originaron algunos debates entre la base trabajadora de la sección.

En el año de 1972, con motivo de las elecciones municipales de la Ciudad de Puebla, se presentaron como candidatos a Regidores en un Partido de Oposición al Partido Oficial, dos miembros del Comité Ejecutivo Local, que fungía en esos días, lo cual originó que se presentara en una asamblea de la Sección 3 el Comité Ejecutivo Nacional encabezado por Salustio Salgado, en un intento de desconocer a dichos compañeros y de amonestar a la sección y al resto del Comité Ejecutivo Local por semejante indisciplina.

El resultado de esta asamblea fue completamente adverso a los charros, pues la base de la sección repudió abiertamente sus posiciones y apoyó abrumadoramente a dichos representantes, quienes, ya desde entonces, comenzaban a plantear auténticas ideas de renovación sindical.

Como resultado de esta lenta organización, pudieron verse los primeros frutos en las elecciones locales de 1972, cuando los trabajadores haciendo alarde de unidad, logran imponer en contra de la opinión del Comité Ejecutivo Nacional, que las elecciones se llevaran a efecto a través del voto directo y secreto, lo cual resultaba insólito, pues en todas las secciones se acostumbraba llevar a efecto la votación a través de cédulas firmadas que identificaban perfectamente al votante y que permitían la elaboración de “listas negras” de los opositores al sistema charro.

Fue así que resultó impuesto por los trabajadores un Comité Ejecutivo Local que encabezó el Co. Rubén García Jaramillo y parecía que se iniciaba en la sección una etapa democrática con una verdadera ligazón entre la base y sus representantes locales por la defensa de sus interese de clase.

Los frutos de esta lucha resultaron amargos, pues el Secretario General del Comité Ejecutivo Local traicionó abiertamente los principios que había enarbolado en su lucha electoral y se sumó vergonzosamente a las filas del charrismo con el iluso afán de escalar jerarquías superiores en el mecanismo sindical corrupto.

Pero la conciencia de los telefonistas poblanos ya había madurado y muy pronto se hizo patente el total divorcio entre el Comité Ejecutivo Local y la base de la sección, lo cual a su vez se reflejó en una escisión en el seno de la representación local; por un lado la fracción mayoritaria del Comité francamente aliada al charrismo y a la empresa, pero cada vez más alejada de los intereses de los trabajadores y por el otro, una franca minoría de la representación local que se identificaba cada vez más en mayor grado con los intereses de la base telefonista.

La crisis se presentó en el año de 1974 con motivo de las elecciones para la renovación de la representación local; por un lado los charros lanzaron una planilla electoral con evidente propósito de imponer un Comité pelele; esta planilla contaba con el decidido apoyo del Comités Ejecutivos Nacional y Local; por el lado opuesto, los compañeros democráticos se organizaron en torno a la llamada “Planilla Verde” con amplio y decidido apoyo de la mayoría de los trabajadores de la sección.

Al ver cercano el fantasma de la derrota, los charros recurrieron a una de sus armas favoritas; despojaron de sus derechos sindicales a cuatro compañeros de los que ellos consideraban más combativos, incluyendo a los dos representantes del Comité Nacional de Vigilancia y al Secretario General de la “Planilla Verde”, además de cometer un conjunto considerable de tropelías en contra de los integrantes del Colegio Electoral y los procedimientos estatutarios.

¡POBRES Y TRISTES CHARROS!

Su pobreza ideológica no les permitía adivinar que la historia no la hacen los individuos, sino que la llevan adelante las masas.

En contra de la opinión del Comité Ejecutivo Local que se encontraba en funciones y prácticamente pasando por encima del mismo, la asamblea eligió representantes democráticos a la Convención Nacional y votó, por aplastante mayoría, en contra de la reelección de Salustio Salgado, dando la consigna a los compañeros convencionistas de llevar esta posición en nombre de la Sección de Puebla.

Sin embargo, los charros no estaban maniatados y no era posible esperar que se dejaran arrebatar fácilmente posiciones sin presentar la batalla y fue así que, pasando por encima de la autoridad de la asamblea, asistieron a la Convención de 1974, el Secretario General y el Secretario de Deportes del Comité Ejecutivo Local, quienes ni siquiera habían sido propuestos en el momento de elegir representantes y quienes votaron, a nombre de toda la sección, a favor de la reelección de Salustio Salgado.

