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Como combatir el charrismo.

Eduardo Montes.

Fondo de Cultura Popular.

México 1974.

 

El Sindicato es una forma de la organización obrera, que requiere de independencia para cumplir sus funciones de instrumento para el mejoramiento de las condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera, así como la resistencia de esta clase ante la presión del capital. Sin embargo, la existencia de los sindicatos esta propuesta por la existencia del capital. Esto es, que si bien es un elemento de organización de los asalariados, no se plantea la emancipación de éstos y, en ciertas condiciones, puede ser un freno al desarrollo de la toma de conciencia obrera por su liberación histórica y mediatizar el espíritu de lucha por medio de las concesiones meramente económicas que subordinan al obrero a la ideología burguesa.

Eduardo Montes plantea el problema de la independencia sindical en México y expone un tipo de táctica de lucha a desarrollar por los obreros para combatir, por medio de la aglutinación y orientación de los trabajadores más avanzados realicen con los demás contra las direcciones sindicales corruptas, que utilizan a los sindicatos como instrumentos de la clase de los propietarios para someter y presionar a los obreros y aceptar a las condiciones contractuales más beneficiosas para el capitalismo, enajenando al Estado y a los propietarios el destino de  los sindicatos.

De una manera didáctica el autor destaca el papel de los obreros en la conformación de la organización sindical independiente y los beneficios que como individuos y como clase les reporta la lucha económica. A partir de preguntas y respuestas hace un desglose histórico de los sindicatos en México, la necesidad de ellos, el contenido economicista de la lucha obrera y las formas de como se ha desarrollado el control sindical por parte de la burguesía con ingerencia directa del Estado; También manifiesta una orientación de lo que a su juicio deberían ser las posiciones de los obreros en situaciones concretas de la lucha sindical y de la lucha política más general y aun cuando no profundiza en éste último aspecto, deja enunciada la necesidad de incrementar la participación de los obreros. La lucha obrera, sin embargo, la enmarca dentro de los límites de la defensa de los trabajadores en general independientemente de la rama económica donde se desarrolle la participación sindical, la meta inmediata es la constitución de un poder real de defensa de los intereses de los trabajadores, También, Montes es claro de que en este sistema no es posible resolver el problema de la explotación, y observa la necesidad de modificar las estructuras pero no avanza sobre la forma de cómo podría ser posible el cambio.

Si hemos partido de la consideración de que la lucha sindical por sí misma no es revolucionaria, no queremos decir con esto que no signifique una forma importante de toma de conciencia, la importancia reside en que es una forma de resistencia a la explotación del capital, y que a partir de una dirección socialista puede tomar características emancipadoras, desmitificando y aclarando el alcance de las luchas económicas de las masas obreras.

El contenido del libro cumple su cometido como instrumento de difusión de algunos aspectos importantes de la lucha cotidiana de la clase trabajadora, pero parece insuficiente en algunos aspectos que requieren de un tratamiento severo más profundo. Montes ubica al “charrísimo como el enemigo inmediato y, en la lucha por direcciones sindicales independientes de vanguardia; pero existen problemas más amplios en los que se debería profundizar con el fin de situar cuales son las limitaciones más a largo plazo ante las que enfrenta la emancipación del proletariado.

El resaltar al Estado capitalista del subdesarrollo en su fase actual, las instituciones creadas y sostenidas para el beneficio del proceso de acumulación del capital, el hacer ver que son los intereses de la burguesía nacional e internacional los que el Estado expresa en lo esencial –no únicamente como representante de esa clase sino como explotador directo que legisla en condiciones de patrón-, que las instituciones están en relación simbiótica con los capitalistas privados, que los altos cargos del gobierno corresponden a los miembros más destacados de la burguesía y la injerencia directa del monopolio sobre las decisiones del Estado, todo ello ubica a nuestro país en la fase del capitalismo monopolista de Estado.

En esta fase del capitalismo la acumulación en nuestros países se determina por la independencia y la forma que asume respecto a ella la estructura del subdesarrollo, condicionada por la división internacional del trabajo; tal acumulación requiere de un cierto grado de “tranquilidad política”, tarea a la que se consagra el estado mediatizando las luchas por la vía institucional, reprimiendo por medio de grupos de choque, policías y aun el ejército, en fin sometiendo las demandas populares a las necesidades de la acumulación interna de capital y de exacción de excedente hacía las metrópolis imperialistas.

Algunas de las formas concretas de mediatización de la lucha obrera están condicionadas por el proceso de acumulación donde las grandes empresas monopolistas no sólo pueden cubrir las demandas económicas de los trabajadores sino rebasarlas y enajenar las conductas de lucha del proletariado; junto con esto están los medios de difusión que agobian al obrero representándole niveles de vida que nunca habrán de alcanzar pero que aparecen ante él como asequibles a costa de aumentar su productividad. La concentración de capital a la que se ha llegado en algunas empresas conduce al enfrentamiento del obrero a nasas de medios de producción cada vez más grandes y costosos, le desvanece la idea de algún día convertirse en capitalista y crea en él la oposición constante y el descontento además de ubicarlo, en base a sus relaciones materiales con esa magnitud de capital, como desposeído, lo que crea una incipiente conciencia de que no tiene perspectiva desarrollar una lucha aislada contra el poder del capital; por consecuencia busca en sus hermanos de clase la obtención de una conciencia embrionaria.