Pero no se puede pisotear impunemente a los trabajadores sin que éstos reaccionen en consecuencia,, y fue así como la base de la sección desconoció en la Asamblea de Escrutinio de la Votación, los castigos dictados en contra de los compañeros más combativos por la Comisión Nacional Autónoma de Justicia y –desafiando abiertamente a la representación nacional charra- impuso a una representación sindical democrática en la que se incluían dos elementos de los que supuestamente se encontraban privados de sus derechos sindicales.

Espantado ante esta demostración de fuerza, el charrismo no se atrevió a llevar adelante un enfrentamiento con la sección, pues suponía que, de haberlo hecho, se hubiera desencadenado en toda la República una reacción incontenible que hubiera terminado anticipadamente con su hegemonía.

Al reconocer el triunfo democrático en las elecciones de Puebla. Sólo consiguió el charrismo prolongar un poco más su agonía.

SEGUNDA PARTE.- El Primer Comité Democrático Local.

No es posible considerar como tarea sencilla el hecho de llevar adelante un Comité Ejecutivo Local de una de las secciones más grandes del sistema sindical foráneo, si se toma en cuenta que se cuenta (sic) con la oposición de un Comité Ejecutivo Nacional y el franco antagonismo de la empresa; solamente es posible ello sí, al mismo tiempo, se cuenta con radical apoyo de la base trabajadora y esto último sólo es posible si se demuestra en la práctica que existe una total coincidencia entre los intereses de los trabajadores y los del Comité, y sí, aunado a lo anterior se establece una líneas política muy clara que lleve adelante el sentir de la mayoría trabajadora, al mismo tiempo que educa y politiza a la base en pro de la defensa de sus derechos e intereses.

Esa fue la tarea a la que se abocó el Comité Ejecutivo Local que, a partir del primero de agosto de 1974, encabezó el Co. Lorenzo García González. Resultaría absurdo suponer que esta tarea podía llevarse a un feliz cumplimiento en base a la acción de una sola persona; fue toda la representación local, formando un solo equipo y unida a un grupo considerable de trabajadores de base la que se echó a cuestas la tarea de democratizar la vida sindical dentro de la sección, lo cual, como dicho líneas arriba, no fue una tarea sencilla.

Los primeros enfrentamientos serios que se dieron en contra de la representación local de la empresa, ya que ésta se encontraba acostumbrada a las prácticas corruptas que habían sido norma de la representación anterior; sin embargo,, estas primeras escaramuzas se resolvieron favorablemente hacia la parte sindical, en virtud de que, por primera vez, se hizo participar directamente a los trabajadores en la defensa de sus intereses; fue así como se rescató parcialmente el escalafón del departamento de Tráfico, el cual, según consideraciones de la empresa pertenecía exclusivamente a ésta y en el cual el sindicato no tenía nada que ver, se regularizaron también los procedimientos contractuales para la realización de las investigaciones que se practican a los compañeros por supuestas faltas cometidas, dejaron de tener la característica de súplica a la empresa y pasaron a convertirse en lo que verdaderamente son, esto es, un derecho de los trabajadores para impedir su despido o castigo injustificado; pero lo más importante es que durante este periodo quedaron perfectamente delimitados, en la conciencia de los trabajadores, los enemigos de clase y sus respectivos campos de lucha: de este lado de la trinchera se encuentran los trabajadores y sus representantes democráticos, del otro lado de la barricada se encuentran los líderes corruptos, la empresa y el Estado.

Fue por ello que al estallar el Movimiento del 22 de Abril, no hubo duda en la sección acerca de cuál era el camino era el camino que debería seguirse. Pese a no encontrarse presente en esos momentos el Secretario General del Comité Ejecutivo Local, los demás integrantes de dicho Comité, unidos a los miembros de base de la sección, iniciaron el paro de apoyo al Movimiento, a las 23.55 horas del mismo día de 22 de Abril, siendo una de las primeras secciones foráneas no es que la primera- que participo activamente en el paro antes mencionado.

La labor de los integrantes de esta sección no terminó ahí; siendo de las secciones grandes, la única que no tuvo necesidad de llevar a efecto cambios en su representación local, pudieron los integrantes de ella realizar, por primera vez en muchos años, una labor política fuera de los límites de la sección a favor del naciente movimiento democrático telefonista, contribuyendo, en cierta medida, a la consolidación de la actual representación sindical democrática de nuestro gremio. El reconocimiento de esta labor se manifestó tácitamente cuando se llevó a efecto la Asamblea Judicial Nacional, ya que fue el Co. Lorenzo García González quién presidio la Mesa de Debates en esa ocasión.

Sin embargo, se encontraban cercanas las elecciones para el cambio del Comité Ejecutivo Local y ello implicaba un serio problema, ya que existían bastantes compañeros que habían manifestado su deseo de que no hubiera cambio alguno en la representación sindical local, siendo esta opinión compartida por algunos representantes del Comité Ejecutivo Nacional, incluido el Secretario General del mismo.

Como lo anterior entraba en contraposición con los principios anti reeleccionistas que los integrantes de la representación local habían manifestado abiertamente en muchas ocasiones, resultaba inadmisible dicha posición, llegándose después de un concienzudo análisis, a la determinación de lanzar a tres integrantes de la representación local dentro de la planilla democrática en las elecciones locales.

Lo anterior se hizo como solución conciliatoria a las dos posiciones manifestadas, esto es, por un lado quienes deseaban que no existiera ningún cambio verían satisfechos sus deseos, en cierta medida, al permanecer algunos elementos representativos del anterior Comité en la representación local, y por el otro lado aquellos elementos que habían manifestado una posición francamente anti reeleccionista, en el cual quedaban incluidos los mismos integrantes del Comité local, verían satisfechos sus deseos de que nadie volviese a ocupar, en un periodo posterior, el mismo puesto.

Con el fin de subsanar posibles conflictos similares en lo futuro, los delegados de la Sección 3 – Puebla, a la Primera Convención Democrática llevaron la ponencia, que defendieron radicalmente, de que quedara estipulado en los Estatutos la no reelección de funcionarios sindicales, en virtud de que ello, desde el punto de vista que defendían, constituía un serio atentado, salvo casos muy especiales, en contra de la democracia sindical.

La confirmación de que dicha línea política fue la correcta la dio la base de la sección al votar, por abrumadora mayoría, a favor de la “Planilla Verde”, en contraposición con otra planilla que intentó, ingenuamente, explotar el argumento de que el “Comité se estaba reeligiendo”. Fue así como terminó su gestión el primer Comité Ejecutivo Local Democrático de la Sección 3 – Puebla.

Resulta conveniente de hacer un rápido balance de los pasos adelante que se dieron durante la gestión de dicho Comité:

Por primera vez los telefonistas poblanos se manifestaron en apoyo hacia otros compañeros de nuestro mismo sindicato, cuando publicaron un desplegado a poyando la lucha que por la revisión de su Convenio se encontraban llevando a cabo los compañeros de Centrales Mantenimiento de la Sección Matriz, obvio es decir que ello no fue del mejor agrado del Comité Ejecutivo Nacional charro, que encabezaba Salustio Salgado; por primera vez se utilizaron medidas directas de presión en contra de la empresa por la defensa de nuestros derechos laborales; como caso ilustrativo de lo anterior se encuentra el hecho de que al haber sido despedida, en forma totalmente arbitraria e ilegal, una compañera oficinista eventual, toda la base de la sección la respaldó negándose a trabajar tiempo extra y manejar vehículos de la empresa mientras dicha compañera no fuera reinstalada en pleno goce de sus derechos;  a las 24 horas de tomado dicho acuerdo, la empresa había olvidado sus absurdas pretensiones y había aceptado la reinstalación de la compañera despedida, en los términos planteados por los trabajadores, lo cual constituye un antecedente de lo que posteriormente sería una de las banderas del Movimiento 22 de Abril., esto es, que el problema de un telefonista debe ser problema de todos los telefonistas.

Resultaría prolijo detallar todas y cada una de las peripecias que en defensa de los intereses de los trabajadores se sucedieron en la sección, baste señalar que las relaciones obrero-patronales, dentro de los límites de la sección fueron saneados en forma por demás satisfactoria para la base representada, sin que esto implique, de ningúna manera, conformismo y desmovilización,  sino todo lo contrario, pues la lucha de los trabajadores por sus reivindicaciones no puede detenerse en ningún punto determinado.