Nosotros consideramos que no va a ser a partir de luchas limitadas e inmediatistas de donde se derive la estrategia de la emancipación, es necesaria una conciencia más amplia que conduzca a la necesidad de la sustitución del capitalismo “… es decir, que una línea política que no sólo recoja las demandas más genuinas, sino que las comprenda e integre para alcanzar lo que en nuestros días puede ser la única solución de fondo: el socialismo”.

José Antonio Moreno Mendoza.

 

 

 

Estalló el Descontento

Francisco Hernández Juárez:

A LOS 26 AÑOS, LIDER DEMOCRATICO DE 22,000 TELEFONISTAS.

 

Por Francisco Ortiz Pincehtti.

 

Revista de Revistas, 1a quincena de junio de 1976.

 

Nuevo dirigente del Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana habla a r/r sobre los antecedentes, desarrollo y perspectivas del sorprendente movimiento de insurgencia que derrotó arrolladoramente a Salustio Salgado y llevó a Hernández Juárez a encabezar una de las más importantes agrupaciones de trabajadores. “Hemos dado una lucha abierta contra el charrismo –proclama-, y la seguiremos dando”.

 

Salustio Salgado Guzmán es un hombre maduro, cincuentón casi con muchos años de experiencia en las lides sindicales, cuando un preparatoriano de apenas 17 años de edad, Francisco Hernández Juárez ingresó a trabajar a Teléfonos de México. Aquel ocupaba en ese entonces la Secretaria del Interior y se perfilaba como futuro dirigente máximo de uno de los más importantes sindicatos de industria del país.

En 1970, en efecto, Salgado Guzmán alcanzó la Secretaria General del Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana, organismo controlado prácticamente desde su nacimiento, en 1950, por un grupo reducido de líderes.

Durante su gestión de cuatro años al frente del STRM, Salustio promovió reformas los estatutos para hacer posible la reelección de los dirigentes. Así, en 1974, inició su segundo periodo consecutivo. Mientras, su fuerza política parecía fortalecerse más y más, al grado de que en febrero pasado el PRI lo postulo como su candidato a diputado federal por el VI distrito de Guerrero, su estado natal.

Hoy, sin embargo, su lujosos despacho en el edificio sindical de Villalongín número 50 es ocupado por un chamaco de complexión delgada, habla quedo y llano, que viste ropa de mezclilla y cuya hirsuta y descuidada barba disimula, pero no logra ocultar su juventud, es aquel Francisco Hernández Juárez que ahora tiene 26 años de edad.

Este “Pancho López” del sindicalismo mexicano, que ha sorprendido a los viejos lobos del movimiento obrero organizado, llegó ahí por la determinación de cerca de 20.000 trabajadores telefonistas que repudiaron y echaron a Salustio mediante un movimiento que hará historia.

-Hemos dado una lucha abierta contra el charrismo. Y la vamos a seguir dando- dice Hernández Juárez, visiblemente incomodo en la amplitud del sillón de alto respaldo y forro de piel negra en el que hasta hace poco se arrellenaba Salustio Salgado.

 

ESTALLO EL DESCONTENTO.

 

La historia objetiva de este caso insólito se inició a principios de abril pasado al aproximarse la revisión del contrato colectivo de trabajo entre el STRM y la empresa Teléfonos de México. Ya antes del inicio de las pláticas la inquietud de los trabajadores por lograr esta vez un aumento salarial mayor -se habían obtenido incrementos entre 10 y 12 por ciento en anteriores ocasiones- se había manifestado a través de millares de volantes editados por el personal de diversos departamentos.

En un principio esas comunicaciones eran de tácito apoyo al comité ejecutivo encabezado por Salustio pero pronto se tornaron en agresivas presiones. Y en advertencia de que esta vez no se toleraría un acuerdo a espalda de los trabajadores.

En este clima, el lunes 19 de abril se iniciaron las negociaciones. El martes el “volanteo” dio paso a la comunicación telefónica. La inquietud crecía. Y el miércoles por la tarde, citados telefónicamente, se reunieron en el sindicato unos 500 trabajadores que pidieron a Salgado Guzmán información acerca de las pláticas. En tono despótico, el líder les dijo que no había nada importante todavía puesto que apenas se habían revisado unas diez o doce cláusulas administrativas, faltando un número considerable de estas, y sobre la cuestión económica no se había hablado siquiera.

La gente reiteró su advertencia, ningún acuerdo inferior al 35 por ciento de aumento sin consultar a la base.

El jueves 22 a las 12 del día, el auditorio, los pasillos del sindicato estaban colmados, Salustio llegó con el contrato firmado, aumento del 15 por ciento únicamente. Y ahí estallo el descontento. La noticia corrió por el hilo telefónico y provocó creciente indignación. Entonces una multitud reunida fuera del edificio desinfló los neumáticos de los autobuses en que ya se retiraban los delegados a la contratación incondicionales de Salustio y bloquearon la calle.

Las operadoras de la central Victoria fueron las primeras en actuar drásticamente. La actitud grosera de sus delegadas las había acabado de colmar. A eso de las 8 de la noche ya no se contestaba en el 02 y las muchachas se dedicaron a pedir apoyo a las secciones foráneas. Pararon también paulatinamente los servicio del 01, 04, 05, 07 y 09.