TERCERA PARTE.- El Segundo Comité Local Democrático.- El Conflicto actual.

El primero de agosto de 1976 entró en funciones la representación que encabeza el Co. Walter Fernando Vallejo Romero, misma representación sobre la cual pesa la responsabilidad de que la democracia sindical en la sección no sea “flor de un día”, sino que, por el contrario, se consolide dentro sus limitaciones objetivas y se convierta en práctica cotidiana, lo que en la gestión anterior fue cosa excepcional e insólita.

Dicha tarea es harto difícil, sobre todo si se considera que las condiciones de la política sindical, tanto en lo interno como en lo externo, han cambiado cualitativamente.

Por principio de cuentas el Sindicato de Telefonistas, al sacudirse de la anterior dirección corrupta, se ha convertido, querámoslo o no, en punto de referencia para las demás organizaciones sindicales del país, si consideramos que éste es un sindicato de industria y que, hasta el momento, es el único sindicato de esta magnitud en el que se manifiesta una incipiente democracia, llegaremos a la conclusión de que nuestro proceso político no puede resultar agradable a los ojos del corrupto sindicalismo oficial, ni a los ojos de la empresa o de los empresarios, y tampoco resulta agradable a los ojos del Estado.

Siendo la Sección 3 – Puebla una de las secciones foráneas que más activamente participan en el proceso democratizador de nuestro sindicato, resulta obvia la responsabilidad, sindical y política que recae sobre la representación local.

Es, por lo anteriormente expuesto, que resulta imposible para los integrantes de dicha sección, permanecer al margen o hacer caso omiso de los asuntos sindicales, ya que éstos repercuten en toda la organización y así vemos que, en la práctica, los telefonistas poblanos han participado en la gran mayoría de las actividades que realiza el sindicato, llevando una actitud consecuente con los intereses de los trabajadores; por ejemplo:  de los convenios que actualmente se encuentran en proceso de revisión, dos de ellos están coordinados por miembros de la sección de Puebla. Telefonistas poblanos se encuentran promoviendo la revisión de los Convenios de Redes Foráneas, de Bodega Distribuidora y otros; se ha participado, con soluciones propias y opiniones independientes en asuntos tan importantes como la Mesa de Trabajo de Operadoras, Aumento Salarial de Emergencia, etc., además de propugnar por una línea política combativa y acorde con los intereses de la mayoría de los compañeros sindicalizados.

Es por lo anterior que algunos compañeros con escaso nivel ideológico y faltos de la información adecuada sobre los antecedentes y proceso histórico de la sección y del sindicato en su conjunto, se han dedicado a una labor sistemática de desprestigio en contra de la sección, sin percatarse que al hacerlo no están perjudicando a un reducido número de compañeros, sino que están atentando, en líneas generales, en contra del movimiento democrático en su conjunto.

La empresa por su parte, con una visión bastante clara de los hechos y siempre acorde con los intereses de la clase patronal, no podía dejar de considerar a esta sección en sus planes de restaurar el charrísimo sindical en nuestro gremio y es por ello que se ha dedicado a una sistemática labor de bloqueo del trámite de los asuntos de la sección. Fue así que se originaron los hechos que dieron lugar al conflicto por el que actualmente atraviesa la Sección de Puebla.

Tal como quedó asentado en los primeros párrafos del presente análisis, el triunfo del Movimiento Democrático del 22 de Abril, los trabajadores exigieron el cumplimiento de los derechos establecidos en el Contrato Colectivo demás instrumentos jurídicos que rigen las relaciones obrero-patronales, siendo por este motivo que en el mes de junio de 1976 se llevara a cabo una Mesa de Trabajo para resolver todos los problemas de la Sección de Puebla.

El origen de esta Mesa de Trabajo fue el siguiente:

Al plantearse por la representación sindical que todos aquellos compañeros eventuales cuya materia de trabajo es permanente, deberían tomar plante, de acuerdo a lo estipulado en el Contrato Colectivo, la empresa adoptó la táctica de no contratar personal eventual y suplir su ausencia mediante el método de dar tiempo extra, en forma irrestricta, al personal de planta.