Mientras tanto en el Sindicato unos 100 trabajadores inconformes fueron invitados por la policía a desalojar la calle. Entraron al local y decidieron, en un acto de solidaridad con las operadoras tomar el edificio. Esa misma noche diversas comisiones formadas ahí salieron a los distintos centros de trabajo a solicitar a los telefonistas la suspensión de labores en apoyo al paro de las operadoras.

-Toda la gente respondió- recuerda Hernández Juárez.

En efecto, El viernes a las nueve de la mañana el paro había cundido y el sindicato bullía de trabajadores. Una comisión fue a la Secretaría del Trabajo, pero fue rechazada. El Titular del ramo dijo que el paro era ilegal –de eso estaban conscientes los paristas- y que solo si regresaban a trabajar podían a las autoridades dialogar con ellos.

Esto fue rechazado por los trabajadores, reunidos ya en asamblea permanente. Se acordó seguir la suspensión de labores. El viernes por la noche los dirigentes de los paristas –entre ellos Hernández Juárez- fueron llamados a la Secretaría de Gobernación para que explicaran exactamente los motivos y peticiones de su movimiento. Se entrevistaron con el subsecretario  Fernando Gutiérrez Barrios. Le explicaron que era imposible que volvieran al trabajo, ya que obviamente el comité ejecutivo emprendería una “cacería de brujas” contra los dirigentes paristas “como han hecho para aplastar otros movimientos anteriores”.

-Ya no era un movimiento meramente económico por el contrato colectivo- señala el joven dirigente rebelde. Ya era un movimiento eminentemente político para derrocar a ese señor, a Salustio.

Mientras tanto, los dirigentes del Congreso del Trabajo se reunían urgentemente  y Fidel Velásquez declaraba que el descontento en el sindicato de telefonistas “obedece a motivos de orden político que han estado siendo cultivados por personas extrañas con el deliberado propósito de distorsionar el sistema sindical mexicano”. E hizo una advertencia “tenemos que poner un hasta aquí a las arbitrariedades de quienes han llegado hasta secuestrar dirigentes”, refiriéndose al supuesto plagio de algunos miembros del comité ejecutivo del STRM por parte de los paristas, lo que resultó falso.

Por otra parte, las autoridades hacían pública la posibilidad de una intervención de personal especializado en varias dependencias para sustituir a los paristas y reanudar los servicios interrumpidos, cuya amplitud iba en aumento en todo el país. Abarcaba ya a 39 ciudades.

 

UN TRIUNFO APLASTANTE.

 

La asamblea de trabajadores, constituida legalmente con la representación de un 80 por ciento de las secciones del STRM eligió el sábado 24 a los miembros del Comité Democrático. Entonces apareció el nombre de Francisco Hernández Juárez como cabeza formal del movimiento. Esa misma noche se iniciaron las pláticas entre las autoridades, los paristas y el Comité Ejecutivo de Salustio Salgado. La discusión se prolongó por más de 12 horas. A las seis de la mañana del domingo se llegó por fin al acuerdo de celebrar un referéndum entre todos los trabajadores telefonistas para decidir entre tres opciones, apoyar al Comité Ejecutivo, elegir a Hernández Juárez como Secretario General interino, o efectuar nuevas elecciones sindicales

Dicho referéndum se efectuaría a partir del 11 de mayo. En el inter, los miembros y simpatizantes del Comité Democrático desplegaron una actividad intensa. Reunieron cerca de 500.000 pesos con aportaciones de los propios trabajadores y pudieron así desplazarse al interior del país y editar impresos, propaganda.

Por su parte Salustio Salgado, tal vez incrédulo de que su hegemonía podía acabar, decidió esperar pacientemente. Anuncio que no haría ninguna campaña en busca del voto “porque eso no era necesario”.

La lucha librada por él y sus compañeros para obtener la revisión del convenio de su departamento, acarreó para Hernández Juárez la simpatía y popularidad de los trabajadores. Y al suscitarse el conflicto intersindical, lo escogieron para encabezar el movimiento.

En cambio, abrió la boca con sorpresa. Sus declaraciones hicieron que la animadversión en su contra aumentara. Estas son algunas de sus frases “Soy charro y estoy feliz de ser charro”. “Yo que vi a mis operadoras llorando de agradecimiento, ya mero besándome los pies, no las puedo concebir protestando y votar en mi contra”. “Atrás de todo esto está Galván, la famosa izquierda de Galván siempre ha tenido el ojo encima de los telefonistas”. “Antes de ser Salustio Salgado soy mexicano y trabajador de Teléfonos de México”.

Y el día del recuento llego. No hubo lugar a duda la victoria de Hernández Juárez fue arrolladora. En números redondos, unos 17.000 trabajadores votaron por él, apenas 2.000 lo hicieron en apoyo del viejo líder. Las autoridades laborales que vigilaron el proceso entregaron a los ganadores el registro oficial el pasado 28 de mayo.

Ahora, el líder electo tan contundentemente por sus compañeros  sentencia.

-Para ellos fue definitivamente el fin, porque esto ya es irreversible. Nosotros apenas empezamos.

Su triunfo desconcertó no solo a Salustio y a los grandes jerarcas del Congreso del Trabajo –al cual pertenece el STRM- sino también a las autoridades e inclusive a los líderes del sindicalismo independiente que, a pesar de su lucha denodada, no han conseguido nada semejante.

 

ANTECEDENTES DE LUCHA.

 

Pero. ¿Quién es este nuevo dirigente surgido aparentemente de la nada y colocado al frente de 22.000 trabajadores?

Francisco Hernández Juárez nació en la Ciudad de México el mismo año en que con la fusión en Teléfonos de México S.A. de las antiguas empresa ”Ericsson” y “Mexicana” surgió el STRM 1950. Hijo de una familia modesta, ingreso a TM en 1967. A los 22 años de edad casó con Guadalupe Castro. Tienen dos hijos: Claudia, de cuatro años y Francisco Noé, de ocho meses de edad.

Estudio hasta el octavo semestre de ingeniería en el IPN. En Teléfonos de México tiene plaza como técnico de primera con un sueldo de 1400 pesos semanales. Está adscrito al departamento de Centrales manutención y su labor consiste en dar mantenimiento a los equipos automáticos de la empresa.

Dice que su formación política la adquirió en la escuela al participar en un grupo cultural “dedicado al estudio e interpretación de la realidad política del país. Y después en la lucha sindical misma”.

Porque cuando la asamblea lo eligió para encabezar al Comité Democrático no era precisamente un desconocido para la mayoría de los reunidos. Él y otros compañeros suyos habían librado antes una larga lucha que los llevó a un enfrentamiento sordo con el Comité Ejecutivo del STRM, les hizo ganar amplia popularidad entre las bases y les permitió entrar en contacto con trabajadores de muchos puntos del país.

El mismo Hernández Juárez explica que esa actividad tuvo como motivo la revisión del convenio de su departamento (además del contrato colectivo que abarca a todos los trabajadores, existen convenios específicos de cada departamento con la empresa). Primero para lograr dicha revisión –tres años de esfuerzos- y luego para discutirla –un año más- los representantes de los 600 trabajadores de Centrales Manutención se foguearon en la acción sindical.

-Nuestro primer obstáculo era el propio sindicato, el Comité Ejecutivo de Salustio Salgado. Este rechazaba sistemáticamente nuestras peticiones. Tuvimos que saltárnoslo, discutir directamente con la empresa y estábamos dispuestos a irnos a un arbitraje. Así obligamos al sindicato a tomar acciones que él por su cuenta nunca hubiera emprendido. Y  logramos un convenio aceptable, que firmamos el 4 de diciembre pasado.

El joven líder considera que esa lucha “creó cierto estado de ánimo entre los trabajadores. Fue un gran precedente, que hizo ver a la gente el verdadero rostro de los charros y que planteó en los diversos departamentos la necesidad de conseguir verdaderas reivindicaciones en caso de cómo actuar, como lo hicimos nosotros, con determinación”.

Hernández Juárez reflexiona un momento. Luego abunda.

-Lo que paso en nuestro departamento fue un síntoma, les dio la pauta a los demás, porque en todos los departamentos había un gran descontento por el descuido en que se tenían las inquietudes y demandas de los trabajadores. Y en el momento que se hizo el llamado de las operadoras para suspender las labores, todo el mundo jaló, porque ya estaban motivados en algún grado y porque en alguna forma todos habían sido afectados por Salustio.

 

“LA ASAMBLEA DECIDIRA”.

 

Hernández Juárez charla con rr en la oficina que le cedió Salustio Salgado Guzmán, muros forrados de madera, alfombra ocre, sillas de piel, un moderno escritorio sobre el cual hay un televisor, dos conmutadores, interfonos y otros aparatos (Salustio tenía instalado un circuito cerrado de TV que le permitía observar a quienes se encontraban en la sala de espera), tras el escritorio, a espaldas del líder, una fotografía del Presidente Echeverría flanqueada por pinturas de Juárez e Hidalgo.

El nuevo dirigente se ve extraño en ese ambiente. Lo supone uno demasiado tierno, demasiado frágil para ocupar ese sitio. Y si lo compara uno con los “tiburones” del sindicalismo oficial, semeja acaso una sardina. ¿Lo es?

Hernández Juárez confiesa que se siente raro en esa oficina. “Queremos hacer esto más real, más funcional. Esto es realmente humillante para los trabajadores”, dice, pero explica que no tienen dinero por el momento para hacer esos cambios. “Nos dejaron limpios”, acusa.

Se le pregunta si en su opinión, además de los antecedentes ya señalados tuvo en la insólita actitud de los telefonistas alguna influencia el movimiento sindical independiente.

-Creo que sí- adelanta. Influencia directa en cuanto que a ellos hayan intervenido, no, en absoluto, pero creo que evidentemente los objetivos y los principios de lucha del sindicalismo independiente influyeron en el ánimo de algunos compañeros.

-¿Se sitúan ustedes en esa línea sindical independiente?

-Nosotros buscamos un sindicalismo democrático independiente. No precisamente, todavía no podemos definirlo hasta que nuestra convención nacional lo decida en julio próximo, en contacto directo con los sindicatos independientes.

-¿Esto significaría abandonar el Congreso del Trabajo?