En virtud de que la maniobra resultaba demasiado burda, los compañeros de planta se negaron a trabajar tiempo extra y a manejar vehículos de la empresa en tanto los compañeros eventuales no fuesen nuevamente contratados. Esto origino que la empresa manifestara que, jamás negociaría bajo presión y solicitara que los compañeros de planta volvieran a laborar normalmente a cambio de que se llevara a efecto la multicitada Mesa de Trabajo, en la cual quedarían resueltos todos los problemas de todos los problemas de la sección.

La Asamblea de la sección aceptó el planteamiento de la empresa y procedió, en cada uno de los departamentos, a elaborase una lista de los problemas, violaciones al Contrato, peticiones, etc., que requerían de soluciones inmediatas; solicitando la empresa un plazo máximo de 15 días para dar respuesta a todas y cada una de las cuestiones planteadas.

Estando a punto de cumplirse el plazo señalado, fue cuando sobrevino aquel rompimiento de relaciones con el que la empresa pensaba dar fin a la democracia sindical, a través de su títere Rosina Salinas Urrutia; fueron días bastante críticos para nuestra organización y gracias a la movilización y prematura madurez política alcanzada por los telefonistas, fue que logró evitarse el golpe antidemocrático planeado por la empresa y sus agentes.

Los acontecimientos políticos se precipitaron dentro de nuestro sindicato y en sus relaciones con la empresa, motivo por el cual se fue postergando la resolución de las cuestiones planteadas en la Mesa de Trabajo.

De aquel plazo de 15 días que había solicitado la empresa, no quedaba ni el recuerdo, pues seis meses después, en enero del presente año (1977), únicamente se habían solucionado las partes más insustanciales de todos los problemas planteados, pese a los repetidos recordatorios que el Comité Ejecutivo Local y algunos miembros del Comité Ejecutivo Nacional habían hecho a la empresa.

Fue por lo anterior que en Asamblea General celebrada en el mes de enero por los integrantes de la sección, se acordó renovar aquellos acuerdos de presión a la empresa que habían quedado en receso ante la promesa de solución a los problemas de los trabajadores, fue así que se dio un plazo de 5 días a la empresa para dar respuestas concretas a los problemas planteados o en su defecto, nuevamente, los integrantes de la sección volverían a negarse a manejar vehículos de la empresa y a trabajar más tiempo extra del estrictamente estipulado en la Ley Federal del Trabajo.

Los telefonistas poblanos habían enfocado este problema desde un punto de vista estrictamente obrero-patronal, sin embargo, la empresa lo enfocó desde un principio, desde un punto de vista estrictamente político, y fue por ello que intencionalmente dejo pasar el plazo señalado con la finalidad de crear artificialmente un conflicto que era fácilmente evitable.

El lunes 17 de enero, los compañeros integrantes de la Red Local salieron a realizar sus labores cotidianas sin llevar vehículos de la empresa, esto es, haciendo alarde de unidad se negaron a manejar los vehículos de la empresa, pese a las presiones y amenazas que los empleados de confianza ejercieron sobre ellos.

Desde el primer momento pudo constatarse que la actitud de la empresa distaba mucho de ser conciliadora, sino todo lo contrario y según palabras del titular de la Delegación Federal del Trabajo No. 7, su actitud era de “tratar de apagar el fuego echándole más gasolina”.

Cabe señalar que desde antes de estallar el conflicto, fueron debidamente informados del problema que se avecinaba tanto a las autoridades laborales correspondientes, como al El Comité Ejecutivo Nacional de nuestro sindicato y pese a su intervención, la empresa se empecinó en hacer estallar el movimiento.

Durante el segundo día del conflicto, tanto la empresa como la representación sindical fueron citados a la Delegación Federal del Trabajo No. 7 y de allí, por instrucciones directas de la Capital de la República se hizo una doble recomendación, según manifestaron con la intención de solucionar el conflicto planteado: A la empresa se le recomendó que suspendiera  las investigaciones que en grupos de 5 en 5 había citado, para los compañeros telefonistas, y a la representación sindical se le solicito que dejara de ejercer la presión que se estaba haciendo sobre la empresa a fin de que sin presiones de ninguna de las dos partes, pudiera dialogarse tranquilamente y se llegara a una solución satisfactoria para ambas partes del problema planteado.