-Posiblemente. La convención puede decidir eso. Lo que puedo asegurar es que hay mucho resentimiento entre los trabajadores porque el Congreso del Trabajo ha sido actor fundamental en la derrota de luchas anteriores más o menos parecidas a éstas. Y porque al principio de nuestro movimiento la actitud de Fidel Velázquez y otros miembros del Congreso fue la de condenar, sin hacer ningún análisis previo, nuestra lucha y de apoyar a Salustio Salgado.

Se le insiste sobre una denominación de la líneas a seguir. Rechaza otra vez “Nosotros estamos en la postura de no decidir nada y llevar esas cuestiones a la asamblea nacional”.

 

“BASTION DEL MOVIMIENTO OBRERO”.

 

Cuando se le inquiere sobre si él y los demás integrantes del nuevo Comité Ejecutivo consideran que existe ya la madurez necesaria entre los telefonista para tomar una decisión válida, Hernández Juárez repone (sic).

-Por ahora, lo que me parece el paso fundamental a seguir es precisamente la organización que permita a este sindicato convertirse en un verdadero bastión del movimiento obrero. A partir de ahí podemos pensar el siguiente paso. Entonces el problema ahorita no es discutir si nos salimos o no del Congreso del Trabajo, el problema es discutir cuando nos salimos de él, si esto fuera lo más conveniente para el movimiento obrero.

“Claro que no podemos olvidar que en la misma forma que Salustio tenía apagadas las inquietudes de los compañeros a base de terror, amenazas y represión, en el Congreso del Trabajo hay fuerzas importantes de la misma naturaleza. Nosotros queremos contribuir a que el desarrollo del movimiento obrero sea a partir de la base que la representatividad de sus dirigentes sea auténtica y expresada por los trabajadores a través del voto directo y secreto.

“Esos son nuestros objetivos –enfatiza-: la democracia sindicales. La lucha porque a través de alianzas ya no con la burocracia sindical, sino con la base social, los trabajadores determinen las directrices generales inclusive del país”

Desde que ellos asumieron la dirección del STRM han promovido la realización de asambleas departamentales para conocer las necesidades concretas de cada centro de trabajo. Todas las tardes se viene efectuando una de esas asambleas, sábados y domingos hay dos y hasta  reuniones de todo tipo.

-¿Qué otras acciones han emprendido? –se pregunta.

-Por principio de cuentas queremos limpiar definitivamente todos los  vicios que aquí estaban ya muy arraigados. La propia estructura mental del telefonista, conformado por años y años de no permitirle participación alguna en su sindicato, es algo que tenemos que cambiar. Y terminar definitivamente con esa mafia que durante 26 años mangoneó a su antojo el sindicato y que de alguna manera está actuando; lucha por dividir nuestro movimiento volver a montarse a caballo al frente del sindicato.

“Todas esas lacras tenemos que erradicarlas definitivamente, debemos organizar y formar los nuevos cuadros sindicales con la gente más capaz. A partir de ahí podría darse  el siguiente paso. Nuestra preocupación fundamental es la organización””.

-¿Cuál sería ese “siguiente paso”?

-Pues ya podría entonces si discutirse la opción política, de acuerdo a nuestros estatutos, los cuales señalan nuestros principios fundamentales y son plenamente válidos.

“El STRM –lee Hernández Juárez en la última edición de los estatutos hecha en 1964- reconoce como principios que basan su organización, la lucha de clases como móvil del proceso histórico, la liberación económica, política y cultural de la clase trabajadora, la lucha organizada y sistemática por eliminar los obstáculos que se opongan al progreso de los trabajadores, la democracia y la autonomía sindical…”

“Agrega que hay un inciso más pero que ese tendrá que ser eliminado por la asamblea. Lo lee “La intervención del sindicato como organismo en las luchas electorales para designar funcionarios de elección popular del poder público (al efecto –sic- se faculta al Comité Ejecutivo Nacional y al Nacional de Vigilancia, para hacer los tramites respectivos a fin de que el sindicato ingrese al Partido Revolucionario Institucional en la inteligencia que ello no implica que se usen los fondos sindicales en actividades político- electorales”. Por cierto, denuncia Hernández Juárez, Salustio hacia uso de esos fondos para la campaña de candidato a diputado federal.

 

“AQUÍ NO HUBO INFILTRACIONES”.

 

-Ustedes han denunciado un desfalco- se le recuerda.

– Me parece que esa fue una declaración apresurada. La verdad es que se está efectuando una auditoria y hasta que no tengamos los resultados no podemos afirmar algo definitivo. Lo que si es cierto es  que después de la votación, el 17 de mayo. Salustio retiro medio millón de pesos de la cuenta del sindicato en el Banco Comercial Mexicano. Pero tenemos que esperar.

Indica que el STRM tiene ingresos aproximados de 1 800 000 pesos mensuales por concepto de cuotas sindicales y que el comité derrocado dejo 2 000. 000 de pesos además de otra cantidad igual que correspondiente a cuotas retenidas por el mes en que se suscitó el conflicto. O sea, un haber de 4 000. 000 de pesos “pero con un déficit bastante superior”.

Luego habla de los adjetivos que les fueron endilgados por los líderes charros al principio de su movimiento…”comunistas”…”terroristas”…”miembros de la 23 de septiembre”. Ríe y rechaza eso sí muy en serio, las acusaciones de que “atrás de todo estaba Rafael Galván y la Tendencia Democrática del SUTERM”.