La proposición de la Secretaría del Trabajo entrañaba para los trabajadores un  doble riesgo: por un lado si dicha se aceptaba, dejaría libres las manos a la empresa para desatar la represión sin tener nada que se opusiera en su contra y por otro lado, si la proposición de la Secretaría del Trabajo no era aceptada, ello propiciaría un enfrentamiento de la sección no solamente contra la empresa sino contra el Estado también, ya que el carácter de la recomendación no dejaba lugar a dudas acerca de cuál era la esencia de su contenido y esto sin que los integrantes de la sección supieran si en este conflicto contarían con el apoyo decidido y enérgico del Comité Ejecutivo Nacional.

Ante esta disyuntiva, se manifestaron abiertamente dos posiciones antagónicas, por un lado la que sostenía el Comité Ejecutivo Local en el sentido que se hacía necesario levantar la presión que se hacía sobre la empresa y en el lado contrario la que sustentaba la mayoría de la base de la sección en el sentido que dicha presión debería continuar hasta sus últimas consecuencias.

La Asamblea General que se llevó a efecto el 19 de enero, se prolongó un lapso demasiado largo y en ella se debatió a fondo el asunto: siendo digno de considerar que pese a lo antagónico e irreconciliable de ambas posiciones, en ningún momento la Asamblea cayo en desorden y después de analizar concienzudamente la situación, la Asamblea determinó levantar la presión, cosa que inmediatamente fue comunicada a las autoridades laborales y a los representantes de la empresa a fin de establecer la tregua propuesta por la Secretaría del Trabajo.

Procediendo en forma totalmente alevosa, la representación de la empresa manifestó que seguiría adelante con las investigaciones que tenía citadas y que no aceptaba, por su parte, la recomendación que se le había hecho, lo cual en ningún momento le fue recriminado por los representantes de las autoridades laborales.

Aquí cabe señalar que no todos los trabajadores de la Sección 3, manejan normalmente vehículos de la empresa y que por lo mismo no todos los compañeros citados a investigación habían recibido la orden de hacerlo y se habían negado a cumplirla; sin embargo, pese a ello, la empresa citó en forma indiscriminada a 64 compañeros, con el fin de someterlos a investigación.

Durante las investigaciones, el Comité Ejecutivo Local y los compañeros investigados adoptaron la posición de que la empresa demostrara que cada compañero en forma individual había recibido la orden de manejar vehículos y se había negado a cumplirla, cosa que la empresa no pudo hacer en ningún momento, pues sólo exhibió como prueba supuestas ordenes que ella misma había elaborado y las cuales no se encontraban recibidas por los trabajadores, a más de que muchos de los investigados ni siquiera tienen Licencia de manejo.

Como consecuencia de lo anterior y en forma totalmente ilegal, la empresa rescindió Contrato de 8 compañeros y aplicó días de suspensión y amonestaciones escritas a los restantes. Esto fue comunicado al sindicato al mismo tiempo que se anunciaban soluciones para aquellas mesas de trabajo que habían sido el origen de este conflicto.

Las Mesas de Trabajo, en sus puntos más importantes, recibieron soluciones favorables, aunque quedaron algunas demandas de las más sentidas por la base telefonista con una solución negativa y fue así como se aumentaron 16 plantas en el Departamento de Red Local en contraste con las 7 que originalmente había ofrecido la empresa; se solucionaron los principales problemas de las compañeras operadoras, se crearon nuevos puestos en diferentes departamentos y se buscaron soluciones para los principales problemas de higiene y seguridad, quedando sin embargo sin solución demandas tan importantes como la solicitud de horario corrido que habían hecho varios departamentos y otros de menor importancia, también quedaron sin solución.

El aspecto político de este conflicto quedó evidenciado claramente cuando la empresa a través sus gerentes de Área y empleados de confianza  en diversas poblaciones de la República, repartió en forma clandestina, una serie de volantes en los que se intentaba desprestigiar a la representación local de Puebla y en la Ciudad de Puebla repartió volantes firmados por un supuesto “Comité de Renovación Sindical” en los que se invitaba a los trabajadores a desconocer a sus representantes locales y nombrar otros seguramente más acordes a los intereses patronales.