Precisamente, dice, a diferencia de otras luchas sindicales independientes, la suya triunfo porque en el movimiento no hubo infiltraciones de ninguna clase. “Ante eso las autoridades entendieron que esto no era manejado, sino un auténtico descontento de base”. Y pondera la actitud que después asumieron las autoridades laborales de pleno respeto a la voluntad popular. “Tengo que reconocerlo”, dice.

Una y otra vez rechaza tener nexo o relación con otros sindicatos o movimientos insurgentes y escapa cuando se le pide autodefinición política.

-Lo que a mí me preocupa fundamentalmente es un cambio, un cambio en que la participación las clases tradicionalmente marginadas  real y en ascenso. Eso implica el reconocimiento objetivo de la realidad, el interpretarla y el atacarla en un nivel de prioridades. No podría dar una definición política porque no me  gusta encerrarme en un cartabón.

– ¿Se considera un revolucionario?

-No. Definitivamente creo que esa es una palabra que implica una concepción mucho más amplia. Si lucho por esas transformaciones y creo que en la medida en que las logremos podemos considerarnos revolucionarios. Pero no solo de palabra de hecho. Y a mí sinceramente creo que me falta todavía mucho.

Habla luego de los grandes problemas, desempleo, educación, desconcientización, enajenación. “El país no tiene un proyecto político, un proyecto nacional”, resume.

Vuelve a hablar del STRM para reconocer que en un principio la lucha que se dio fue fundamentalmente económica, movida por el detonador del aumento salarial, pero dice que las condiciones enfrentadas le hicieron dar un vuelco y convertirse en una opción política. Pero el camino es  difícil, dice, tan solo por las agudas diferencias de las capas sociales que subsisten en el mismo sindicato, unos están muy bien, otros tienen graves carencias.

-En síntesis-  .agrega-, creo que la gente lucho esta vez por liberarse de un yugo los dirigentes charros,  déspotas. Ahora no vamos a emprender una acción suicida. Primero hay que consolidarnos y luego lanzarnos a otras metas, pero  seguros, serenos.

-¿Se considera capaz- es la última  pregunta al líder de 26 años de edad- de encabezar un sindicato tan importante como este, de sortear los  embates del enemigo,  que seguramente ya prepara la revancha.

Lo piensa un momento, pero no titubea en su respuesta.

-Creo en la posibilidad de intentar cambios importantes dentro del sindicato. Y también hacia fuera. Cuando menos me siento capaz de intentarlo

 

Quinta columnismo sindical

Por Guillermo López.

 

SINATEL, órgano oficial del SNT, número 17, 24 de julio de 1942.

(respetamos en su totalidad el texto original).

 

Así, la norma del actual Comité Ejecutivo de respetar las actuaciones de sus antecesores en la dirección de la agrupación, por esta razón durante los 19 meses de su gestión jamás hizo ninguno de sus miembros comentario alguno de censura acerca de la labor desarrollada por el antiguo Comité afrontando la responsabilidad ciento por ciento, dedicó todo su periodo a pugnar por el mejoramiento del conglomerado.

Al dar a la publicidad el presente artículo ha sido menester tocar y mencionar algunos momentos de la administración sindical anterior, al hacerlo declaro categóricamente que no es con el afán de asentar una crítica sino únicamente como puntos de referencia, ajeno al momento de lastimar susceptibilidades y guardando desde luego la línea de respeto que ha sido uno de los postulados de nuestra declaración de principios fomentados por el Comité, para normar nuestra actuación.

Labor difícil para un comité de nuestro sindicato llagar al final de su gestión con el beneplácito de sus representados, pues la experiencia nos ha enseñado que faltando unos cuantos meses para el término del periodo de actuación, el ambiente empieza a acallarse al calor de la pugna electoral y salen a flote intrigas nocivas de ambiciones personales que entorpecen la labor de los dirigentes y la marcha de los asuntos con perjuicio de la colectividad, el conglomerado desorientado en ese momento por la sorpresa de los agitadores que hacen labor de zapa empiezan a manifestar su descontento y el deseo de que cuanto antes sean renovados sus representantes, aun cuando éstos hayan tenido una buena actuación.

Así hemos visto terminar a todos los Comités Ejecutivos desde el año de 1935 víctimas de la ingratitud de quienes los nombraron para guiar los destinos de la agrupación, el estado de animo de la masa hostil de suyo llega a prolongarse hasta los primeros meses de actuación del nuevo Comité dificultando la marcha de los asuntos encomendados a su cuidado, en muchas ocasiones esa actitud ha puesto en peligro la unidad que es nuestra arma defensiva.

Así estaba precisamente el ambiente al finalizar el año de 1939 en el cual debido a que fue un año de contratación hubo necesidad de prolongar el periodo de los representantes hasta marzo de 1940. En esa fecha tomó posesión el Comité Ejecutivo por nueve meses solamente, su actuación adoleció de mayores efectos, no precisamente por la falta de acoplamiento y firmeza de parte de sus componentes como se ha dicho, sino como consecuencia de ese ambiente creado por el quinta columnismo sindical de siempre que ha decido el malestar, impaciencia de todos y cada uno de los agremiados de prolongarse la contratación de 1939, esa misma situación persistió hasta 1941, que hizo crisis con la huelga del mes de agosto, es necesario señalar pues con firmeza el peligro que entrañan para la estabilidad de nuestro sindicato el mantener y propagar situaciones de esa naturaleza, el actual Comité no ha escapado a pesar de pasar por esa situación, en efecto nuestra lucha es la lucha de un conglomerado organizado para obtener mejor retribución en nuestro trabajo, de acuerdo con los beneficios que a cambio de él reciben los accionistas de la empresa, lo que por razón natural mantienen su lucha en sentido contrario, obtener trabajo más eficiente, con mayor rendimiento a más bajo costo.

Es por esto que siempre he pensado y pienso que esos dos intereses opuestos jamás podrían convivir de común acuerdo, marchando de brazo y por la calle.

Nuestra condición nos coloca en una situación inferior cuya desventaja subsanamos mediante la unión y la disciplina a nuestro sindicato y la parte vulnerable de esa nuestra fuerza es el relajamiento de esa unidad y de esa disciplina. Esto se obtiene de muy fácil manera, desprestigiando a los directivos en vez de orientarlos y apoyarlos, cuando se persiguen objetivos personales se maniobran cargadamente en beneficio del lado opuesto. Es natural que cuando se emiten orientaciones sanas, bien intencionadas y los dirigentes no las quieren atender se ensorbecen alejándose del contexto de sus representantes, estos le retiran la confianza, pero aún en estos casos es peligroso mantenerse indiferente, pues van de por medio las conquistas adquiridas en las luchas, es preferible obrar drásticamente y arrancar el mal de raíz cambiando Comité.

El interés opuesto, la empresa, le conviene pues mantener la situación de descontento de indiferencia, descontento, etc., de la masa hacia su dirigente porque entonces podrá violar impunemente el Contrato Colectivo de Trabajo ya que cualquier reclamación no podrá ser atendida debidamente por carecer del apoyo necesario. La situación de descontento que rodea al Comité Ejecutivo de 1939 al finalizar su gestión, se prolongó hasta 1940, durante este año sucedieron acontecimientos que culminaron con la consignación del secretario general de ese ambiente caldeado y a la postura que adoptamos quienes integramos el actual Comité, salimos electos para llevar las riendas del sindicato.

Al tomar posesión de nuestros puestos la situación sindical interna era un tanto más grave que cuando en cuanto al calor del ambiente se formaron fracciones contrarias que pusieron en juego ciertas maniobras con el fin de hacer fracasar las buenas intenciones y la buena fe que animaban para desempeñar lo mejor posible el cargo que nos había sido conferido.

En medio de la pesantes transcurrieron los tres primeros meses de nuestra actuación, los representantes patronales, compenetrados de esta situación, en que nos encontrábamos y no obstante nuestro empeño para tratar de solucionar los asuntos que se nos encomendaban, no nos atendieron, el vicepresidente y gerente general de la Empresa, no nos fue presentado al hacerse el cambio del Comité como había sido costumbre, sino que tuvimos oportunidad de conocerlo cuando las relaciones obrero-patronales estaban en el último grado de tirantez, es decir unos cuantos días antes de que estallara la huelga de agosto, en ese estado de cosas, por parte del ambiente formado por los camaradas que no vieron con buenos ojos nuestro nombramiento como dirigentes y que lejos de orientarnos, nos desprestigiaban haciendo juego a los intereses de la empresa y por otros representantes de ésta, que al tratarles cualquier asunto por importante que fuera nos contestaban con evasivas.

Terminada la primera mitad del año de 1941, que la situación era verdaderamente peligrosa para la organización e insostenible para nosotros, por lo que resolvimos que de no contar con el apoyo unánime del conglomerado era preferible dejar la dirección en otras manos, para exponer nuestra situación convocamos a una reunión para informar a los camaradas más destacados sin distinción de bandos y a nuestro llamado todos acudieron y no pocos expresaban que ahí mismo el Comité presentara su dimisión, lo cual no podía ser posible, por tratarse de una junta informal en la cual íbamos a exponer con claridad y sin tapujos de ninguna especie y con toda sinceridad la situación en que nos encontrábamos, haciéndoles ver el peligro en que estaba colocado el sindicato.

Debido a esta pugna sorda que se venía sosteniendo, después de una amplia exposición, aclaraciones y discusiones, aquel grupo respondió decididamente al Comité Ejecutivo y esta actitud repercutió en la seguida del resto del personal de la matriz.

Liquidadas las banderillas de grupo y los egoísmos personales emprendimos con más firmeza las reclamaciones ante la empresa por un sinnúmero de violaciones al contrato colectivo que no habían sido atendidas, muchas de estas ni siquiera oídas por la parte patronal, pero esta no contó, sin embargo, contando con la anuencia de los trabajadores, estábamos dispuestos a tomar medidas drásticas, así se lo hicimos saber por escrito, al exigirle la reparación del daño moral originado a la agrupación por el decrepito representante comercial de Saltillo al amenazar pistola en mano, a nuestro secretario general de aquella sucursal.