Pero maniobra tan burda no logró engañar a los telefonistas poblanos pues en la siguiente Asamblea, no solamente no se desconoció al Comité Ejecutivo Local, sino que se reafirmó la unidad de la sección y se propusieron medidas de presión a la empresa que no entrañaran el más mínimo o la más oscura posibilidad legal que pudiera dar pie a nuevas represiones, siendo los acuerdos a los que se llegó los de: denunciar públicamente la actitud de la empresa mediante el método de colocarse los compañeros despedidos y todos aquellos otros que no tuviesen turno a la entrada de la empresa con mantas alusivas a la situación, a fin de destruir la imagen filantrópica que la empresa pretende proyectar sobre el público usuario y denunciarla ante la opinión pública como un instrumento de explotación para los trabajadores. También se acordó solicitar la solidaridad de todo el gremio telefonista y la intervención enérgica del Comité Ejecutivo Nacional de nuestro sindicato a fin de pugnar por la reinstalación de los compañeros ilegalmente despedidos, además de llevar a cabo una manifestación pública en la ciudad de Puebla, misma que se llevó a efecto el día 18 de febrero, con la participación de los integrantes de la Sección Puebla, de bastantes compañeros de la Sección Matriz, representaciones y visitantes de bastantes secciones hermanas y representaciones de otras organizaciones proletarias del Estado de Puebla.

El 20 de febrero de 1977, en junta nacional de Secretarios Generales, de las Secciones Foráneas, que se llevó a efecto en la Ciudad de Monterrey, N. L., después de un debate de más de cinco horas se acordó brindar el apoyo solidario que nuestros compañeros de Puebla requieren para la solución del conflicto por el que están atravesando, mismo que en muchas secciones ya se había dado en forma espontánea y el cual se recomendó consistiera en la denuncia pública de la situación imperante en Puebla y la movilización de la base a fin de demostrar a la empresa que nuevamente el problema de un telefonista compete a todos y cada uno de los telefonistas del País.

Aquí conviene analizar porqué precisamente en estas fechas es que se desata el conflicto, aparentemente aislado, de Puebla en forma simultánea a las declaraciones de Rosina Salinas en el sentido de que pronto volvería al sindicato y nuevamente tomaría la representación sindical, para beneficio, ello es indudable, de los charros, la empresa y el Estado.

Resulta obvio que la próxima revisión salarial presente una coyuntura que la empresa piensa aprovechar para su beneficio y, si no tomamos las medidas políticas necesarias y adecuadas, acabar nuevamente con la democracia sindical; es por ello que a la empresa le conviene crear conflictos que coloquen a los telefonistas democráticos en una posición de debilidad que les impida reaccionar en forma correcta ante los embates de la empresa y el charrismo y les impida asimismo, pugnar por una revisión salarial decorosa en el próximo mes de abril.

Pero los telefonistas no hemos caído en el juego y ante la estrategia de la empresa hemos respondido fortaleciendo nuestra unidad y, al margen de diferencias ideológicas y diferencias de método, hemos comprendido que únicamente luchando codo con codo lograremos la cabal solución de nuestros conflictos y es por ello que en este problema se ha visto actuar en forma conjunta y coordinada a los representantes de las diferentes corrientes políticas que se manifiestan dentro de nuestra organización sindical.

Deseamos que esta lección sirva para que comprendamos que las diferencias entre los trabajadores no pueden ser fundamentales cuando nos enfrentamos al enemigo común representado por la empresa y sus aliados. Está lejos aún el momento de la evaluación final del movimiento por el que atraviesan nuestros camaradas poblanos, sin embargo, podemos hacer algunos avances sobre el análisis de este movimiento; por el aspecto negativo podemos señalar que resulta indudablemente un golpe bastante fuerte el hecho de que los problemas planteados en la Mesa de Trabajo, no hayan sido resueltos en forma totalmente satisfactoria aunado al hecho de que 8 compañeros hayan sido despedidos.

Pero no podemos dejar de considerar el aspecto positivo de la cuestión ya que merced a este movimiento se elevó en forma considerable la conciencia política de los trabajadores con respecto a cuál es la función de la empresa, cual es la función de los charros y cuál es la función del Estado, como organismos destinados a la contención, control y, en su caso, represión de los trabajadores; la unidad combativa de los telefonistas poblanos se vio ampliamente reforzada y, cosa insólita dentro de nuestro gremio, se aunó a la participación de las esposas y familiares no solo de los trabajadores, sino de todos los integrantes de la sección, además de que, como quedo estipulado líneas arriba, este movimiento fortaleció, a nivel nacional la unidad y claridad política de todo el gremio telefonista.