No obstante nuestra manifiesta firmeza de recurrir a toda la fuerza sindical, las violaciones siguieron a la orden del día y nuestras reclamaciones la empresa se mostró insolente al separar indebidamente del servicio al delegado sindical del Departamento de Contraloría dizque porque fue a amenazar a la empresa. Fue esa la chispa que encendió los ánimos, pocos días después, nuestra enseña rojinegra ondeaba en nuestro viejo solar de la calzada de la Teja y cubría las puertas de los edificios de la negociación, anunciando que nuestro sindicato, unido estrictamente entre sí y con el resto del movimiento obrero organizado del país se rebelaba una vez más contra quienes trataban de pisotear nuestros sagrados derechos.

En estos momentos quizá, sea más necesario impedir por todos los medios posibles que los elementos que se han significado por sembrar divisiones y desorientaciones en nuestras filas, lleven a cabo sus maniobras cuyos resultados no puedan medir, la clase obrera de toda la nación ha firmado un pacto de honor ante el Presidente de la República y que en sus postulados existe la promesa de no provocar conflictos de ninguna especie, por eso es que debemos de cuidar la intromisión de lo que pudiera llamarse el quinto columnismo sindical que lleva como fin principal desorientar al conglomerado y despertar inquietudes para poner en peligro la estabilidad del sindicato, conviene pues que no se crie en lo sucesivo ese ambiente de que se le dé a los Comités entrantes para no entorpecer su labor, que los que sean los malos dirigentes a quienes hemos dado nuestro voto para que guíen los destinos de la agrupación y en todo tiempo demos nuestro respaldo absoluto en bien de los intereses colectivos.

No a la requisa en TELMEX…

Un primero de mayo de combate:

 

OPOSICIÓN, no. 378, domingo 26 de abril de 1981.

 

El gobierno uso nuevamente la amenaza de la requisa para mantener el tope salarial en Teléfonos de México.

Durante todo abril, el Estado, la empresa y sus ideólogos se han encargado de montar una campaña destinada a cercar la insurgencia sindical de los telefonistas. El truco es simple, la empresa difunde que está ofreciendo 29.7 por ciento, lo cual significa no “sujetarse a un tope, sino hacer el máximo esfuerzo económico”; en contrapartida propagan por todos los medios que ahora toca a los telefonistas tomar una decisión responsable.

Ante la opinión pública queda la imagen de que la empresa, a instancias del gobierno, está haciendo un muy loable esfuerzo y que los telefonistas deben abandonar su anarquía irresponsable (idea también propagada desde las huelgas pasadas) y aceptar el ofrecimiento.

Pero la realidad es otra: la bonanza económica de la empresa es impresionante y da holgadamente para satisfacer las demandas de los telefonistas. El ofrecimiento no es otra cosa que la imposición del tope salarial que para el sector paraestatal es el inflexible 29.7% (como lo demuestran las revisiones del SME y AHMSA). Los telefonistas no tienen nada de anarquícos, pero si mucho de combativos en el rescate de mejores condiciones laborales, para contrarrestar 14 años de charrismo entreguista que colaboró para que el auge económico y tecnológico de la empresa se basara en una mayor intensificación de la explotación de la fuerza de trabajo y en uno de los más bajos regímenes salariales del sector paraestatal.

UNA DIRECCIÓN DESORIENTADA.

El Comité Ejecutivo del STRM, lejos de preocuparse por dar respuesta a esa campaña, ha retomado la misma táctica de los últimos tres años; trabajar para impedir el estallamiento de la huelga desmovilizando a la base, acallando la oposición, aislando al sindicato del resto del movimiento sindical.

Esta táctica ha sido de lo más negativa para la organización, ya que la base ha optado por la huelga, pero sin haberse preparado las condiciones mínimas para garantizar el éxito, ya que el Comité se ha encargado previamente de archivar o minimizar los acuerdos de acciones tendientes a la preparación de la huelga. El

resultado es que han alcanzado algunas conquistas parciales, muy por debajo de las posibilidades y el sindicato ha salido cada vez menos fortalecido de las huelgas, al proliferar la desconfianza hacia la organización y darse la desvalorización de la huelga como arma de lucha.

Para esta revisión salarial el Comité, en su afán por detener la huelga, coartó la posibilidad de la discusión colectiva seria; rechazó, sin discutir, alternativas para presionar a la empresa a hacer concesiones complementarias al tope; y llegó al grado de defender el tope con base en un mañoso truco de mezclar varios rubros salariales (fondo de ahorro, infonavit), para dar la idea falsa de que el aumento realmente era de 44 por ciento.

Al cierre de esta edición se estaban llevando a cabo las votaciones para decidir si se acepta el ofrecimiento empresarial o estallaba la huelga. El escrutinio está bajo control absoluto y único del Comité.

Ante esta situación, e independientemente del estallido de la huelga, es vital que la oposición democrática redoble sus esfuerzos por pasar de una labor contestataria a una de forja de una alternativa democrática y clasista para el movimiento

Un escudo de solidaridad para la huelga de telefonistas

Jacinto López.

OPOSICIÓN, domingo 12 de abril de 1981.

La requisa pende como una amenaza sobre los trabajadores telefonistas con la cual el gobierno anula el derecho de huelga, y lo hace con formas intimidatorias, con lujo de fuerza, financiando y promoviendo el esquirolaje. La Ley que permite faculta al Ejecutivo a disponer del personal de la empresa requisada sin su consentimiento, lo cual atenta a la garantía de libertad de trabajo consagrado en el artículo 5 de la Constitución.

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